martes, 29 de octubre de 2013

Porque para decidir hace falta más de una opción

por Flora Mitocondria

Los objetos como tales, son inanimados. Son inertes. Son objetos y nada más. Pero a veces, en la ducha, podía sentir a la dichosa “maquinita” de afeitar mirándome, juzgándome. Tras ella, venía marchando toda la otra maquinaria: La de la idealización del cuerpo “perfecto”, “ideal”, bellamente barbístico, esbelto, suave y lampiño como un buen pedazo de plástico.
Cada ocasión en la ducha me recordaba a los primeros años de la pubertad, donde la revolución hormonal comenzaba a tomar el terreno de mi cuerpo. La idea de la depilación en esos tiempos ya me sonaba por lo menos sospechosa e innecesaria. Pero el tiempo y la transición hacia la adolescencia cambiaron el panorama. Como “señorita” debía cumplir con ciertos requisitos que llovían desde la TV, las revistas y el duro proceso de adolecer aquel anhelo de aceptación de los pares y el dilema del despertar de la sexualidad. La opción de no encajar no contaba como tal y la meta de la belleza juvenil ideal, inalcanzable. 
En ese ámbito empieza a desarrollarse el gérmen de lo estéticamente deseable y el desprecio de lo que se sale de estas pautas, creando y haciéndonos creer que existe un tipo de belleza “correcta” y apetecible; y al que se debe llegar de una u otra manera. ¿Es redundante el aclarar que dichos estándares responden a un “gusto” formador social, cultural y fundamentalmente masculino o de una visión del macho? Por si acaso dejo abierta esta pregunta.
Como la mayoría de las chicas/mujeres, hube de someterme al hábito depilatorio, como uno de los requisitos de la inmensa lista que portan aquellos valores estéticos. Mis dudas con respecto a estas prácticas eran reales, tanto como las miradas y las críticas implacables que estarían al pie del cañón si decidía rechazarlas. En retrospectiva, lamento que el peso social haya sido mayor.
Innumerables sesiones de quemaduras con cera, pellizcos con pinzas o depiladoras eléctricas debieron pasar. Depilarse resulta una costumbre terrible para mi, además de doloroso, inútil y nada productivo. Muchos años de dolor físico y emocional por correr la zanahoria de las piernas y axilas bellas y sedosas, y que nunca sería alcanzada por mi, tuvieron que pasar. Durante esos años y después, fueron resonando cada vez con más fuerza preguntas como: ¿Cuál es el propósito de emprender una tarea tan imposible como fingir que algo natural como el vello, no existe? ¿Es un deseo propio el de tener un cuerpo plastificado? ¿A quién respondo cuando acepto los modelos que se me demandan? ¿Realmente quiero hacer esto?
Esta última pregunta es fundamental. Más allá de lo que se espera en la sociedad de las mujeres, en cuanto a lo estético, considero mucho más urgente el plantearse esto.
¿Es de mi deseo consumir MI energía, MI tiempo y MI dinero en mantener un patrón de belleza basado en los deseos de otros? Yo no puedo responder positivamente a esto, pero quien pueda hacerlo de corazón no merece ningún reproche.
Mientras seamos conscientes de nuestros cuerpos, de las prácticas que aplicamos sobre ellos y de las consecuencias de esas prácticas (físicas, emocionales, de autoestima, sociales) no hay lugar para el error. No hay correcto o incorrecto en este tema: debe ser una cuestión de elección, pero de una elección honesta. Es central sincerarnos con nosotras mismas para obtener una coherencia en el accionar.
Aquellas mujeres que eligen la depilación por gusto personal tienen todo mi respeto. Cada quién puede y debe decidir sobre su cuerpo y su vida, pero esto sólo se logra plenamente luego de haber reflexionado y considerado las demás opciones.
Yo elegí prescindir de la depilación. La decisión no fue difícil y hasta lo sentí como un proceso lógico en mi vida. Pero por supuesto que todo acto tiene sus consecuencias y éstas deben tenerse presentes, también a la hora de elegir.
Las relaciones sociales rebalsan de prejuicios respecto a este tema y no son fáciles de evadir, en una época dónde e aspecto físico está tan sobrevalorado. El ámbito laboral, el académico y todo evento social son tenidos en cuenta a la hora de decidir y elegir salir a la vida con el cuerpo sin procesar, esquivando la ruta de los “salones de belleza”.
Unos meses después de recuperar el tiempo que la máquina me había afeitado, vinieron los días de calor. Uno de esos días coincidió con mi clase de teatro. Esperando a que comience la clase, dos de mis compañeras me dieron una hermosa sorpresa: Polleras y pantalones cortos mostrando vivaces piernas peludas y remeras sin mangas descubriendo axilas a las que no les interesa ser lisas y sedosas.
Por supuesto que la decisión personal es fundamental y por ello es que vuelvo tanto sobre la cuestión; pero ver la libertad tan naturalmente en otras mujeres, ayuda a combatir las miradas prejuiciosas y las críticas banales. Pensando en esa rivalidad entre mujeres que fue implantada en el ideario social, un punto de luz fue para mi aquella situación. No fue necesaria ninguna acotación. Los cuerpos libres hablan por sí solos.
Esta misma situación abre el abanico a todo lo que la elección sobre el cuerpo de cada una puede significar. Invito a partir desde este punto y trazar todos los despliegues posibles que atañan al poder de decidir. Mi cuerpo es mío y sólo yo debo y puedo decidir sobre él. Por más que suene trillado, una pasada por los espacios publicitarios televisivos y el efecto boomerang que producen en la sociedad, me hace pensar que nunca está de más mencionarlo.
Aliento entonces a poner todas las cartas sobre la mesa de las posibilidades. Elegirnos y aceptarnos es parte del camino hacia el amor al propio cuerpo y el entendimiento de lo que la belleza puede (o no) significar.

martes, 22 de octubre de 2013

"Las mujeres deberían descubrir que son las protagonistas absolutas del parto"

por Julia Ruppel

En esta ocasión tuvimos la oportunidad de preguntarle a Raquel Schallman* sobre parto respetado y cuáles son sus implicancias en las vidas de las mujeres; el rol de las parteras, el rol del Estado y el de los medios de comunicación en la difusión de esta práctica que tanto tienen que ver con la autonomía de las parturientas, y de cómo vivencian sus cuerpos y el de los recién nacidos.


Raquel, ¿por qué creés que en un acto fundamental en la vida de las mujeres como lo es el parto, se controla, se apura, se mide en tiempos ajenos a ellas?

Desde lo más profundo, diría que el patriarcado que nos somete desde hace casi 6.000 años, no puede tolerar el poder que significa que una mujer pueda generar vida en su cuerpo, sin ninguna cosa extra. Es normal y natural.
Desde lo actual, diría que las mujeres han perdido su poder de parir, a partir del miedo generado desde el sistema médico (no de los médicos solamente, sino de un sistema que los somete a ellos también)
El sistema médico conoce solamente un modo de "asistir" los partos: y es conducirlos, de acuerdo a lo que cada profesional aprendió. Esto es: manipular absolutamente todo el proceso, y para eso es imprescindible difundir una cantidad de mitos que llenan de miedo a las mujeres que termina creyendo que semejante maltrato es lo "natural"

A raíz de esto, ¿qué podés decirles a las mujeres que no saben que hay otra alternativa, es decir que existe el parto respetado? ¿Qué pueden descubrir con esta experiencia?

Las mujeres deberían descubrir que son las protagonistas absolutas del parto. Ellas parirán con o sin profesionales, con o sin instituciones. El cuerpo lo ponen ellas. Deberían investigar todas las opciones que hay.
En mis grupos de abordaje corporal emotivo, ese proceso lo viven a través de pocos meses y les sirve no solamente para el parto sino que termina siendo un modo de plantarse y plantearse la vida.

¿Pensás que la mayor parte de las mujeres siente en el fondo que no pueden parir sin la ayuda de los médicos, en una institución, debido a un trabajo sistemático en sus creencias?

Creo que es lo que las mujeres piensan. No lo que sienten. Las que se animan a respetar esos sentimientos, son las que contra viento y marea y contra los que le dicen que están locas, investigan, descubren, hacen una experiencia vital y transformadora. No importa si el parto es en el casa o no, y aún si termina en una cesárea. Lo importante es que ella sea la protagonista.
Es inconcebible para la OMS y la naturaleza, un 80% de cesáreas! 
Pero una cesárea puede ser salvador para el 9% que sí la necesitan.

Los mitos en torno al embarazo y al parto, ¿funcionan desde el temor para que las mujeres no tomen la iniciativa de su propia experiencia?

Efectivamente

¿La desconexión en el ámbito hospitalario de mujeres y parteras a raíz de la fuerte figura del médico/obstetra es un acto que tiene consecuencias al momento del parto?

Totalmente. Pero la "fuerte figura del hombre/médico" también es mentirosa. Se le ha entregado un poder que no tiene y que suele usar mal.
Las médicas trabajan desde el "poder médico masculino". En general, salvo rara excepción, suponen que es la única forma de competir con el "varón/médico". 
La desconexión de las parturientas y sus cuerpos tienen consecuencias graves, porque persiste después del parto. Las separan de sus bebés, y esos bebés que necesitaban con urgencia el cuerpo de la madre, entran a la vida abandonados, solos, manipulados, violentados, agredidos. Eso es lo que se siembra en estas generaciones. 
En el parto mismo, la alteración de lo natural es absoluta: si se les quita su ropa y se les dan batas humillantes, como lo primero de todo, eso desde luego altera el proceso biológico. La obligatoriedad de estar quietas, acostadas y calladas,  altera totalmente el proceso. Y cuando la intromisión se vuelve violenta: tactos excesivos, rotura de bolsa, goteos enloquecedores, anestesias, indudablemente el parto que debió ser, será otra cosa, siempre mucho peor.

En el panorama actual, ¿ves muy lejos la posibilidad de una legitimación de las prácticas de las parteras que hoy actúan por fuera del sistema oficial, bajo la premisa del parto libre?


Esas prácticas son totalmente legitimas y legales. 
El costo para esas parteras es alto, porque entregan la mayor parte de su vida al servicio de cada parto. Es lo que el sistema no acuerda: no "industrializar" el proceso. 
La formación académica ya no existe. Las universidades forman "licenciadas en obstetricia" enseñando a estas profesionales a estar al servicio del médico.
No hay opciones en el país. Las que consiguen, despues de muchos años, terminar esa carrera, tienen que desaprender todo lo aprendido, y hacer experiencia al lado de alguna que acepte a esta aprendiz, aunque sea una egresada universitaria.

¿Las consecuencias de un parto institucionalizado en la salud de las mujeres y bebés suelen darse sin distinción de clases sociales o generalmente quienes sufren más son los sectores vulnerables? (En este sentido, ¿podríamos decir que hoy en día las embarazadas son un sector vulnerable per se?)

Sí, a las dos preguntas. No hay distinciones. Y las embarazadas son un sector vulnerable per se.

¿Cuál es la diferencia en cuestión de salud de las mujeres y bebés en países donde el Estado garantiza el parto en casa, o parto respetado, de los que no?

En esos países, muy pocos: Holanda , Australia., Inglaterra... la gran diferencia es que el estado paga el parto, y los partos respetados no son vilipendiados, descalificados, como si fueran una criminalidad.
Eso hace que las parteras puedan ofrecer sus servicios públicamente, tanto en partos en casa, como en casas de partos. Y se hace visible de a poco, las enormes ventajas -para todos- de un parto no intervenido.
Bajo costo económico para el estado, beneficios para la salud de los profesionales, para la satisfacción de las familias

¿Las mujeres  que realizan consultas con vos muchas veces desconocen las prácticas que realiza el sistema médico con los recién nacidos, o suelen saberlo y lo toman como una verdad dada que asumen como necesaria?

La mayor parte de las veces los desconocen. Porque apenas nacido "se llevan al bebé, para las prácticas de rutina" y en 10 minutos el bebé está de vuelta, bañado, peinado y vestido y no se les informa a los padres, ni se les pregunta si están de acuerdo.
Menos veces, consultan conmigo precisamente para evitar esas prácticas.
En mi libro "Parir en libertad, en busca del poder perdido" están descriptas. Pero como ese libro se escribió hace algunos años, ahora han aumentado las intervenciones sobre los bebés. Siempre de modo cruento, innecesario y dañino.
De todos modos, la mayoría acepta como naturales las prácticas violentas sobre los niños. Por ejemplo, la mamadera, es normal. No tienen idea del daño de las leches "maternizadas".... y es solo un ejemplo.

¿Qué importancia le das a los medios de comunicación y a la transmisión de ideas entre las propias mujeres como un motor de cambio ante la concepción de que el parto medicalizado es más seguro?

Los medios de comunicación son tremendos. A mí me hacen entrevistas y luego las publican dadas vueltas o descontextualizadas.
Una vez  que pedí leer la nota antes de su publicación, y estaba bastante bien, le agregaron un título que decía algo así como "los peligros del parto en casa", de modo que toda la nota estaba teñida de la palabra "peligro"
En cuanto a las mujeres, y a la sociedad toda, en realidad, lamentablemente, se someten al sistema a partir de la amenaza del riesgo.
En los últimos 100 años se han inventado enorme cantidad de enfermedades y la industria farmacéutica se ha convertido en una de las más poderosas del mundo. 
Se descalifica terriblemente a los profesionales que pensamos diferente, aún cuando los resultados que podemos mostrar son espectaculares.
A cada uno de los poquísimos médicos que trabajan realmente de forma respetuosa, les van prohibiendo la entrada en las clínicas de la ciudad y alrededores, sin justificación alguna. 
Después de tantos años de mi ejercicio profesional, esta es la primera vez que en marzo me invitaron a hablar en un congreso nacional de obstétricas.
Me dieron el peor horario, me maltrataron públicamente. Lo pasé mal.
Al mismo tiempo, me han invitado a participar de congresos y encuentros en otros países del mundo, a través de varios años.
El único camino, creo, son las redes de mujeres que sean capaces de unirse y difundir.  Es un camino desalentador, pero vale la pena.

¿Cuál es el saber que las mujeres, parteras y parturientas, deberíamos recuperar en torno al acto increíble que es el parto-nacimiento?


Todas deberíamos recuperar la conciencia  y la certeza de que las mujeres SABEN PARIR, como cualquier mamífero nos muestra hoy en día.
Eso nos devolvería el poder para no aceptar tanto maltrato, daño y sometimiento para nosotras, y nuestros hijos.
Recuperar la alianza entre mujeres en lugar de dejarnos separar por cosas intrascendentes. El sistema estimula estas divisiones todo el tiempo. Nos exigen ser jóvenes, hermosas, perfectas, madres sin errores, grandes amantes, duritas, esposas devotas, y podría seguir.
Ese modelo nos obliga a competir entre nosotras , mientras al mismo tiempo, la autoexigencia se vuelve descomunal.



*Raquel Schallman egresó de la Universidad de Buenos Aires y se graduó en la Escuela de Técnicas Corporales. Fruto de una larga investigación, creó el A.C.E. (Abordaje Corporal Emotivo), sistema que difunde a las parturientas de sus grupos de consulta. Es, entre muchísimas otras cosas, autora del libro Parir en Libertad. En busca del poder perdido.
Para más información:    www.partolibre.com.ar

miércoles, 16 de octubre de 2013

¿Quién pone el cuerpo?

A siete años de sancionada la ley que consagra el derecho de cualquier persona adulta a optar por la ligadura tubaria o la vasectomía, el balance habla de muchas mujeres poniendo el cuerpo a una operación que exige anestesia total y una internación de por lo menos dos días y de muy pocos hombres que piden una intervención con anestesia local, sin posoperatorio y fácil de revertir. ¿Las razones? Inequidad de género, falta de información y prejuicios tanto de los beneficiarios como de los servicios de salud.

Por Mariana Fernández Camacho

Provincia de Buenos Aires, 2005
“Al Sr. director del hospital: me dirijo a usted con el motivo de solicitar que se me realice ligadura de trompas. Tengo 32 años, tengo siete hijos y los siete son con cesáreas. Estamos de acuerdo yo y mi marido. Desde ya muchas gracias. Estoy de 31 semanas.”

Provincia de Buenos Aires, 2005
“Sr. director del hospital: solicito por la presente, nuevamente, se me realice una ligadura de trompas en mi próxima cesárea. Estoy cursando el quinto mes de mi décimo embarazo. En el último de ellos no se me realiza la ligadura por no tener el informe que se habría realizado autorizándome. Mis antecedentes constan en la historia clínica, el servicio de obstetricia y en el comité de bioética del hospital. A la espera de una respuesta satisfactoria. Atentamente...”

La ley nacional Nº 26.130, hace siete años, incorporó la ligadura de trompas de Falopio y la vasectomía como métodos electivos de anticoncepción definitivos en los servicios del sistema de salud, a partir de la autodeterminación de las personas mayores de edad y sin necesidad de consentimientos conyugales, indicaciones terapéuticas o autorizaciones judiciales. Se daba fin así a un largo camino de gestiones y de evaluaciones psicológicas, sociales y médicas que legitimaban (o no) deseos personales de otras. De esas otras mujeres que a través de cartas pedían al Estado ser escuchadas, y exponían su intimidad y sus dolencias empeñadas en obtener permiso para actuar sobre su propia vida. Mujeres que consiguieron transformarles la vida a todas.

En su libro Salud reproductiva y derecho a decidir. Experiencias sobre ligadura de trompas en la provincia de Buenos Aires –donde se recogen las cartas cuyos fragmentos son acápite de esta nota–, la licenciada Liliana Siede exploró la gestación del proceso de decisión de mujeres que se acercaron a hospitales públicos de la provincia de Buenos Aires para evitar tener más hijos, antes de la sanción de la ley. Para la mayoría de las mujeres de la muestra, llevar a cabo una ligadura de trompas significó sentir que por primera vez en sus vidas tomaban solas una decisión. Según Siede, la experiencia sobre el propio cuerpo enseña a construir valores: “Como si el apropiarse de decidir no tener más hijos quedara inscripto en un tiempo definido de cambio, de una necesidad interior que da lugar a una nueva etapa con otras perspectivas”.

Luces y sombras

Patricia Urbandt es especialista en bioética, coordinadora del centro quirúrgico en el Hospital Interzonal Especializado Materno-Infantil de la ciudad de Mar del Plata, y una testigo de los últimos 30 años del sistema de salud público: “Desde residente he pasado por todas las etapas. He conocido a médicos que decían ‘Esta señora no puede tener más hijos porque no tiene dientes, el marido está sin trabajo, se le murieron dos nenes, basta’ y entonces decidían la ligadura de trompas sin avisarle a la mujer, hasta ahora que con la ley las embarazadas piden las cesáreas para hacerse la ligadura aunque ésa no sea la indicación. Es decir, se pasó de una actitud paternalista por parte de los profesionales a otra donde a veces parece que el médico estuviera en un negocio vendiendo cosas. Con la operación de cesárea hacen dos por uno y se privilegia la distribución operativa de recursos físicos y materiales. Yo creo que las mujeres tienen derecho a elegir, pero sobre todo tienen derecho a saber y a estar informadas, porque no se están cambiando el color de pelo, se están haciendo algo de carácter permanente”.

Ante la falta de estadísticas, algunos estudios que a partir de la ley vienen siguiendo la evolución de la lisis tubaria en el partido de General Pueyrredón de la provincia de Buenos Aires reflejan que el 50 por ciento de las mujeres que hicieron uso de su derecho eran menores de 30 años, llegando a un 25 por ciento las menores de 25 (cifras relevadas entre septiembre de 2006 y agosto de 2011). También se evidencia un constante incremento en el número de prácticas realizadas en hospitales públicos y la aparición con mayor frecuencia de mujeres de entre 18 y 21 años que piden turno para operarse.

En sus cuadernillos informativos, desde el Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable del Ministerio de Salud enumeran el tener menos de 25 años y desconocer otras opciones de métodos anticonceptivos entre los factores de riesgo de arrepentimiento a la ligadura. Se plantea además que una adecuada consejería preoperatoria es fundamental y que las arrepentidas son más cuando se ligan las trompas durante una cesárea.

En este punto, Urbandt abre el fuego: “Se debe partir de una idea central: la ligadura tubaria es una opción anticonceptiva permanente (la más gravosa), entre varias otras disponibles que tienen carácter reversible. Por eso, este tipo de intervención no puede funcionar en forma aislada de la normativa vigente en materia de salud reproductiva y procreación responsable. Si las mujeres recurren a la ligadura de trompas de Falopio como único método de anticoncepción por la fácil accesibilidad, el bajo costo que les genera, su innecesario control posterior y la alta efectividad, no podemos hablar de una opción legítima alcanzada entre otras alternativas válidas. Sería muy positivo que los jueces y efectores de salud pusieran el mismo celo que mostraron para ordenar y acordar las esterilizaciones por vía amparo, para hacer cumplir las leyes de salud reproductiva. No es posible, por ejemplo, que existan períodos en los que un hospital discontinúe la provisión de preservativos o anticonceptivos orales e inyectables. Es de esencial importancia que se encuentren disponibles los insumos para que todos los esfuerzos de información, educación y ejercicio de la autonomía personal no caigan en el vacío, ni se concentren sólo sobre una opción drástica de planificación familiar para las mujeres en edad fértil”.

Poner (siempre) el cuerpo

La operación de las mujeres consiste en la oclusión bilateral de las trompas de Falopio para que no se unan las gametas (óvulo-espermatozoide) y evitar los embarazos. En la vasectomía se realiza el corte de los conductos deferentes, por donde viajan los espermatozoides. El resultado es semen estéril. En general, se usa anestesia local y no requiere reposo. Ese mismo día el hombre vuelve a su casa y al siguiente puede ir a trabajar. En cambio, el post de la lisis tubaria es compleja, y si se realiza durante la cesárea se trata de una doble intervención que puede necesitar entre 48 y 72 horas de internación. Por otro lado, el nivel de eficacia de la vasectomía es del 99 por ciento, y a su vez tiene un porcentaje más alto de reversibilidad que la ligadura de trompas.

Es importante, además, echar por tierra los mitos que se le endosan a la esterilización masculina: no disminuye la libido, ni se goza menos, ni se tienen pocas erecciones y eyaculaciones. Todo sigue igual (de bien o mal) que antes de la intervención.

Para Urbandt, la defensa del género también tiene que ver con reclamar que alguna vez el cuerpo lo ponga el otro: “La mayoría de los métodos anticonceptivos están preparados y pensados para la mujer, aquí y en el mundo. Hay una cuestión de machismo que hace que el varón ni siquiera se coloque el preservativo, entonces la anticoncepción siempre recae sobre nosotras, con las consecuencias que cada método conlleva. Somos las mujeres las que ponemos el cuerpo para reproducirnos y para dejar de reproducirnos. Tenemos que entender que la reproducción es responsabilidad compartida, del varón y de la mujer. ”

Fuente:
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/13-8321-2013-09-20.html

Información para decidir sobre nuestro cuerpo

Por Florencia Kot Hansen

En enero de 2012 empecé con un cuadro de mucha angustia y ansiedad que me impactó profundamente, dado que no tenía ningún motivo objetivo para estar mal: estaba de vacaciones, mis hijos estaban sanos y hermosos, con mi pareja habíamos llegado a un momento de estabilidad óptima y mi trabajo me gustaba. Sin embargo, como el cuadro no mejoraba, con el correr de las semanas consulté a un psiquiatra, que me recetó un antidepresivo.

Pero el cuadro no desapareció y lo que me llamó la atención fue que se agudizaba con los síntomas premenstruales. Entonces decidí hacer lo que todos desaconsejan: buscar respuestas en Internet. Quería saber si existía alguna relación entre los dolores menstruales, el uso del Dispositivo IntraUterino (DIU), la ansiedad y la angustia. En mi primera búsqueda en español, sólo aparecieron vínculos relacionados con el DIU hormonal. Repetí la búsqueda pero esta vez en inglés. Fue como abrir la caja de Pandora. Con gran sorpresa descubrí que el DIU de cobre, el cual me fue presentado por el obstetra como un método barrera e inocuo, en realidad funciona gracias a la interacción del cobre con el organismo. El cobre impide que se genere la pared en el útero donde anidan los óvulos fecundados y, además, es altamente espermicida. El rol del cobre es primordial en este método anticonceptivo, tanto como lo son las hormonas en el DIU hormonal. Después de cruzarme con varios foros donde cientos de mujeres presentaban cuadros similares al mío (cuadros de depresión, ansiedad y pánico que aparecen de la nada), me enteré de que, al parecer, un exceso de cobre en el organismo puede generar, entre otros, síntomas de depresión, ansiedad, pánico, acné, pérdida de cabello. Tuve todos estos síntomas. Ninguno de los profesionales que consulté admitieron la relación de éstos con el DIU. Todos coincidían en señalar que la cantidad de cobre es mínima para producir algún efecto nocivo en la salud.

Como mujer y como feminista, me resulta doloroso “embarrarle la cancha” a un método anticonceptivo tan eficaz para tantas mujeres. Sin embargo, creo que todas tenemos derecho a tomar una decisión informadas, todas debemos saber qué riesgos estamos asumiendo a la hora de optar por un anticonceptivo y evaluar si realmente vale la pena. En http://cuidadoconeldiudecobre.wordpress.com/ estoy subiendo en castellano la información que voy encontrando. Mi objetivo es acercar esta información a la población de habla hispana y abrir un interrogante acerca de la real inocuidad del DIU. Lo vivido, lo leído y lo investigado me llevan a pensar que hay mucho más que lo informado en los prospectos. Los invito a leer y sacar sus propias conclusiones.


Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/20-7685-2012-11-30.html


lunes, 14 de octubre de 2013

El calor: La recuperación de la sexualidad sagrada

Las diosas obscenas

Hay un ser que habita en el subsuelo salvaje de la naturaleza femenina. Esta criatura es nuestra naturaleza sensorial y, como cualquier criatura integral tiene sus propios ciclos naturales y nutritivos. Este ser es inquisitivo, amante de la relación, a veces rebosa de energía y otras permanece en estado de reposo. Reacciona a los estímulos sensoriales: la música, el movimiento, la comida, la bebida, la paz, el silencio, la belleza, la obscuridad[1].
Este aspecto de la mujer es el que posee calor. No un calor del tipo “Vamos a acostarnos, nena”, sino un fuego subterráneo cuyas llamas suben y bajan cíclicamente. A partir de la energía que allí se libera, la mujer actúa según le parece. El calor de la mujer no es un estado de excitación sexual sino un estado de intensa conciencia sensorial que incluye su sexualidad, pero no se limita a ésta.
Mucho se podría escribir acerca del uso y el abuso de la naturaleza sensorial de las mujeres acerca de la manera en que ellas y los demás reprimen sus ritmos naturales o intentan apagarlos por completo. Pero vamos a centrarnos en su lugar en un aspecto que es ardiente y decididamente salvaje y despide un calor que mantiene caldeadas las buenas sensaciones. En la época moderna apenas se ha prestado atención a esta expresión sensorial de las mujeres y, en muchos lugares y momentos, incluso se la ha desterrado por completo.
Hay un aspecto de la sexualidad de las mujeres que en la antigüedad se llamaba lo obsceno sagrado, no con el significado con que hoy utilizamos la palabra “obsceno” sino con el de “sexualmente sabio e ingenioso”, y se tributaban a las diosas unos cultos dedicados en parte a la irrelevante sexualidad femenina. Los ritos no eran despreciativos sino que más bien pretendían representar algunas partes del inconsciente que incluso hoy en día siguen siendo misteriosas e inexploradas.
La idea misma de la sexualidad como algo sagrado y, más concretamente, de la obscenidad como un aspecto de la sexualidad sagrada, es esencial para la naturaleza salvaje.
Había en las antiguas culturas femeninas unas diosas de la obscenidad así llamadas por su ingenua y, sin embargo, astuta lascivia. Pero el lenguaje, por lo menos en castellano, dificulta enormemente la comprensión de las “diosas de la obscenidad” como no sea en términos vulgares.
He aquí el significado del adjetivo “obsceno” y otros vocablos afines. A través de estos significados creo que se comprenderá por qué razón este aspecto del antiguo culto de la diosa fue desterrado bajo tierra.
Me gustaría que mis lectores consideraran estas tres definiciones de diccionario y sacarán sus propias consecuencias:

Sucio: El significado del término se ha extendido hasta abarcar cualquier tipo de suciedad y especialmente el lenguaje obsceno*.

Palabrota:  Palabra obsceno, expresión utilizada también actualmente para designar algo que se ha convertido en social o políticamente impopular o sospechoso, a menudo a causa de críticas y descalificaciones injustificadas o por no seguir las tendencias del momento.

Obsceno: del hebreo antiguo Ob, con el significado de “maga”, “bruja”*.

Todo estos términos tienen cierto carácter despectivo y, sin embargo, subsisten en todas las culturas mundiales vestigios de cuentos que han sobrevivido a las distintas purgas. En ellos se nos dice que lo obsceno no es vulgar en absoluto sino que más bien se parece a una especie de criatura de naturaleza fantástica que uno quisiera tener por amiga y cuya vista desearía con toda el alma de recibir.
Hace unos años, cuando empecé a narrar “cuentos de la diosa obsceno”, las mujeres sonreían y después se reían al oír los relatos de las hazañas de las mujeres, tanto reales como mitológicas, que utilizaban su sexualidad y su sensualidad para conseguir un objetivo, aliviar una pena o provocar la risa, y, por este medio, enderezar algo que se había torcido en la psique. También me llamó la atención la forma en que las mujeres se aproximaban al umbral de la risa cuando se hablaba de estas cuestiones. Primero tenían que apartar a un lado todas las enseñanzas recibidas, según las cuales reírse de aquella manera no era propio de una señora.
Y yo comprobaba que el hecho de ser una señora en una situación inapropiada ahogaba a una mujer en lugar de ayudarla a respirar. Para reír hay que poder exhalar el aire e inspirar en rápida sucesión. Sabemos por la quinesiología y otras terapias corporales como el Hakomi que el hecho de inspirar nos hace experimentar sensaciones y que, cuando no queremos sentir nada, contenemos la respiración.
Cuando se ríe la mujer respira libremente y, al hacerlo, es posible que empiece a experimentar unas sensaciones no autorizadas. ¿Y qué clase de sensaciones son ésas? Pues bien, en realidad, no son sensaciones sino un alivio y un remedio para las sensaciones, un alivio y un remedio que a menudo dan lugar a la liberación de lágrimas reprimidas y a la recuperación de recuerdos olvidados o a la rotura de las cadenas de la personalidad sensual.
Comprendí que la importancia de estas antiguas diosas de la obscenidad quedaba demostrada por su capacidad de soltar lo que estaba demasiado tenso, borrar la tristeza, provocar en el cuerpo una especie de humor que no pertenece al intelecto sino al cuerpo y mantener expeditos esos canales. Es el cuerpo el que se ríe con los cuentos del coyote y los del tío Trungpa[2], las frases de Mae West, etc. Las travesuras y el humor de las diosas obscenas pueden hacer que una vital modalidad de medicina se extienda por todos los sistemas neurológicos y endócrinos del cuerpo.
(…)


Pinkola Estés, Clarissa. Mujeres que corren con los lobos. 


[1] Las cosas que estimulan la felicidad y el placer son siempre “puertas traseras” que se pueden explotar o manipular.
[2] Los cuentos del tío Tuong-Pa o Trunpa son cuentos “verdes” protagonizados por bromistas, presuntamente originarios del Tíbet. La figura del bromista está presente en los cuentos de todos los pueblos.

sábado, 12 de octubre de 2013

Lo que se invisibiliza en la cuestión Carla Conte

por Julia Ruppel

Carla Conte participó en el segmento "El Kioskito”, conducido por Carla Czudnowsky en el programa  "Duro de Domar" donde comentó su incomodidad al participar en “Bailando por un sueño” y otras cuestiones referidas a sus compañeros de ese período de su carrera.  Tal como han sido presentadas las notas sucesivas en diversos medios, Carla ha sido fuertemente criticada por diversas personas del medio del espectáculo e inclusive  por  los espectadores. ¿Qué se deja ver y qué se invisibiliza en las críticas a Carla y en los discursos de ella misma?


No es la primera vez que Carla Conte hace algún comentario en los medios de comunicación sobre sus elecciones de vida, profesionales, o da puntos de vista y estos son desviados hacia otros lugares que ridiculizan sus palabras o disuelven el aspecto esencial de sus puntos de vista. Sabemos que Carla es defensora del parto humanizado, y ha realizado notas sobre estos temas para Telam, Revista Pronto, Página 12 y Lima, entre otras. Entrevistó en la Tv Pública al prestigioso obstetra francés Michel Odent y a la doula Liliana Lammers y ha hablado del parto respetado y la licencia post maternidad en canales de televisión como CN23.También se la ha visto comprometida con la campaña de concientización sobre la lactancia materna. Pero de esto se sabe por lo general poco, mientras que se la reconoce por haber sido una “chica sexy de la tele”, o una “desubicada” por criticar a Marcelo Tinelli y se la tacha de “excéntrica” por querer parir naturalmente, o decidir hacerlo en su casa debido a sus puntos de vista referidos al parto no medicalizado, etc; y no así por haber sido una de las pocas bailarinas del certamen Bailando por un sueño que rechazó el corte de la pollera de su ex jefe Marcelo Tinelli, mientras éste decía en tono de broma: “Una ñapi le doy”, y comentarios machistas por el estilo de él y otros panelistas.

Las notas que sucedieron en diferentes revistas, páginas de internet o programas de televisión a la entrevista que se le realizó en el segmento el “El Kioskito” del programa “Duro de Domar” sólo mostraron títulos del estilo: “Explosivas declaraciones de Carla Conte contra Marcelo Tinelli”, “Durísimas declaraciones de Carla Conte contra Tinelli y Iúdica”, etc. Lo que se comentó de la entrevista de Carla y de las palabras que ella usó para retratar su incomodidad al trabajar con Mariano Iúdica y con Marcelo Tinelli fueron puestas en primer plano como “duras” o “explosivas” en vez de mostrar en profundidad la experiencia que ella había tenido en la productora Ideas del Sur como participante y como mujer. Tampoco se cuestionaron del programa Bailando por un Sueño o del mismo Tinelli las prácticas que Carla citaba con respecto a ella y a otras mujeres. En un medio donde todo se da por naturalizado, es decir, que la mujer sea objeto sexual y que el jefe pueda hacer lo que se le plazca con ella y las mujeres del estudio de televisión, o que una mujer que tiene un trabajo deba tolerar comentarios machistas o degradantes hacia las mujeres, y se banalice desde diversos programas chimenteros el optar por un “no” de una participante, pero no se habla comunmente de parto respetado, natural y no medicalizado, surge la pregunta, ¿por qué hay que acostumbrarse a ver el tipo de mujeres que defiende prácticas denigratorias y no darle espacio a las que tienen algo importante que decir?

“En su momento, ponele, lo que era el Bailando y todo eso, viviéndolo ahí en carne propia, que tampoco era algo que me pasaba en ese mismo momento sino que sentía que algo me molestaba pero no lo pude registrar hasta más tarde.” En palabras de Carla, la experiencia no pudo interpretarla en el mismo momento en que la vivía, sino que fue después, en un momento clave cuando se dio cuenta que ya no quería estar más ahí: “Yo me acuerdo de estar en el vestuario y ver el monitor y decir: ¡Ah! No me digas que ahora quiere cortar las polleritas, ¡la puta madre que lo parió! ¿Qué más va a hacer? O sea, si era lo mismo, ya estoy en culo. Pero ¿por qué!”. El análisis que hizo fue tomado por la mayor parte de las personas del medio como de alguien que había aceptado estar en pollerita y corpiño, bailando delante de las camáras, y que “sabía dónde se metía” y que hoy no tiene sentido que salga a hacer declaraciones porque “ya había mostrado todo” y sobre todo: porque “no debe criticar la mano de quien le dio de comer” (su jefe, Tinelli). 
No es la primera vez que Carla hace una nota en la que argumenta que el problema no era haber bailado semidesnuda, porque en todo caso había sido su decisión, como ya había expresado en marzo de 2011 a la Revista Veintitrés: “(…) Me parecía horrible la situación de tener que hacerlo porque Tinelli quería. Yo no tenía problema por cuanto se me iba a ver la cola o no; si hubiera tenido problema con eso no hubiera estado ahí; no tengo problema con mi cuerpo y con mostrarlo. Pero una cosa es que una decida mostrar, y otra cosa es que alguien me obligue a estar en una situación que no quiero. Eso fue lo que me chocó mucho en ese momento. Yo quiero decidir, y aparte, estar en esa situación con el jefe…”

Hoy, octubre de 2013, parece que las explicaciones sobre el poco uso de ropa en el certamen no han sido claras, ya que ella en esta última entrevista volvió a hacer hincapié en su decisión y en que no tiene nada que ver haber aparecido semidesnuda en las primeras instancias, porque eso ya había estado pautado y lo al firmar el contrato, lo había aceptado: “Porque hasta ése es el vestuario, y yo me lo pongo es mi decisión, o sea, yo ya sé la coreografía que voy a bailar, yo ya sé que voy a estar en un programa donde me van a mostrar el culo pero vos, ¿tenés que hacer todo ese trabajo de yo con vos voy a hacer lo que quiero? Eso es lo que me parecía lo peor, lo más grave.” El punto es otro, lógicamente, ¿hasta dónde nos apropiamos de una imagen con prejuicios y pensamos que una mujer no tiene espacio para decidir desde dónde y hasta cuándo? Más grave aún, cuando al ver el video del programa Bailando por un sueño, es evidente que Carla no quería hacerlo y que el conductor y el panel la empujaban hacia ese lugar ante la negativa de ella.

Las opiniones de Carla generaron polémica en detrimento de su persona por la mayor parte de los medios faranduleros y de gente ajena a los mismos. Surge la pregunta, ¿nunca nadie fue capaz de darle otra interpretación a una experiencia vivida luego de haber pasado por ella, o darle otro significado a lo que hacía cuando hay un quiebre debido a una situación determinada? “Que era esto de que, ya tengo un hilo dental, ya me cubre el cuerpo un gramo y medio de ropa, ¿tenés también que hacerme agachar, parar, sentar, mostrar, o sea, era como, si ya estoy acá en bolas y voy a bailar y voy a mover el culo y me lo van a ponchar setecientas veces, ¿tenés también que agarrarme y darme la vueltita y hacerme toda esa cosa… o sea, todo eso me parecía que pasaba.” Para Carla lo más grave no era estar semidesnuda, si no otra cosa que se podía leer entre líneas en las imágenes de Marcelo Tinelli cortando las polleras de las participantes de Bailando por un Sueño: “Es solamente por el hecho de te vas a parar acá y vas a hacer lo que yo diga y te voy a cortar la pollerita porque a mí se me canta. Es una relación de poder horrible e realidad porque la necesidad de mostrarte el culo ya es mucho más que eso, si ya estábamos todos en bolas. Lo que estás queriendo mostrar es que vos tenés el poder sobre nosotras. Eso es una mierda, ¿entendés?”.

Lo que causa indignación, es cómo la mayoría de las personas –indistintamente de ser hombres y mujeres- no reflexionan sobre los puntos que están siendo mencionados por Carla: su compañero de trabajo y sus formas sexistas; el  jefe que abusa de su situación de poder; el hecho sabido de que la maternidad se mezcla con lo laboral generando prejuicios en torno a cómo ser madre, si relegar o no el ejercicio de la maternidad por la profesión. Las razones de las críticas desde tantos lugares a Carla parecen venir de cientos de prejuicios, tales como que mostrar el cuerpo ya habla de un tipo de persona que ya no tiene derecho a expresarse, a elegir. Otro, de los más graves, es que las actitudes de un jefe sexista no son condenadas, si no que todo lo que gira alrededor de él es visto con inocencia, ya que la que estaba “en bolas” era Carla.

De la entrevista que le realizaron a Carla Conte en “El Kioskito” surgen muchos puntos para reflexionar que no son mencionados en las posteriores notas que se vieron en los medios. ¿Qué es lo que surge cuando se invisibiliza el discurso, en este caso de Carla o se banaliza su imagen sin darle importancia a lo que ha hecho luego del Bailando… y que realiza en el día de hoy? Invitamos a todas las mujeres y hombres a pensar desde este lugar, desde buscar desde otros sitios, otras miradas que nos ayuden a cambiar situaciones y que no nos dejen con las primeras ideas, o mejor dicho, con los prejuicios.



Luna Roja  http://remolinomenstrual.blogspot.com.ar
Facebook: Luna Roja
nosotras.lunaroja@gmail.com
---
También podés ver referido a Carla Conte:
Revista Lima. Carla Conte. Camino a la maternidad : http://www.revistalima.com.ar/wp/wp-content/uploads/revistalima11.pdf
Telam. Nota a Carla Conte: http://www.telam.com.ar/nota/36705/
Página 12, Las 12. Carla Conte: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/13-8253-2013-08-16.html
Clarín Espectáculos. Carla Conte: http://www.clarin.com/espectaculos/tv-y-radio/Explosivas-Carla-Conte-Marcelo-Tinelli_0_1008499500.html
Revista Pronto. Carla Conte : http://www.pronto.com.ar/articulo/espectaculos/carla-conte-lucha-derechos-mujer/19691231210000072506.html
Duro de Domar, Carla Conte: http://www.youtube.com/watch?v=W2MdZmXRils
Infobae. Carla Conte: http://www.infobae.com/2011/03/04/567862-carla-conte-denuncio-que-la-censuraron
CN23, Carla Conte : http://www.youtube.com/watch?v=Op4Or2ftZNE
Vivo en Argentina. Carla Conte: http://www.youtube.com/watch?v=RbSBirm2NFI