lunes, 24 de septiembre de 2012

La importancia de sintonizar entre mujeres

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Pero si debieron existir a gran escala unas estructuras matriarcales, los hombres primitivos seguramente tuvieron que padecer sus consecuencias. En realidad no podemos saber si fueron martirizados en el sentido de una esclavitud, aunque el tipo del polo femenino y las experiencias conocidas de las pocas culturas que sobreviven hoy con una base matriarcal, inducen a pensar que no fue así. Sin embargo, es posible que la envidia del parto del hombre, descubierta por el psicoanálisis, tenga ahí sus raíces. El hecho de que esta cuestión quede relegada frente a la llamada envidia del pene de las mujeres, tiene que ver seguramente con las estructuras patriarcales atribuidas al psicoanálisis que -partiendo de los fundadores- dominan hasta nuestros días. Es posible que en la envidia del parto de los hombres radique también una de las razones de la retirada completa de las mujeres para el parto al comienzo del patriarcado, tal como encontramos hoy todavía, por ejemplo, en algunas tribus de amerindios. No podían mostrar claramente a los ojos de los hombres su déficit. Seguramente, los hombre no pudieron elevar su status hasta más tarde, ya en la edad de piedra, cuando la caza pasó a un primer plano y la protección de la familia y de la estirpe quedó en sus manos.
En los primeros tiempos de la historia de la humanidad, los hombres se encontraban por debajo de las mujeres también porque - ligados mucho menos a unos procesos cíclicos - disponían de una escasa capacidad de imposición social. Las investigaciones más recientes sugieren que en épocas muy antiguas, cuando los seres humanos no dominaban todavía el fuego, todas las mujeres tenían la menstruación siguiendo el ritmo de la Luna y con ello vivían, y también sentían, en una sintonía que hoy no podemos imaginarnos.
Gracias a la sintonía rítmica de sus pasos, un grupo de soldados marchando pueden hacer que un puente oscile con ellos e incluso que se derrumbe. Si un grupo de soldados de este tipo al mismo tiempo canta y con ello respiran necesariamente al mismo ritmo, sus fuerzas se hacen mayores y de esta manera no sólo pueden recorrer trayectos más largos ahorrando fuerzas sino que, como grupo, pueden hacer vibrar conjuntamente a masas de seres humanos y, por ejemplo, llevarlos hasta un estado de exaltación. En un sentido figurado les arrastran cuando marchan a través de ellos. El poder de las mujeres ha debido ser un tanto mayor en la medida en que todas tenían su regla al mismo ritmo (el de la Luna), mientras que la otra mitad de los seres humanos no disponía de ningún ritual natural que les vinculara. La captura del fuego y su domesticación en las cuevas debió suponer en la primitiva humanidad el comienzo del fin del poder matriarcal. Cuando los seres humanos se encumbraron como señores del fuego, el elemento simbólicamente más masculino, comenzó también el ascenso de los señores que empezaron ahora a enseñorearse de los restantes elementos, y poco a poco incluso de las mujeres. Les debió de resultar relativamente sencillo, puesto que en cuanto que las mujeres viven con luz artificial pierden la sintonía con el ritmo lunar y de este modo pudo romperse con mayor facilidad la conexión entre ellas. Visto desde un punto de vista histórico, el descubrimiento de la <<luz artificial>> debió significar la pérdida de su preponderancia natural.
Los ensayos que han realizado en la actualidad algunas mujeres modernas, retirándose al desierto y viviendo sin luz artificial, han demostrado de manera muy convincente que los ciclos de la menstruación vuelven a ajustarse con gran rapidez al ritmo de la Luna. En las órdenes religiosas que se someten a una regla artificial, puede percibirse la gran fuerza que se genera de su cumplimiento. Si no se cumple la regla, y en consecuencia las reglas, la fuerza de la orden se perdería. Les debió suceder algo muy similar a las mujeres cuando renunciaron sin saberlo a su regla natural, que las había mantenido sintonizadas por encima de las fronteras y barreras, en el interés de la mayor comodidad de la luz puesta en escena artificialmente.
Este, por así llamarlo, argumento cíclico para la existencia de antiguas estructuras matriarclaes habla también a favor de que al comienzo las mujeres debieron tener la supremacía, lo que desde un punto de vista biológico sería lógico. Lo que le interesa a la vida es en primer lugar la conservación de la especie, y para ello no hay ninguna duda de que las mujeres tienen una mayor importancia. Este sentido de la argumentación se ve forzado por el hecho de que las esperanzas de vida de las mujeres son hasta nuestros días mayores y que en muchas situaciones de estrés, como por ejemplo en el caso de una hambruna, las mujeres lo soportan mejor y sobreviven más tiempo que los hombres. Para bios, las mujeres parecen más importantes y, en consecuencia, están también mejor adaptadas."


Dahlke, R./Dahlke, M./Zahn, V. El camino femenino a la curación: el mensaje curativo del alma femenina. Cómo interpretar las causas espirituales de las enfermedades de la mujer. Trastornos y síntomas más frecuentes. Robinbook.

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