martes, 24 de diciembre de 2013

Doña Emma

Doña Emma fue la abuela de Rubén Blades, la persona que lo marcó fundamentalmente. La personalidad compleja de esta mujer que reivindicaba la educación de la mujer y su autonomía, se correspondía también con una rica concepción del mundo: practicaba yoga y el vegetarianismo en los años ’30.

por Julia Ruppel


"Mi abuela Emma era del carajo.
Siempre me decía que la peor pobreza era la espiritual, la de aquellos que vivían en un gueto emocional.
Era maestra, escritora, pintaba, defendió los derechos de la mujer, fue rosacruz, espiritista, vegetariana en la década de los treinta.
Pasó mucho tiempo conmigo y me enseñó a leer.
Mi abuela me inculcó el sentido de la justicia donde todos podemos formar parte de la solución, desde esa perspectiva he desarrollado mi vida y es la base que me ayuda a seguir adelante
Tuvo cuatro hijos, dos mujeres y dos hombres, y como no tenía dinero para mandarlos a todos a la escuela, porque se divorció de los dos hombres y no quería aceptar plata de ellos, mandó a la escuela a las dos mujeres y a los hombres les enseñó en la casa.
Las mandó a ellas porque decía que el mundo era de los hombres, y que las mujeres tenían que prepararse mejor".
Rubén Blades

El otro día escuché en la radio un tema de Rubén Blades. Como no sabía de cuál de todos sus  discos era, googlé el nombre de esta multifacética personalidad y de paso leí su biografía en Wikipedia. Una tremenda sorpresa me llevé al enterarme de quien fue su abuela paterna, Emma Blades Bosques, << espiritualista, rosacruz, pintora, poeta y feminista; ella le enseñó a leer y a estar en contacto con diversas formas de pensamiento >>.[1] Su nombre completo era Emma Andrea Bosquez Aizpuru,  hija de Tomás Bosquez y Adela Aizpuru, quien era nieta de Rafael Aizpuru, un militar neogranadino quién ocupara en diversas ocasiones la presidencia del Estado Federal de Panamá, siendo un caracterizado opositor del centralismo colombiano.[2]  Esta maravillosa mujer ejerció una fuerte influencia en la vida de Rubén, quien luego le dedicaría siempre hermosas palabras y hasta bellas canciones. En palabras del artista: << Mi abuela Emma me inculcó el sentido de la justicia donde todos podemos formar parte de la solución, desde esa perspectiva he desarrollado mi vida y es la base que me ayuda a seguir adelante >>.[3]
Desde que Rubén era pequeño, Emma se encargó de que aprendiera a leer y a escribir, por lo que a los cuatro años él ya sabía hacer ambas cosas. Si bien no existen demasiados datos sobre esta polifacética mujer, gracias a Paula C –ex pareja de Rubén-, podemos tomar una frase que seguiría apuntando a lo adelantada que fue Emma para su época y la influencia que tuvo en la vida de su nieto: "Ella le enseñó a leer y a escribir. Lo enseñó a pensar por sí mismo, a hacer lo correcto y a no preocuparse por convenciones". 
Divorciada dos veces y con cuatro hijos, dos mujeres y dos hombres, decidió que no iba a aceptar dinero de sus ex maridos, por lo que envió a la escuela a las mujeres y a los hombres les enseñó en su casa, ya que consideraba que la necesitarían a lo largo de su vida más que sus hijos varones.[4] Para ella  << El mundo estaba hecho por los hombres para los hombres >>. La falta de dinero no iba a ser un problema que denostara su independencia. Decidió  encargarse sola de la educación de sus hijos, la cual consideraba fundamental, sobre todo la que fomentara el libre pensamiento.
Si tenemos en cuenta los datos, la abuela de Rubén tenía 25 años cuando corría el año 1910, por lo que realmente su perfil de libre pensadora se demuestra con esta filosofía de vida que profesaba. En los años 30, Emma gozaba de una compleja visión del mundo: practicaba el vegetarianismo y el yoga en su casa. Según su nieto, ella era rosacruz. Todo ese entramado de pensamientos, creencias y formas de encarar la vida que habitaban en Emma fueron transmitidas a Rubén Blades, quien pasaba gran parte del tiempo con ella debido a que sus padres Rubén Darío y Anoland tenían que trabajar. 
En el año 1948 cuando Rubén nació, Emma tenía 63 años. Como describe Sandra La Fuente: "Entre las primeras imágenes de su memoria está un niño de cinco o seis años, de caminata con su abuela por el casco viejo de ciudad de Panamá, recorriendo los teatros: Variedades y El Dorado, la Plaza Amador, Las Bóvedas, el mar de frente". [5] Para su nieto, fue la gran educadora, le dio un marco de amor, intelectualidad y profundidad filosófica y artística a su vida. Le allanó el camino para que pudiera involucrarse con la música e incluso le comunicó la importancia del cine. Nunca Emma dio el mensaje a Rubén de que el dinero lo era todo, sino que por el contrario lo animó a enriquecer su mente y su espíritu: "Aunque nací en una pensión, siempre recuerdo a mi abuela cuando decía que la peor pobreza es la del espíritu y la mente. Que el hecho de estar limitado económicamente no era sinónimo de vivir como un animal o sentirte menos. Con ella aprendí que la educación es un proceso que nunca termina".

Rubén ha escrito para su abuela canciones, y le ha dedicado hermosas frases. Fue muy lindo encontrarme esta tarde de sábado con la información de que Doña Emma existió, que vivió de la forma que lo hizo y que es tan admirada por su nieto por el papel que desempeñó en su vida y en la de ella propia como mujer.
Existieron mujeres cuyas formas de vivir fueron silenciadas, pero que se abrieron paso en esta sociedad de valores paternalistas. Doña Emma fue una de ellas.




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