Entre las masas de cuadrúmanos que hacen exhibición de fuerza golpeándose rítmicamente el pecho, hay una criatura que destaca como ejemplo de afabilidad, sensibilidad y, en fin, humanidad: un pequeño mono llamado bonobo, o, con menor precisión, chimpancé pigmeo. Ahora bien, para poder apreciar plenamente a los bonobos, hay dos prejuicios humanos que deben superarse: la hembra bonobo es el sexo dominante, aunque su dominación es tan leve y atenta que muchos investigadores ven en la sociedad bonobo una "co-dominación", o igualdad entre los sexos. [...] El segundo obstáculo a salvar es el remilgo humano hacia lo que en los años ochenta se llamó DPA, o "demostraciones públicas de afecto"Los defensores de que la dominación masculina forma parte del orden natural toman el comportamiento de los chimpancés como evidencia. Estos, por su constitución genética, parientes cercanos del ser humano son agresivos, inclinados a la violencia, y centrados en la jerarquía, la caza, la lucha y la dominación del macho. El doctor Frans De Waal, experto en primates, indica que los bonobos contradicen la idea de que no podemos comportarnos sino como nuestros antecesores primates, los chimpancés..
Los bonobos son igual de cercanos genéticamente a nosotros (ambas especies presentan en común con el ser humano al menos el 98% de su ADN), y sin embargo se comportan de forma muy distinta. Los bonobos prefieren hacer el amor que la guerra. Utilizan el sexo para apaciguar los ánimos, para estrechar vínculos, para reconciliarse tras una pelea y para aliviar tensiones. El sexo es desenfadado y rápido, una interacción social cotidiana. Todo bonobo es sexualmente libre de hacer lo que le plazca con quien le plazca y cuando le plazca.
De Waal habla de cómo las hembras bonobo se agrupan en "hermandades estructuradas"
Estando juntas, las hembras bonobo aseguran su propia seguridad y la de
sus crías. Aunque la hembra es más pequeña y físicamente menos fuerte que el macho
adulto, no tiene nada que temer, pues las demás hembras la socorrerán si un
macho trata de dominarla o arrebatarle a su cría. En la sociedad bonobo, los
machos no están obsesionados con cuestiones jerárquicas, y la violencia
cotidiana, si es que llega a haberla, es mínima; no hay guerras, no hay luchas
motivadas por asuntos sexuales o de posesión de las hembras, ni hay
violaciones.
Antídoto: los círculos de apoyo
de las mujeres. Aprendiendo de las bonobos una lección de hermandad, las
mujeres que se reúnen en un círculo de apoyo pueden encontrar la manera de
ayudarse unas a otras en todo momento. Los teléfonos móviles facilitan la
comunicación: es posible conseguir que una situación de distienda antes de que
crezca desmedidamente si un grupo de amigas se presenta allí de improviso; o es
posible ofrecer a una mujer un lugar donde quedarse si se siente en la
necesidad de contar con un puerto seguro. Dentro de un círculo, las mujeres comparten
información sobre los pasos que se han de tomar, sobre los recursos
disponibles, y sobre lo que en la práctica a ellas les ha servido de ayuda.
Antídoto: la protección del
grupo. En un poblado de Uganda, una mujer era asiduamente víctima de las terribles
palizas de su marido. Al igual que muchas mujeres maltratadas, cada vez que sus
compañeras expresaban su preocupación declaraba ser merecedora de los golpes;
sólo cuando ellas le hicieron ver que, si su marido la mataba, sus hijos se
quedarían sin madre, accedió a dejarse ayudar. La solución fue un silbato de
plástico. La siguiente vez que su esposo empezó a golpearla, ella silbó, y las
mujeres de las chozas circundantes, al oír el silbido, acudieron de inmediato a
la choza. Cada una de ellas fue pidiendo al marido: "Pégame a mí, pégame a mí". Al verse desafiado de esta manera, el hombre no golpeó a ninguna.
Pronto todas las mujeres del poblado llevaban uno de aquellos pequeños silbatos
de cinco céntimos, y ninguna de ellas volvió a ser golpeada. Esta idea del
silbato fue pasando de un pueblo a otro, lo cual acabó con el maltrato a las
esposas, y afianzó interiormente a las mujeres. El movimiento de los silbatos
de cinco céntimos acabó dando lugar a una legislación que declaraba ilegales en
Uganda los malos tratos dentro del matrimonio.
Bolen, Jean Shinoda. Mensaje urgente a las mujeres. Kairós.
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