El propio
ciclo menstrual refleja el modo en que la conciencia se convierte en materia y
el pensamiento crea la realidad. En el plano estrictamente físico, durante el
período comprendido entre la menstruación y la ovulación (llamado <<fase
folicular>>), se desarrolla y crece un óvulo, mientras en el interior de
la pared del útero también comienzan a formarse colecciones circulares de
células del sistema inmunitario llamadas <<agregados linfoides>>.
En el plano más amplio de las ideas y la creatividad, esta primera mitad del
ciclo es también una muy buena época para iniciar nuevos proyectos. Una
investigadora amiga mía me dice que durante esta parte de su ciclo tiene la
máxima energía para poner en práctica ideas para nuevos experimentos. La
ovulación, que ocurre a mitad del ciclo, viene acompañada por un brusco aumento
de la hormona foliculoestimulante (HF) y la hormona luteinizante (HL). El
aumento del nivel de estrógeno que lo acompaña se ha relacionado con un aumento
de la actividad del hemisferio derecho (capacidad visual y espacial, como la de
dibujar un cubo o entender un mapa). Pero esto podría ser contrarrestado por la
simultánea cima en la producción de testosterona, que aumenta la capacidad visual-espacial
y también la libido. La ovulación representa la creatividad en su grado máximo;
la base biológica de esto podría ser la oleada de HF y HL que la acompaña y el
consiguiente aumento de la producción hormonal. Las semanas siguientes a la
ovulación conducen a la menstruación; este es un periodo de evaluación y
reflexión, en que se contempla lo que se ha creado y los aspectos negativos o
difíciles de nuestra vida que necesitamos cambiar o modificar. Mi amiga
investigadora observa que durante esta parte de su ciclo prefiere hacer tareas
rutinarias que no requieran mucha participación de otras personas ni
pensamiento expansivo por su parte.
Nuestro ciclo creativo biológico y psíquico va
paralelo a las fases de la Luna; en estudios recientes se ha descubierto que el
sistema inmunitario del tracto reproductor también es cíclico: llega a su punto
máximo durante la ovulación y después mengua. Desde épocas muy antiguas,
algunas culturas han llamado <<lunares>> a los períodos
menstruales. Cuando las mujeres viven en ambientes naturales, su ovulación
tiende a ocurrir durante la Luna llena, y la regla y el periodo de reflexión
durante la fase oscura de la Luna. Hay datos científicos que sugieren que los
ciclos biológicos, así como los ritmos de los sueños y las emociones, están
regulados por la Luna y las mareas, y también por los planetas. Concretamente,
la Luna y las mareas interaccionan con el campo electromagnético de nuestro cuerpo, influyendo por consiguiente
en nuestros procesos fisiológicos internos. La propia Luna tiene una fase en
que está cubierta por la oscuridad, y después, a partir de la Luna nueva,
lentamente se nos vuelve a hacer visible y va creciendo hasta llenarse.
Las mujeres
también pasamos por un periodo de oscuridad cada mes, periodo en que nuestra
fuerza vital parece desaparecer (fases premenstrual y menstrual). No tenemos
por qué tener miedo ni pensar que estamos enfermas si nos menguan la energía y
el ánimo durante unos cuantos días cada mes. En muchas partes de India es
perfectamente aceptable que las mujeres aminoren su ritmo de trabajo y
descansen más durante la menstruación. He llegado a comprender que todo tipo de
enfermedades relacionadas con el estrés disminuirían muchísimo si sencillamente
siguiéramos la sabiduría de nuestro cuerpo una vez al mes. Demetra George
escribe entonces, en la oscuridad de la Luna, cuando <<la vida se limpia,
revitaliza y se transforma en su desarrollo evolutivo en espiral hacia la
sintonía con su naturaleza esencial>>. Hay estudios que demuestran que
muchas mujeres comienzan su periodo menstrual durante la fase oscura de la Luna
(Luna nueva) y empiezan a sangrar entre las cuatro y las seis de la mañana, la
parte más oscura del día. Muchas mujeres, entre ellas yo, hemos observado que
el primero o los dos primeros días de la regla sentimos el deseo de ordenar la
casa o el lugar de trabajo, hacer limpieza de los armarios y de nuestra vida.
La limpieza biológica natural va acompañada de una limpieza psíquica.
Si no
quedamos biológicamente embarazadas durante la ovulación, pasamos a la segunda
mitad del ciclo, la fase lútea, es decir, la que va desde la ovulación hasta el
comienzo de la menstruación. Durante esta fase, de modo natural nos retiramos
de la actividad exterior y nos dedicamos más a la reflexión. Nos volvemos más
hacia el interior, preparándonos para
desarrollar o dar nacimiento a algo que procede de lo más profundo. La
sociedad no se muestra tan entusiasta por esta fase como por la fase folicular.
Así pues, juzgamos <<malas e improductivas>> la energía, las emociones
y a introversión premenstruales.
Dado que
por lo general nuestra cultura sólo valora lo que podamos entender
racionalmente, muchas mujeres tienden a bloquear en toda ocasión el flujo de
información <<lunar>> inconsciente que les llega antes de la menstruación
o durante ella. La información lunar es reflexiva e intuitiva.Nos
la transmiten los sueños, las emociones y los anhelos. Se nos presenta bajo la
capa de la oscuridad.
Cuando
bloqueamos rutinariamente la información que nos llega durante la segunda mitad
del ciclo menstrual, ésta no tiene otra alternativa que volver como síndrome
premenstrual o el llamado furor menopáusico, igual como nuestros otros
sentimientos o síntomas corporales suelen causar enfermedades si no les hacemos
caso.
La fase
lútea, desde la ovulación hasta el comienzo de la menstruación, es la fase en
que las mujeres están más sintonizadas con su saber interior y con lo que no
funciona en su vida. Se ha demostrado que los sueños son más frecuentes y más
gráficos durante las fases premenstrual y menstrual del ciclo. Antes de la menstruación
es más delgado el <<velo>> que separa los mundos visible e
invisible, lo consciente de lo inconsciente; tenemos acceso a partes con
frecuencia inconscientes del yo que nos son menos accesibles en otros momentos
del mes. De hecho, se ha demostrado experimentalmente que antes de la
menstruación se activa más el hemisferio cerebral derecho, es decir, la parte
relacionada con el conocimiento intuitivo, mientras que disminuye la actividad
del hemisferio izquierdo; curiosamente, también aumenta la comunicación entre
ambos hemisferios. La fase premenstrual es, por lo tanto, un periodo en que
tenemos más acceso a nuestra magia, a nuestra capacidad de reconocer y
transformar los aspectos más difíciles y dolorosos de nuestra vida. Antes de la
menstruación estamos más sintonizadas de modo natural con lo que tiene más
sentido en nuestra vida; somos más propensas a llorar, pero las lágrimas
siempre están relacionadas con algo que tiene sentido para nosotras. Diversos
estudios de la doctora Katerina Dalton han documentado que las mujeres son más
emotivas antes de la menstruación, tienden más a desahogar la rabia, son más
propensas a los dolores de cabeza y al cansancio, y es posible incluso que
experimenten una exacerbación de enfermedades ya existentes, como la artritis,
por ejemplo. Mientras estemos desconectadas de nuestras partes ocultas vamos a
sufrir antes de la menstruación. Años de experiencia personal y clínica me han
enseñado que los problemas premenstruales dolorosos o desagradables son siempre
reales y deben tratarse.
Es
necesario creer en la importancia de los problemas que nos surgen antes de la
menstruación. Aunque es posible que nuestro cuerpo y nuestra mente no expresen
estos problemas e inquietudes del modo como lo harían durante la primera parte
del ciclo (los llamados días buenos), nuestra sabiduría interior ciertamente
nos pide que le prestemos atención. Una mujer me contó, por ejemplo, que
siempre que está en la fase premenstrual se inquieta por la casa, el coche y
las inversiones que están solamente en nombre de su marido. Cuando se lo dice,
él le contesta: <<¿Y qué hay de malo en eso? ¿Acaso no confías en
mí?>>. Yo a eso lo llamaría <<chequeo>> premenstrual de una
realidad que necesita atención. Un hombre me explicaba que durante la fase
folicular su esposa era fabulosa, estaba siempre alegre y animada, tenía la
casa en orden y cocinaba; pero que después de la ovulación se <<dejaba
estar>> y hablaba de volver a estudiar y salir más. Yo le dije que esos
problemas que surgen antes de la menstruación deberían tomarse en serio, y le
pedí que considerara que las necesidades de su mujer eran para su pleno
desarrollo personal. Le señalé que ese comportamiento difícil antes de la
menstruación era su manera de expresar sus necesidades. ¡Claro que ella también
necesita aprender a expresar verbal y francamente sus necesidades!
Durante
todo el ciclo menstrual hay una estrecha relación entre la psique de la mujer y
el funcionamiento de sus ovarios. Antes de la ovulación estamos extrovertidas y
animadas; durante la ovulación estamos muy receptivas hacia los demás, y
después de la ovulación (antes de la menstruación) estamos más introvertidas y
reflexivas. Un asombroso estudio realizado en los años treinta apoya mis
observaciones. La doctora Therese Benedek, psicoanalista, estudió las historias
psicoterapéuticas de un grupo de pacientes mientras su colega el doctor Boris
Rubenstein estudiaba los ciclos hormonales ováricos de esas mismas mujeres.
Fijándose en el contenido emocional de la mujer, la doctora Benedek era capaz
de decir con increíble precisión en qué fase de su ciclo menstrual estaba. Los
autores escribieron: <<Nos complace y sorprende descubrir una
correspondencia exacta de las fechas de ovulación determinadas
independientemente por los métodos>>, es decir, el material
psicoanalítico contrastado con los hallazgos fisiológicos. Descubrieron que
antes de la ovulación, cuando el nivel de estrógeno está en su cúspide, las
emociones y el comportamiento de las mujeres estaban dirigidos hacia el mundo
exterior. Durante la ovulación, sin embargo, se sentían más relajadas y
contentas y estaban muy receptivas al cariño y la atención de los demás.
Durante la fase postovulatoria y premenstrual, cuando es el nivel de
progesterona el que está en la cúspide, las mujeres tendían más a centrarse en
sí mismas y estaban más interesadas por actividades orientadas hacia el
interior. Curiosamente, en las mujeres que tenían reglas pero no ovulaban, los
autores encontraron ciclos similares de emociones y comportamiento, sólo que
alrededor de la fecha en que la ovulación debía haberse producido, estas
mujeres no sólo no presentaban la ovulación, sino que tampoco tenían las
emociones que suelen acompañarla; es decir, no estaban relajadas, ni contentas,
ni receptivas a la atención de otras personas.
Dada
nuestra herencia cultural y las creencias acerca de la enfermedad en general y
del ciclo menstrual en particular, no es difícil entender cómo las mujeres han
llegado a equiparar su fase premenstrual con una enfermedad o maldición y no a
considerarla un periodo para la reflexión y la renovación. De hecho, se ha
demostrado experimentalmente que el lenguaje empleado por nuestra cultura para
referirse al útero y a los ovarios afecta al ciclo menstrual de las mujeres;
una mujer a la que, en estado hipnótico, se le dicen cosas positivas respecto a
su ciclo menstrual, es mucho menos propensa a sufrir molestias relacionadas con
la menstruación. Por otra parte, en un estudio se comprobó que las mujeres a
las que se le hizo creer que tenían problemas premenstruales cuando en realidad
no los tenían, decían que experimentaban más síntomas físicos adversos
(retención de líquido, dolor e irritabilidad) que las mujeres de otro grupo a
las que se le hizo creer que no tenían problemas premenstruales. Estos estudios
son excelentes ejemplos de cómo los pensamientos y creencias tienen el poder de
influir en las hormonas, la bioquímica y la experiencia subsiguiente.
Northrup, Christiane. Cuerpo de mujer, sabiduría de mujer: una guía para la salud física y emocional. Urano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario