domingo, 1 de diciembre de 2013

La Bella Tarea

El pasado sábado 30 de noviembre se proyectó “La Bella tarea” en espacio OIHOY  actividad organizada por Carolina Alvarez Gattalet, en colaboración con María Alejandra Martínez de Maminia y que contó con la presencia de Raquel Schallman.

por Julia Ruppel

A las 16hs del sábado nos encontramos mujeres, hombres, niños, niñas y bebés, en OIHOY por Villa Ortúzar para compartir dos partes de las cuatro que conforman la película “La Bella tarea” de Albertina Carri y Marta Dillon[1]. En un lugar muy lindo como lo es el espacio donde nos convocó Carolina Alvarez Gattalet, tuvimos la oportunidad de ver al comienzo la primera parte de la película, llamada “El grito”. Me gustan este tipo de encuentros ya que se generan momentos de compartir: un mate, un batido de naranja –que por cierto en OIHOY los hacen muy ricos -, las palabras de alguna mamá con el bebé de pocos meses en sus brazos, mamás con sus panzas, personas que se recomiendan bibliografía, gente que se vincula, parejas que construyen día a día una forma de familia diferente a través de una crianza distinta… en fin. Con intenso calor en la sala comenzaron los aproximadamente 45 minutos de la primera parte de la película, donde pudimos ver un parto en casa, un parto en institución, mujeres acompañadas por sus compañeras y compañeros, relatos de experiencias, algunas palabras de profesionales como Claudia Alonso… En la película la belleza de las imágenes se conjugan con las percepciones subjetivas de los partos, las construcciones culturales en torno al nacimiento y el cuerpo de la mujer, y aparece un análisis que da para pensar sobre “la envidia del parto” que parece haber experimentado el hombre en nuestra sociedad patriarcal – pensándolo como una analogía de la teoría freudiana sobre la envidia del pene -.  A partir de este punto, podemos pensar que esa sensación frecuente que tienen muchas mujeres de que “algo puede salir mal” durante el parto es generada por un sistema cultural, donde está inmiscuido el sistema médico, que responde a la ideología patriarcal y donde ese “salir mal” responde a la idea de que el cuerpo femenino tiene algo “que está mal”: es decir, no puede una mujer parir sola o la mujer no sabe parir. A raíz de esto, se justifican todo tipo de intervenciones médicas, generalmente innecesarias, que “ayudan” a la mujer – siguiendo con el concepto muy utilizado en la medicina que nos refiere a los atendidos por un médico como “pacientes” y no como sujetos activos en el proceso de nuestra curación – a parir. Todo tipo de procedimientos realizados sobre la mujer y el bebé quedan así justificados en un espacio donde la mujer suele “ceder” su autonomía ante la palabra o la decisión del médico/partera de turno.

Aunque esto muchas de las mujeres que asistíamos a la proyección ya lo sabíamos, es decir, cómo funciona el sistema donde varias han parido o donde otras van a parir, lo que resultó revelador para la inmensa mayoría y que fue lo que apuntó Raquel Schallman, conocida partera y autora del libro Parir en libertad, y es que como también lo anuncia Michel Odent en sus libros[2], las intervenciones no sólo se dan en el hospital. Cuando una partera toca demasiado, indica cómo pujar o qué hacer, aunque generalmente piense que eso significa una ayuda a la parturienta lo que realmente hace es activar ese famoso neocórtex que potencia la parte más racional, cuando lo que se necesita es más bien es silencio, calidez e intimidad. Ya en el debate, Raquel se refirió a esto argumentando que “Hay mucho de discurso de izquierda en torno al parto, pero donde se procede como desde la derecha”. Cuando decimos que el sistema médico no considera que la mujer pueda parir sola, esto se piensa aunque ella decida hacerlo en casa como en la institución, porque si lo hace en casa, es una “locura” y si lo hace en la institución toda la escenografía de la sala de parto nos hacen pensar en que la mujer no será la protagonista activa sino un sujeto-sujetado a las miradas, intervenciones, etc. (y a posteriori el recién nacido): sin fin de trámites que hacer al entrar al hospital vinculados con las obras sociales y demás; ya en la sala de partos se evidencian las luces fuertes, olores a asépticos[3], las maniobras que debe hacer la mujer para subir a la camilla de parto, la ridícula posición de litotomía, vestimenta de los médicos, ayudantes, parturienta y en el caso de que se permita, pareja u acompañante de la mujer que va a parir, salas llenas de gente que se ríe o conversa, indicaciones por doquier que le llegan a la parturienta, instrumental quirúrgico para la muy probable episiotomía o la posible cesárea, etc. Este sinfín de objetos, actitudes, etc. actúan como un poderoso campo simbólico donde lo que se refuerza es la creencia de que la parturienta no puede parir, es decir, realizar una función fisiológica como lo es digerir un alimento o hacer sus necesidades, sin ayuda o con la menor intervención posible. Lo paradójico es que, y siguiendo con los análisis de Schallman y Odent, el mismo sentir que se evidencia en las clínicas privadas u hospitales públicos puede encontrarse en un parto en casa. A este respecto, Julieta Saulo de Las Casildas, comentó en la proyección de la película Parirás con Poder[4] en la ciudad de La Plata, que existen mujeres que han sido víctimas de violencia obstétrica en partos en casa, y que debido a su apoyo al parto respetado (que no es lo mismo, como se suele decir hoy en día a “levantar la bandera del parto en casa”) no han denunciado. Esto no es nuevo, en algunas culturas donde los partos se realizan en las casas de las parturientas o en lugares donde no puede llegar asistencia médica por falta de inversión estatal, las parteras tradicionales realizan prácticas invasivas a las parturientas, casi igualmente a como sucede en las instituciones. Lo importante es “revisar el papel de una en los partos” dijo Raquel en referencia a las parteras.

Como dice el Dr. Jorge Díaz Walker en la película Parirás con Poder: “El trabajo de parto comienza cuando la mujer se sabe embarazada”. Es decir, la tarea de la información viene antes, no cuando ya la mujer está sola sobre la camilla en el pasillo del hospital o la clínica (como se ve en la película de Carri y Dillon)[5].Esto me vino a la mente cuando Raquel hizo un comentario sobre las prácticas de preparación para el parto, las gimnasias para embarazadas, etc. sobre esta primera parte de la película “La Bella tarea” donde se acompaña a la parturienta “desde el” yoga. Hay formas y formas de intervención…muchas de las mujeres que se dedican o no a este tipo de prácticas deberían saber o saben que así como en los cursos institucionales de preparación para el parto que ofrecen los equipos médicos de los obstetras se enseña “cómo pujar, respirar, abrir las piernas”, también desde visiones alternativas se promulga que parir es algo que se tiene que aprender. A este respecto, tal vez necesitemos como mujeres que están por parir el aprender a buscar en el momento del parto-nacimiento cuáles son nuestros mejores recursos como mamíferas. No afirmo que los caminos del tipo yoga, esferodinamia, etc. estén “bien ó mal”, sino que se me ocurre que la clave está en reconocer el potencial único de una mujer que está dando a luz, y que cada una es diferente, y tiene sus tiempos – de respiración, pujo, o lo que fuere – salvo en situaciones puntuales (a esto podríamos luego preguntarnos cuál es el criterio de cada profesional con respecto a los tiempos y cómo funciona esto al momento del trabajo del parto y el parto)[6]. No sería entonces sólo lo que Carlos Burgo llama en “El ritmo” (la cuarta parte de la película “La bella tarea”) conducción médica del parto, actividad que critica y cuestiona, sino que desde diversos ámbitos podemos asistir a lo mismo. Porque estamos de acuerdo en que hoy la cantidad de estudios muchísimas de las veces injustificables que se le realizan a una embarazada[7] (análisis de sangre durante todo el embarazo, prescripción de hierro, ácido fólico y otros suplementos de manera rutinaria, ecografías casi una vez por mes, etc.) junto con el curso de charlas y preparación para el parto son una forma de enviar la información a la mujer de que parir es algo que debe aprender, pero no lo vemos cuando sucede desde otros ámbitos que realizan propuestas para el embarazo y el parto, aunque obviamente, no tienen punto de comparación al nivel médico de intervención.
Cuando veíamos la primera parte de “La Bella tarea”, fue hermoso asistir al espectáculo de cómo las directoras presentan los momentos del parto, los entrecruzan con el arte, y nos llevan a pensar en situaciones análogas, como por ejemplo, el grito en el karate y en el momento de la expulsión del bebé, y que hace referencia al título de los primeros 45min. La pornografía de un placer que sospechábamos pero que nadie nos había contado hasta ahora” como escribió Flor Monfort[8] , se puede apreciar en el erotismo que representa un parto en el entorno del hogar, con la parturienta siendo acariciada por su compañero o compañera, contorneándose suavemente, gimiendo, y buscando la fuerza desde adentro suyo para acompañar a ese bebé y recibirlo luego con un grito increíble que anuncia la vida y bordea la muerte. Es la incisión en la vida de esa mujer y el comienzo de la criatura. Es el despedazamiento del cuerpo que la madre conocía de sí hasta ahora y que viene en constante modificación desde hace nueve meses pero del que se sabía no dueña. Es el momento anterior al reconocimiento en la mirada del bebé, como cuando la mamá recibe en sus brazos a su hijo y le dice cariñosamente: “Ay mi amor”.

Siguiendo con esto de las analogías, también en una parte de la película se menciona cómo una de las parturientas sintió deseos de ir al baño  a defecar en pleno trabajo de parto, y al escuchar el tipo de gemidos que realizaba su pareja entró al baño y la encontró pariendo. La referencia al parto como al acto de defecar es bastante común, y no podía pensar en otra cosa que en la situación de intimidad que vivía esa mujer en ese momento, y en las que no podían hacerlo si sintieran esas mismas ganas en un hospital –es decir, a no poder desplazarse, ir hasta el baño, buscar un poco de privacidad, e intentar realizar “la fuerza”-. El tomar una actitud de naturalidad ante los actos de los humanos no rige nuestras vidas cotidianas en este mundo donde actualmente se viste a los perros y gatos, se les tiñe el pelo, se les pintan las uñas, etc. En este sentido vernos como animales no suele “quedar bien” y así llegamos a adoptar durante los partos el rasurado, el enema, etc., reforzando el tipo de mensaje de que hay algo sucio y digno de limpiar en todo aquello.[9] A una de las mujeres que dan testimonio en la película se la ha llegado a tratar de indígena por no tomar analgésicos para el dolor luego de su parto cuando ella afirmaba no tener dolor alguno.[10] Además del aspecto discriminador del comentario de esta enfermera o partera, y del acto de violencia que conlleva, se observa bien que el punto es el mismo: negar la naturalidad del proceso a la mujer. Y “natural” hoy es un término bastante conflictivo, porque desde que de muchos sectores “alternativos” utilizan la palabra en defensa de todo “lo natural”, también tenemos filósofas feministas que cuestionan esto de que “todo lo natural sea bueno”.[11] Así que podría cambiar mi frase anterior y expresar que lo que se cuestiona es negar lo fisiológico del proceso, la capacidad de la mujer.  Con respecto a esto, en uno de sus comentarios en el intervalo, Raquel Schallman comentó su distancia con respecto al término de “parto humanizado”. La partera aclaró que para ella no debemos humanizarnos, sino buscarnos para el parto en nuestra animalidad. Porque el proceso de humanización del parto es lo que ha hecho al sistema tan intervencionista para con las mujeres y los bebés. Podríamos entonces aquí hacer de nuevo un parate y llamar la atención sobre la importancia del respeto, el respeto por las decisiones de la mujer, por lo que la información es siempre tan importante. El punto también radica en que las decisiones tomadas por una mujer en su parto también tienen consecuencias para el bebé.

Luego del debate, hicimos un receso y volvimos a encontrarnos todos en la sala para ver “El ritmo”, la última parte de la película. El comienzo nos sitúa en el mar, con el movimiento de las olas y un surfista profesional que nos cuenta cómo es el mar desde su perspectiva. Entre imágenes y palabras somos espectadores de una descripción que no dista de lo que puede ser un parto. Las referencias a la paciencia, a saber esperar el tiempo para “meterse o no” (como se decía antes sobre el oficio de las parteras), el “dejarse llevar” nos conduce a pensar en la actitud que la mujer relata luego de los partos sobre cómo afrontó el dolor. Y luego de esas imágenes bonitas del mar, y otro parto, y más testimonios, vemos cómo en una institución es tratado un bebé. Y allí a mí se me ocurre cuestionar la elección de la institución para parir:  porque si elegimos como lugar de parto la casa, podemos solicitar al equipo que nos asiste que a nuestro bebé no se le hagan ciertos procedimientos como ponerle sondas, inyectarle Vitamina K, etc. - procedimientos que, como afirma el pediatra Alberto Grieco en el film, tienen más que ver con la educación sistemática de los estudiantes de medicina que aprenden a hacer las cosas de una sola forma más que con la necesidad de los mismos[12] (por ej. muchos médicos siguen “dando el pinchazo” de Vitamina K sin saber que puede administrarse por vía oral)  - pero que en una clínica o en hospital por la forma en la que se manejan las cosas es muy difícil lograrlo sin tener que pelear, o muchas veces peleando los terminan haciendo de igual forma. Así que este llamado de atención ante la institución más allá de que a nosotras como mujeres nos atiendan de una manera simpática también me parece que tiene que ver con nuestros hijos. A una pueden respetarla, pero también tenemos que ser conscientes de lo que sucede con nuestros hijos. Que no todo siempre “fue así” y que no todo es “más seguro así”. Michel Odent dice que es importante plantear las preguntas. Como dijo una de las presentes, “La bella tarea es informar, informarnos”, creo que es importante reiterarlo, para que cuestionándonos lo naturalizado y asumiendo nuestra responsabilidad sea posible que ejerzamos plenamente nuestra libertad.



Para acceder al trailer de "La Bella Tarea", haz click a continuación: 



[2] Odent, M. La Cientificación del amor, ed. Creavida.
Odent, M. El bebé es un mamífero, ed. Obstare.
Odent, M. El nacimiento en la era del plástico, ed. Obstare.
[3] Es bastante paradójico que el término << asepsia >> refiera al “conjunto de métodos aplicados para la conservación de la esterilidad. La presentación y uso correcto de ropa, instrumental, materiales y equipos estériles, sin contaminarlos en todo procedimiento quirúrgico practicado se conoce como asepsia.” (ver.: http://es.wikipedia.org/wiki/Asepsia), cuando la situación que está siendo atravesada por la parturienta es un estadío más de su vida sexual, por lo tanto fértil -no estéril-, y donde la noción de << contaminación >> se asocia a la vagina y a la vulva de la mujer, que están “sucias”, a raíz del acto sexual que engendró al bebé también “sucio” primero por dicho acto y luego por el paso a través del canal de parto. Las prácticas asépticas, en este sentido, se vinculan también con una formación médica que va “más allá de las bacterias” y se inmiscuyen en el plano simbólico-lingüísitico.
[4] Parirás con Poder, NuestraAmerica Profunda, Dir.: Diego Romero y Soldad Bettendorff, 60min. Argentina.
[6] En Perspectivas antropológicas del parto y el nacimiento humano, ed. Creavida, la antropóloga Robbie Davis-Floyd realiza un interesante análisis sobre los “criterios” de las parteras tradicionales y cómo funciona la intuición como modelo cognitivo (desprestigiado por la hegemonía médica) y que muchas veces logran excelentes partos o ayudan a tomar decisiones cruciales en momentos críticos.
[7]Principios de la Organización Mundial de la Salud: acerca del cuidado perinatal. Guía esencial para le cuidado antenatal, perinatal y posparto: https://www.elpartoesnuestro.es/sites/default/files/public/documentos/parto/oms/Principios%20OMS%20cuidado%20perinatal.pdf
[8] Flor Monfort, Mi primer parto, Página 12. Las 12, Viernes 24 de mayo de 2013. http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/subnotas/8037-828-2013-05-24.html





1 comentario:

  1. hola! QUISIERA SABER COMO ACCEDER A LOS CUATRO CAPITULOS, ya que canal Encuentro y youtube no los tiene publicados, en todo caso cómo gestionarlo? gracias

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