El pasado sábado
30 de noviembre se proyectó “La Bella tarea” en espacio OIHOY actividad organizada por Carolina Alvarez Gattalet,
en colaboración con María Alejandra Martínez de Maminia y que contó con la
presencia de Raquel Schallman.
por Julia Ruppel
A las 16hs
del sábado nos encontramos mujeres, hombres, niños, niñas y bebés, en OIHOY por
Villa Ortúzar para compartir dos partes de las cuatro que conforman la película
“La Bella tarea” de Albertina Carri y Marta Dillon[1].
En un lugar muy lindo como lo es el espacio donde nos convocó Carolina Alvarez
Gattalet, tuvimos la oportunidad de ver al comienzo la primera parte de la
película, llamada “El grito”. Me gustan este tipo de encuentros ya que se
generan momentos de compartir: un mate, un batido de naranja –que por cierto en
OIHOY los hacen muy ricos -, las palabras de alguna mamá con el bebé de pocos
meses en sus brazos, mamás con sus panzas, personas que se recomiendan
bibliografía, gente que se vincula, parejas que construyen día a día una forma
de familia diferente a través de una crianza distinta… en fin. Con intenso
calor en la sala comenzaron los aproximadamente 45 minutos de la primera parte
de la película, donde pudimos ver un parto en casa, un parto en institución,
mujeres acompañadas por sus compañeras y compañeros, relatos de experiencias,
algunas palabras de profesionales como Claudia Alonso… En la película la
belleza de las imágenes se conjugan con las percepciones subjetivas de los
partos, las construcciones culturales en torno al nacimiento y el cuerpo de la
mujer, y aparece un análisis que da para pensar sobre “la envidia del parto”
que parece haber experimentado el hombre en nuestra sociedad patriarcal –
pensándolo como una analogía de la teoría freudiana sobre la envidia del pene -.
A partir de este punto, podemos pensar
que esa sensación frecuente que tienen muchas mujeres de que “algo puede salir
mal” durante el parto es generada por un sistema cultural, donde está
inmiscuido el sistema médico, que responde a la ideología patriarcal y donde
ese “salir mal” responde a la idea de que el cuerpo femenino tiene algo “que
está mal”: es decir, no puede una mujer parir sola o la mujer no sabe parir. A raíz
de esto, se justifican todo tipo de intervenciones médicas, generalmente innecesarias,
que “ayudan” a la mujer – siguiendo con el concepto muy utilizado en la
medicina que nos refiere a los atendidos por un médico como “pacientes” y no
como sujetos activos en el proceso de nuestra curación – a parir. Todo tipo de
procedimientos realizados sobre la mujer y el bebé quedan así justificados en
un espacio donde la mujer suele “ceder” su autonomía ante la palabra o la
decisión del médico/partera de turno.
Aunque esto
muchas de las mujeres que asistíamos a la proyección ya lo sabíamos, es decir,
cómo funciona el sistema donde varias han parido o donde otras van a parir, lo
que resultó revelador para la inmensa mayoría y que fue lo que apuntó Raquel
Schallman, conocida partera y autora del libro Parir en libertad, y es que como también lo anuncia Michel Odent en
sus libros[2],
las intervenciones no sólo se dan en el hospital. Cuando una partera toca
demasiado, indica cómo pujar o qué hacer, aunque generalmente piense que eso significa
una ayuda a la parturienta lo que realmente hace es activar ese famoso
neocórtex que potencia la parte más racional, cuando lo que se necesita es más
bien es silencio, calidez e intimidad. Ya en el debate, Raquel se refirió a
esto argumentando que “Hay mucho de discurso de izquierda en torno al parto,
pero donde se procede como desde la derecha”. Cuando decimos que el sistema
médico no considera que la mujer pueda parir sola, esto se piensa aunque ella
decida hacerlo en casa como en la institución, porque si lo hace en casa, es
una “locura” y si lo hace en la institución toda la escenografía de la sala de
parto nos hacen pensar en que la mujer no será la protagonista activa sino un
sujeto-sujetado a las miradas, intervenciones, etc. (y a posteriori el recién
nacido): sin fin de trámites que hacer al entrar al hospital vinculados con las
obras sociales y demás; ya en la sala de partos se evidencian las luces
fuertes, olores a asépticos[3],
las maniobras que debe hacer la mujer para subir a la camilla de parto, la
ridícula posición de litotomía, vestimenta de los médicos, ayudantes,
parturienta y en el caso de que se permita, pareja u acompañante de la mujer
que va a parir, salas llenas de gente que se ríe o conversa, indicaciones por
doquier que le llegan a la parturienta, instrumental quirúrgico para la muy
probable episiotomía o la posible cesárea, etc. Este sinfín de objetos,
actitudes, etc. actúan como un poderoso campo simbólico donde lo que se
refuerza es la creencia de que la parturienta no puede parir, es decir,
realizar una función fisiológica como lo es digerir un alimento o hacer sus
necesidades, sin ayuda o con la menor intervención posible. Lo paradójico es
que, y siguiendo con los análisis de Schallman y Odent, el mismo sentir que se
evidencia en las clínicas privadas u hospitales públicos puede encontrarse en un
parto en casa. A este respecto, Julieta Saulo de Las Casildas, comentó en la
proyección de la película Parirás con
Poder[4]
en la ciudad de La Plata, que existen mujeres que han sido víctimas de
violencia obstétrica en partos en casa, y que debido a su apoyo al parto
respetado (que no es lo mismo, como se suele decir hoy en día a “levantar la
bandera del parto en casa”) no han denunciado. Esto no es nuevo, en algunas culturas
donde los partos se realizan en las casas de las parturientas o en lugares
donde no puede llegar asistencia médica por falta de inversión estatal, las
parteras tradicionales realizan prácticas invasivas a las parturientas, casi
igualmente a como sucede en las instituciones. Lo importante es “revisar el
papel de una en los partos” dijo Raquel en referencia a las parteras.
Como dice
el Dr. Jorge Díaz Walker en la película Parirás
con Poder: “El trabajo de parto comienza cuando la mujer se sabe embarazada”.
Es decir, la tarea de la información viene antes, no cuando ya la mujer está
sola sobre la camilla en el pasillo del hospital o la clínica (como se ve en la
película de Carri y Dillon)[5].Esto
me vino a la mente cuando Raquel hizo un comentario sobre las prácticas de
preparación para el parto, las gimnasias para embarazadas, etc. sobre esta
primera parte de la película “La Bella tarea” donde se acompaña a la
parturienta “desde el” yoga. Hay formas y formas de intervención…muchas de las mujeres que se dedican o no a este tipo
de prácticas deberían saber o saben que así como en los cursos institucionales
de preparación para el parto que ofrecen los equipos médicos de los obstetras
se enseña “cómo pujar, respirar, abrir las piernas”, también desde visiones
alternativas se promulga que parir es algo que se tiene que aprender. A este respecto, tal vez
necesitemos como mujeres que están por parir el aprender a buscar en el momento
del parto-nacimiento cuáles son nuestros mejores recursos como mamíferas. No
afirmo que los caminos del tipo yoga, esferodinamia, etc. estén “bien ó mal”,
sino que se me ocurre que la clave está en reconocer el potencial único de una
mujer que está dando a luz, y que cada una es diferente, y tiene sus tiempos –
de respiración, pujo, o lo que fuere – salvo en situaciones puntuales (a esto
podríamos luego preguntarnos cuál es el criterio de cada profesional con
respecto a los tiempos y cómo funciona esto al momento del trabajo del parto y
el parto)[6].
No sería entonces sólo lo que Carlos Burgo llama en “El ritmo” (la cuarta parte
de la película “La bella tarea”) conducción
médica del parto, actividad que critica y cuestiona, sino que desde
diversos ámbitos podemos asistir a lo mismo. Porque estamos de acuerdo en que
hoy la cantidad de estudios muchísimas de las veces injustificables que se le
realizan a una embarazada[7]
(análisis de sangre durante todo el embarazo, prescripción de hierro, ácido
fólico y otros suplementos de manera rutinaria, ecografías casi una vez por
mes, etc.) junto con el curso de charlas y preparación para el parto son una
forma de enviar la información a la mujer de que parir es algo que debe
aprender, pero no lo vemos cuando sucede desde otros ámbitos que realizan
propuestas para el embarazo y el parto, aunque obviamente, no tienen punto de
comparación al nivel médico de intervención.
Cuando
veíamos la primera parte de “La Bella tarea”, fue hermoso asistir al
espectáculo de cómo las directoras presentan los momentos del parto, los
entrecruzan con el arte, y nos llevan a pensar en situaciones análogas, como
por ejemplo, el grito en el karate y en el momento de la expulsión del bebé, y
que hace referencia al título de los primeros 45min. La “pornografía de un placer que
sospechábamos pero que nadie nos había contado hasta ahora” como escribió
Flor Monfort[8] , se puede apreciar en el
erotismo que representa un parto en el entorno del hogar, con la parturienta
siendo acariciada por su compañero o compañera, contorneándose suavemente,
gimiendo, y buscando la fuerza desde adentro suyo para acompañar a ese bebé y
recibirlo luego con un grito increíble que anuncia la vida y bordea la muerte.
Es la incisión en la vida de esa mujer y el comienzo de la criatura. Es el
despedazamiento del cuerpo que la madre conocía de sí hasta ahora y que viene
en constante modificación desde hace nueve meses pero del que se sabía no
dueña. Es el momento anterior al reconocimiento en la mirada del bebé, como
cuando la mamá recibe en sus brazos a su hijo y le dice cariñosamente: “Ay mi
amor”.
Siguiendo con esto de las analogías, también en una
parte de la película se menciona cómo una de las parturientas sintió deseos de
ir al baño a defecar en pleno trabajo de
parto, y al escuchar el tipo de gemidos que realizaba su pareja entró al baño y
la encontró pariendo. La referencia al parto como al acto de defecar es
bastante común, y no podía pensar en otra cosa que en la situación de intimidad
que vivía esa mujer en ese momento, y en las que no podían hacerlo si sintieran
esas mismas ganas en un hospital –es decir, a no poder desplazarse, ir hasta el
baño, buscar un poco de privacidad, e intentar realizar “la fuerza”-. El tomar
una actitud de naturalidad ante los actos de los humanos no rige nuestras vidas
cotidianas en este mundo donde actualmente se viste a los perros y gatos, se
les tiñe el pelo, se les pintan las uñas, etc. En este sentido vernos como
animales no suele “quedar bien” y así llegamos a adoptar durante los partos el
rasurado, el enema, etc., reforzando el tipo de mensaje de que hay algo sucio y
digno de limpiar en todo aquello.[9] A
una de las mujeres que dan testimonio en la película se la ha llegado a tratar de
indígena por no tomar analgésicos para
el dolor luego de su parto cuando ella afirmaba no tener dolor alguno.[10] Además
del aspecto discriminador del comentario de esta enfermera o partera, y del
acto de violencia que conlleva, se observa bien que el punto es el mismo: negar
la naturalidad del proceso a la mujer. Y “natural” hoy es un término bastante
conflictivo, porque desde que de muchos sectores “alternativos” utilizan la
palabra en defensa de todo “lo natural”, también tenemos filósofas feministas
que cuestionan esto de que “todo lo natural sea bueno”.[11]
Así que podría cambiar mi frase anterior y expresar que lo que se cuestiona es
negar lo fisiológico del proceso, la capacidad de la mujer. Con respecto a esto, en uno de sus comentarios
en el intervalo, Raquel Schallman comentó su distancia con respecto al término
de “parto humanizado”. La partera aclaró que para ella no debemos humanizarnos,
sino buscarnos para el parto en nuestra animalidad. Porque el proceso de
humanización del parto es lo que ha hecho al sistema tan intervencionista para
con las mujeres y los bebés. Podríamos entonces aquí hacer de nuevo un parate y
llamar la atención sobre la importancia del respeto, el respeto por las
decisiones de la mujer, por lo que la información es siempre tan importante. El
punto también radica en que las decisiones tomadas por una mujer en su parto
también tienen consecuencias para el bebé.
Luego del debate, hicimos un receso y volvimos a
encontrarnos todos en la sala para ver “El ritmo”, la última parte de la
película. El comienzo nos sitúa en el mar, con el movimiento de las olas y un
surfista profesional que nos cuenta cómo es el mar desde su perspectiva. Entre
imágenes y palabras somos espectadores de una descripción que no dista de lo
que puede ser un parto. Las referencias a la paciencia, a saber esperar el
tiempo para “meterse o no” (como se decía antes sobre el oficio de las
parteras), el “dejarse llevar” nos conduce a pensar en la actitud que la mujer relata
luego de los partos sobre cómo afrontó el dolor. Y luego de esas imágenes
bonitas del mar, y otro parto, y más testimonios, vemos cómo en una institución
es tratado un bebé. Y allí a mí se me ocurre cuestionar la elección de la
institución para parir: porque si
elegimos como lugar de parto la casa, podemos solicitar al equipo que nos
asiste que a nuestro bebé no se le hagan ciertos procedimientos como ponerle
sondas, inyectarle Vitamina K, etc. - procedimientos que, como afirma el
pediatra Alberto Grieco en el film, tienen más que ver con la educación
sistemática de los estudiantes de medicina que aprenden a hacer las cosas de
una sola forma más que con la necesidad de los mismos[12]
(por ej. muchos médicos siguen “dando el pinchazo” de Vitamina K sin saber que
puede administrarse por vía oral) - pero
que en una clínica o en hospital por la forma en la que se manejan las cosas es
muy difícil lograrlo sin tener que pelear, o muchas veces peleando los terminan
haciendo de igual forma. Así que este llamado de atención ante la institución
más allá de que a nosotras como mujeres nos atiendan de una manera simpática también me parece que tiene
que ver con nuestros hijos. A una pueden respetarla, pero también tenemos que
ser conscientes de lo que sucede con nuestros hijos. Que no todo siempre “fue
así” y que no todo es “más seguro así”. Michel Odent dice que es
importante plantear las preguntas. Como dijo una de las presentes, “La
bella tarea es informar, informarnos”, creo que es importante reiterarlo, para
que cuestionándonos lo naturalizado y asumiendo nuestra responsabilidad sea
posible que ejerzamos plenamente nuestra libertad.
Para acceder al trailer de "La Bella Tarea", haz click a continuación:
[2]
Odent, M. La Cientificación del amor,
ed. Creavida.
Odent, M. El
bebé es un mamífero, ed. Obstare.
Odent, M. El nacimiento
en la era del plástico, ed. Obstare.
[3] Es bastante paradójico que el término << asepsia >> refiera al “conjunto de métodos aplicados para la conservación de la esterilidad. La presentación y uso correcto de ropa, instrumental, materiales y equipos estériles, sin contaminarlos en todo procedimiento quirúrgico practicado se conoce como asepsia.” (ver.: http://es.wikipedia.org/wiki/Asepsia), cuando la situación que está siendo atravesada por la parturienta es un estadío más de su vida sexual, por lo tanto fértil -no estéril-, y donde la noción de << contaminación >> se asocia a la vagina y a la vulva de la mujer, que están “sucias”, a raíz del acto sexual que engendró al bebé también “sucio” primero por dicho acto y luego por el paso a través del canal de parto. Las prácticas asépticas, en este sentido, se vinculan también con una formación médica que va “más allá de las bacterias” y se inmiscuyen en el plano simbólico-lingüísitico.
[4] Parirás con Poder, NuestraAmerica Profunda, Dir.: Diego Romero y Soldad Bettendorff,
60min. Argentina.
[5]
Sobre Violencia Obstétrica. Ver más: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/13-8037-2013-05-24.html
[6] En
Perspectivas antropológicas del parto y el
nacimiento humano, ed. Creavida, la antropóloga Robbie Davis-Floyd realiza
un interesante análisis sobre los “criterios” de las parteras tradicionales y
cómo funciona la intuición como modelo cognitivo (desprestigiado por la
hegemonía médica) y que muchas veces logran excelentes partos o ayudan a tomar
decisiones cruciales en momentos críticos.
[7]Principios
de la Organización Mundial de la Salud: acerca del cuidado perinatal. Guía
esencial para le cuidado antenatal, perinatal y posparto: https://www.elpartoesnuestro.es/sites/default/files/public/documentos/parto/oms/Principios%20OMS%20cuidado%20perinatal.pdf
[8] Flor Monfort, Mi primer parto, Página 12. Las 12, Viernes 24 de mayo de 2013. http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/subnotas/8037-828-2013-05-24.html
hola! QUISIERA SABER COMO ACCEDER A LOS CUATRO CAPITULOS, ya que canal Encuentro y youtube no los tiene publicados, en todo caso cómo gestionarlo? gracias
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