(…)
La luna y los ritmos lunares han llamado la atención de un médico y biólogo italiano, V.. Capparelli, que ha publicado dos grandes tomos, L’ordine dei tempi e delle forme in natura sobre los ciclos hebdomadarios en el mundo orgánico y en la patología humana. Capparelli ha recogido un número considerable de hechos extraídos del campo de la botánica, zoología, embriología y patología, que apuntan hacia un ritmo lunar hebdomadario que controla la vida orgánica. El crecimiento de los tejidos vegetales y animales, los ciclos fisiológicos de la vida del hombre, el aspecto cíclico de los procesos mórbidos (la “crisis hipocrática”, la importancia de ciertos días en el desarrollo de las enfermedades: tres días y medio después de la infección, siete días, catorce días, etc.), todos estos fenómenos están controlados por un ritmo cósmico, por una periodicidad lunar. El insignificante e inerte astro tendría, pues, una influencia inimaginable sobre toda la vida orgánica de la tierra. Aunque no se tratase más que de la unidad que los ritmos lunares confieren a un considerable número de fenómenos, de niveles y de zonas distintas, su importancia sería evidente. Pero estudios recientes de etnografía y de morfología cultural, entre los que destacan en primer lugar los estudios de Carl Hentze, han subrayado otro tipo de influencia lunar: su papel fundamental en las primeras síntesis mentales humanas.
Sabemos que incluso ahora los primitivos continúan midiendo el tiempo con la luna. En las lenguas indogermánicas, la palabra que designa la “luna” es la más antigua de todas las palabras del vocabulario astral. La raíz me, que en sánscrito se ha transformado en mami, “yo mido”, demuestra una vez más que la luna servía para medir el orden del tiempo. Los antiguos alemanes, según el testimonio de Tácito, dividían las estaciones en función de ciertas noches. Los ejemplos se pueden multiplicar indefinidamente. Pero la influencia de la luna sobre la conciencia humana tiene que ser buscada en otra parte. Sobre todo en el hecho de que el fenómeno lunar ha servido de unidad de medida, o más exactamente, de puente entre varios niveles de realidad.
Es fácil comprender por qué el hombre primitivo, le moins civilisé, otrogaba más importancia a la luna (por lo menos, en un cierto estadio sobre la cultura) que al sol. El sol es un astro con el que el hombre no tiene ninguna correspondencia: es eternamente igual a sí mismo, sin ningún “devenir”. La luna, en cambio, es un astro que crece, decrece y desaparece: un astro cuya vida se somete a las mismas leyes del devenir, del nacimiento y la muerte. La “vida” de la luna le es más cercana al hombre que la gloria majestuosa del sol. Y con la aparición de la agricultura, al principio del Neolítico, el hombre empieza a conectar los ritmos lunares con la fertilidad de la tierra. La luna trae las lluvias, es la fuente de la fertilidad universal. Ahora se articulan los primeros símbolos cósmicos, las verdaderas síntesis mentales que unen entre sí varios niveles: la Luna, la Mujer, la Tierra, la fertilidad. El hombre empieza a tener una “concepción” unitaria del cosmos: su intuición abarca el Todo, pero no un Todo abstracto, adquirido dialécticamente, sino un Todo vivo, dramático, rítmico. Sobre esta intuición central se fundamenta la magia, que había aparecido en el Paleolítico. Porque si existe un nacimiento y una muerte, si existe fertilidad (luna, lluvia, mujer) y “desaparición” (noches sin luna, sequía, esterilidad), también tienen que existir objetos y áreas “bendecidas” o “maldecidas”. El dualismo: bien y mal, luz y oscuridad, que los iraníes elevarán a la categoría de comprensión mística y metafísica, tiene sus raíces en antiquísimas creencias lunares. La luz y la oscuridad, el Mundo de arriba y el Mundo de abajo, la idea de vida y muerte, se expresan, en todas las civilizaciones prehistóricas circunpacíficas, a través de símbolos lunares.
Tales simbolismos, de expresión tanto iconográfica como mítica, constituyen hoy en día los más preciosos documentos para la investigación de las migraciones de los pueblos paleoasiáticos de América. Apoyándose sobre la frecuencia de algunos tipos iconográficos y de las concepciones religiosas correspondientes, Hentze pudo demostrar la existencia de relaciones entre las culturas de América precolombina (cultura San Agustín, Chavín, etc.) y la cultura de la China arcaica. Ciertamente, la lengua simbólica y pictográfica se presta con mayor facilidad a un estudio comparativo. Siguiendo la frecuencia iconográfica de la “divinidad lunar que llora” (concepción mítica y religiosa expresada a través de líneas verticales, que surcan el rostro del ídolo), Hentze logra establecer de forma irrefutable las relaciones concretas, históricas, entre todas las culturas circunpacíficas. “Al hablar de los cultos lunares primitivos de Asia y de su herencia transmitida a estratos culturales distantes en el tiempo, podríamos comprender también la aparición, por medio de inmigraciones de paleoasiáticos, en la América precolombina de fenómenos muy parecidos a los que podemos observar en Asia, así como la repartición circumpacífica de ciertos mitos lunares. El método de trabajo de Hentze ha conducido a resultados casi definitivos en un problema tan espinoso como el de las relaciones entre Asia y América.
La similitud entre la fertilidad de la tierra y la fertilidad de la mujer, descubierta por las culturas agrícolas neolíticas, también se expresa a través de ritmos y números lunares. La luna crece durante nueve noches, permanece durante nueve noches como luna llena y decrece durante otras nueve noches, quedando invisible otras tres; nueve meses dura la fase prenatal. La luna es el primer muerto (el americanista E. Seler escribió hace tiempo: “Der Mond ist der erste Gestorbene”), y en este sentido fue asimilada al primer hombre mortal. La idea de la desaparición de la luna (de la luz) es representada iconográficamente como una serpiente tragándose un conejo (animal lunar). Quizá no sea inoportuno recordar, siguiendo a Strygowski, que Hentze ha demostrado que las interpretaciones de ciertas “escenas artísticas” chinas estaban totalmente equivocadas: lo que, a primera vista, parece una creación de la “imaginación del pintor”, no es más que un antiquísimo motivo iconográfico, en armonía con unas ideas culturales muy consolidadas (la lucha entre la oscuridad y la luz, el bien y el mal).
Si las primeras intuiciones cósmicas de la Mujer, la fertilidad y el agua se relacionan con la luna, lo mismo sucede con la muerte. La luna muere, permanece durante tres días en la oscuridad y después resucita. Los granos también se entierran, quedan algún tiempo debajo de la tierra (noche, oscuridad, matriz) y sólo después surge una nueva planta. El hombre muere, es enterrado, algunas veces su alma se va a la luna, pero también él resucita, así como han “resucitado” la luna y la vegetación. En ciertos rituales de iniciación primitiva estudiados por Peter Schmidt, el neófito tiene que salir de la tumba, imitando la reaparición de la luna después de haber estado escondida durante tres días. El simbolismo funerario es, en este sentido, muy preciso. Una estudiosa sueva, Hanna Rydh, demostró en 1929 que los vasos funerarios se caracterizan por una decoración específica, a veces muy distinta de la ornamentación de los vasos de uso profano. En el arte funerario, el símbolo juega un papel primordial. Hecho bastante comprensible, pues todo lo que tiene que ver con la vida del más allá y la muerte, tiene que poseer una significación, una eficacia mágica. El hombre muerto es asimilado como el “ancestro”, que muchas veces es un animal lunar, y tiene que volver a la gran unidad de la que se había desprendido. Ciertos símbolos, como por ejemplo, la espiral, tienen vastísimas significaciones, pero su origen está siempre en algún parecido con la luna. La espiral, que se remonta hasta el Paleolítico, encuentra la justificación de su valor astral-simbólico en la analogía del caracol y la luna (como el caracol, la luna aparece y desaparece, sale o retrocede) o del caracol y la vulva (elemento lunar).
El signo de la luna es múltiple: el pez, la rueda dividida en cuatro, una línea quebrada (el agua que corre), la esvástica (la más antigua esvástica es la de Susa, en Mesopotamia, milenios IV-III a.C), etc. El signo del “peine”, tan frecuente en todas las cerámicas funerarias, representa las nubes; en consecuencia, también es un símbolo lunar. Otras representaciones iconográficas lunares como los cuernos, las volutas o las espirales han tenido un posible origen común en los cuernos del ganado mayor, también animales lunares (conocemos las relaciones entre las culturas agrícolas y la Gran Diosa, los ritos orgiásticos, donde los bovinos cumplen un importante papel, como el chivo en Tracia).
La riqueza del simbolismo lunar supera con creces cualquier imaginación. El papel desempeñado por las primeras intuiciones de la unidad cósmica en el desarrollo ulterior de la mente humana es considerable. Bajo el signo de la luna se han llevado a cabo síntesis mentales de una grandiosa amplitud y, a su lado, los intentos de los presocráticos por “unificar el mundo” parecen humildes ensayos. El nacimiento, la fecundidad, la muerte: la luna, el agua, la mujer; el crecimiento de la luna, el crecimiento de la vegetación, el crecimiento del hombre; la muerte como palingenesia, la muerte como un momento dentro del ritmo cósmico, la muerte como descanso (la vuelta a la oscuridad, a la tierra, a lo prenatal); la oscuridad, la infelicidad, la sequía, el “mal”; la luz, la lluvia (la luz difusa del rayo que trae la lluvia es parecida a la luz lunar), la abundancia vegetal, el “bien”; el mundo de abajo y el mundo de arriba, la resurrección, etc.: he aquí algunos ejemplos de la serie de síntesis mentales creada alrededor de la luna. Sin embargo, tenemos que insistir sobre su carácter sintético, unitario. La conciencia que los ha plasmado tenía una intuición verdaderamente unitaria del Cosmos, sin tener que pasar de peldaño en peldaño y de emblema en emblema como hacemos nosotros cuando desciframos estos símbolos primordiales.
Y si se puede hablar de una filosofía de los presocráticos, que intentaba descubrir los elementos de la unidad del Cosmos, también podríamos hablar de una “filosofía” de la luna, del papel que ha desempeñado la luna en la creación de las primeras síntesis mentales, en la expresión simbólica de la unidad cósmica. Detrás de estos símbolos desciframos un enorme esfuerzo de conocimiento. ¿Acaso no es conocimiento este esfuerzo por encontrar lo elementos de unidad de la vida y del Cosmos?¿No se vislumbra aquí la voluntad de plasmar el mundo, de unificarlo de forma mágica, viva, humana? ¿Acaso los orígenes del idealismo mágico no se hallan en este intento de reconstruir el mundo para comprenderlo y dominarlo?
(1936)
Eliade, Mircea. Una nueva filosofía de la luna. Trotta.
sábado, 1 de diciembre de 2012
miércoles, 21 de noviembre de 2012
Métodos hormonales de anticoncepción
La píldora anticonceptiva simula un embarazo gracias al nivel hormonal que provoca, engañando hacia arriba, hacia la hipófisis, que es la glándula hormonal de control superior, y ella se deja engañar. Además, la píldora sustituye el ritmo natural por un compás que es totalmente regular y predecible, algo que no es nunca el ciclo propio, con sus oscilaciones naturales. Es comparable a la vida de un marcapasos, que sólo puede producir un compás mecánico en lugar del ritmo vivo del corazón.
No pueden pasarse por alto las ventajas de la píldora. Elimina cualquier miedo ante un embarazo no deseado y proporciona así a la sexualidad algo libre de toda preocupación. Sin ninguna preparación especial, la mujer puede encontrarse con su compañero y entregarse a él cuando tenga ganas. La píldora encubre hormonalmente los posibles inconvenientes que hubiera en relación con el periodo. A pesar de ello, en Alemania, a diferencia de los EE.UU., existe un claro cansancio de la píldora que podría estar relacionado con la creciente aversión hacia todo lo artificial e innatural, así como el temor al cáncer que sigue arrastrando a pesar de todas las explicaciones ginecológicas.
Ya existe una alternativa hormonal. Hace tiempo que se ha inventado la píldora para los hombres, pero no sale al mercado porque al parecer no se quiero (ellos no quieren). Es probable que no sería ningún buen negocio, pues, ¿qué hombre se tragaría todos los días unas hormonas y asumiría los posibles inconvenientes, sólo para prevenir tener descendencia o que ella no tuviera que impedir una concepción? Hasta que llegue ese momento mucho tiene que cambiar en la conciencia y el sobreentendimiento masculinos, y mientras tanto, debido al “exterminio blando”, habremos de enfrentarnos a otro tipo de problemas.
Mientras tanto la industria ha desarrollado una píldora especial para cada tipo de mujer, de tal manera que los efectos deseados son óptimos y los efectos secundarios no deseados mínimos. Así, toda mujer encuentra la píldora que mejor le va -a menos esto dice la publicidad e incluso tiene razón-, siempre que el médico que la administra sepa realmente de ello.
Las Pacientes jóvenes toman por lo general píldoras con más hormonas paraqué con ello todo pueda madurar mejor. Son también adecuadas para mujeres con hemorragia débil (hipermenorrea) y tendencia a las metrorragias, en caso de acné o de problemas cutáneos, si la matriz es demasiado pequeña, con el pecho demasiado pequeño, en caso de falta de peso (el estrógeno suministrado se encarga entonces de dar más redondez por la vía dela acumulación de agua) y para la falta de líbido, pero también en determinados problemas con hongos (candiasis) en la vagina. Pero por otro lado, los estrógenos también pueden fomentar la aparición de hongos vaginales.
Por el contrario, una píldora cuyos gestágenos tienen una acción parcial andrógena (masculina) se administra a las mujeres que tienen un periodo demasiado intenso, con mastopatía o mastodinia (dolores en el pecho), que padecen sobrepeso, edemas o tendencia a la sensación de plenitud, porque estos gestágenos deshidratan. A las mujeres con seborrea (tendencia a la sudoración y piel muy grasa) y con el problema de caída del cabello se las prescribe un tipo de píldora (como por ejemplo “Neoeunomyn”), cuyos gestágenos tienen una acción antiandrógena. En caso de masculinización y de acné grave se recetan tipos de píldora cuyos andrógenos son sustituidos por un antiandrógeno puro, como la ciproterona (en “Androcur” y “Diane 35”).
Contemplando con detenimiento los efectos a largo plazo, salvo en el caso citado en último lugar, no ha dado resultados esta prescripción según los síntomas, que naturalmente es muy alopática. Es evidente que a las mujeres no les sienta bien a largo plazo que se les empuje por vía hormonal hacia el polo opuesto. Las mujeres con predominio de estrógenos aparecen señaladas también por el destino como mujeres de la Luna y no deben, ni quieren, que se reduzca en absoluto su feminidad. Pero a las mujeres con predominio de gestágenos tampoco debe empujárselas hacia el polo lunar, pues en cualquier caso es algo que no les sentará especialmente bien. Desde la perspectiva de la medicina interpretativa todo está bien claro: los intentos de elaborar y mejorar esta creación no tienen éxito a largo plazo. La misión de reconciliarse con el polo opuesto (por ejemplo, en el sentido de C.G. Jung) significa hacerlo psíquicamente, no químicamente.
En cuanto a su composición química, existen diferentes tipos de preparados. Los que se emplean más a menudo son los combinados. Estos preparados de una fase contienen siempre la misma mezcla de estrógeno y gestágeno. Los preparados bifásicos, por el contrario, están adaptados al ciclo y proporcionan al principio más estrógenos y en la segunda fase más gestágeno. Los preparados secuenciales contienen primero sólo estrógeno y después sólo gestágeno. El objetivo ha sido y es conseguir siempre la píldora de dosis más baja. Realmente podría preguntarse por qué, si la industria constantemente asegura que las hormonas son inofensivas.
El resultado de los esfuerzos por reducir las hormonas es la minipíldora. Sólo contiene gestágenos, y en dosis muy bajas. Al influir sobre el medio de la mucosa impide esencialmente la ascensión de los espermatozoides. Según la información de la industria farmacéutica, tiene interés en especial para las mujeres que se han cansado de la píldora, que no quieren renunciar a su propio ciclo y que no tienen problemas de irregularidad con el ritmo. Las mujeres Luna con predominio de estrógenos, no obstante, suelen reaccionar mal a la mínima cantidad de gestágeno. Hay algunas mujeres que incluso con la dosis más bajas de gestágenos desarrollan sorprendentes efectos secundarios tales como brotes de acné, metrorragia y amenorrea.
Entre los efectos secundarios generales de la píldora habría que ver en primer lugar el tema de la pérdida del propio ritmo femenino. Excepto la minipíldora, todos los restantes tipos de píldora perturban el ciclo natural. Entre los efectos secundarios más conocidos están la hipertensión, el aumento de la trombosis (unido sobre todo al tabaco), los trastornos del metabolismo hepático y las enfermedades de la sangre. También aumenta la probabilidad de calcificación de los huesecillos del oído (ostoclerosis). Pueden producirse o intensificarse los ataques de migraña y crecer miomas. Pueden aparecer igualmente dolores en el pecho, aumento de peso, mareos (náuseas) y reducción de la líbido (con gestágenos). Aunque no peligrosas sí que son molestas las manchas pardas que aparecen alrededor de la boca, que se denominan cloasmas. El organismo ha interiorizado entonces el programa anticonceptivo y continúa practicándolo por sí mismo. El ritmo propio está tan debilitado que no es capaz de ajustarse él mismo. A nivel interpretativo, esto podría entenderse como que la mujer afectada ha sacrificado tanto su identidad femenina y su ritmo vital, que con sus propias fuerzas ya no puede encontrarlo.
En lo que respecta a la letalidad, hay que hacer constar de manera clara que el riesgo por los embarazos es muy superior al de la prevención con la píldora. De 30.000 mujeres que han tomado la píldora durante toda su vida fértil, según las estadísticas fallecen doce por efectos directos de la píldora y una por el embarazo producido a pesar del tratamiento. Sin embargo, por cada 10.000 embarazos siguen muriendo en promedio dos mujeres. Evidentemente, el riesgo de traer nuevas vidas es mayor que el rechazarlo de manera consecuente.
Desde el punto de vista médico se ponen pocos reparos a la píldora. Antes de administrarla puede hacerse toda una serie de análisis y exploraciones. A los tres meses es posible realizar un control, cada seis meses se recomienda explorar los pechos y los genitales, de vez en cuando incluso se determinan los niveles hormonales, algo que carece completamente de sentido tomando la píldora. La pausa en su toma que antes se recomendaba ya resulta innecesaria. Se hizo para determinar si todavía funcionaban los ciclos reguladores. La mayor tendencia al embarazo observada en las pausas se designó como un efecto rebote, pero hoy se pone en tela de juicio. En cualquier caso, la interpretación sería sencilla: un organismo al que durante mucho tiempo se ha impedido seguir su propia determinación, aprovecha la primera oportunidad para llegar a su meta.
La píldora del día después: una píldora como “Tetragynom”, o la anterior “13 Mikrlut” (ambas minipíldoras), deben tomarse dentro de las 48 primeras horas después de haber tenido relaciones sexuales sin protección y “resuelven” el problema mediante una hemorragia rápida y segura gracias a la progesterona que contienen. Por ese motivo, el procedimiento está permitido porque la mucosa se desprende antes del anidamiento, de tal manera que jurídicamente impide el ebarazo, pero no lo interrumpe. Este “método” es aplicable como máximo después de un resbalón, porque provoca una hemorragia y destruye por completo el ciclo natural.
Los fabricantes de nuestro país rechazan el preparado “RU 486”, la píldora abortiva, porque se dirige contra el óvulo ya anidado, lo que según el derecho alemán sería un aborto (véase también la página 127 y siguientes).
La inyección de los tres meses constituye, dentro de los métodos que utilizan las hormonas, la intervención más brutal en el equilibrio hormonal de la mujer. Realmente altera todo lo que puede alterarse. Debido a estos efectos secundarios extremadamente desagradables, ha desaparecido casi por completo de Alemania. De todas las maneras, sigue administrándose con frecuencia en Suiza después de los partos como prevención durante el período de lactancia. Mientras tanto, en Alemania ha vuelto a utilizarse en mujeres menopáusicas para tratar ataques de migraña que no responden a otros tratamientos, y de vez en cuando en casos de endometriosis y de dismenorrea grave. También las deportistas de alta competición parecen apreciarla por la amenorrea que produce.
Fuera de esto, se administra casi exclusivamente a mujeres mentalmente discapacitadas que se encuentran en centros de acogida, lo que da que pensar y plantearía cuestiones muy incómodas. ¿Cómo es que algo que se negaría a las personas que pueden defenderse se aplica a aquellas otras que no pueden defenderse? En cuanto que la conciencia no puede articularse con claridad, como al comienzo de la vida –desde la concepción hasta el quinto mes- o al fin de la misma, cuando de lo que se trata es de la extracción de órganos, o cuando el intelecto retrocede o desaparece, en nuestra sociedad nos volvemos extraordinariamente arriesgados.
Dahlke, R. Dahlke, M. Zahn, V. El camino femenino a la curación. El mensaje curativo del alma femenina. Cómo interpretar las causas espirituales de las enfermedades de la mujer. Robin Book.
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martes, 20 de noviembre de 2012
El cuento de Eva
Yo siempre me he preguntado qué significaba lo femenino. Digamos que desde joven tenía bien claro qué significaba lo masculino. En mi entorno lo masculino estaba bien valorado, era lo deseable, a lo que aspirar. Era mejor jugar al fútbol que al elástico; eran mejor las ciencias que las letras; era mejor trabajar fuera de casa que dentro. Y así, el estatus de las cosas y actividades que pertenecían al mundo masculino dominaban la escena con discreción y eficacia. Era mejor lo masculino que lo femenino, porque los hombres eran más inocentes (me decían de pequeña) y las mujeres más maliciosas. Porque al hombre se lo consideraba virginal y de buen corazón y a la mujer taimada y seductora. Por eso, los hombres debían protegerse de nosotras y entre nosotras no podíamos ser amigas, tendíamos a la envidia y la difamación de forma natural.
Esta es la imagen que yo guardé en los primeros años de vida de lo que significaba ser mujer. Después una va creciendo y se va encontrando con que los hombres no son esos entes puros y buenos al que las malas mujeres pueden llevar a la perdición, sino que los lobos existen (no sólo en los cuentos de caperucita). Sin embargo, ya poseía la imagen bíblica de la pérfida Eva dando a Adán la manzana, expulsando al inocente hombre del paraíso. Y así me quedé, con una protesta interna que con la edad se convirtió en un feminismo en el que querer y poder hacer las cosas que los hombres hacían era mi objetivo. Y así, hice un bachillerato de ciencias, aunque la carrera la elegí de letras, porque era mejor. Y así, me dediqué a los deportes de aventura (no por gozo personal -excepto la escalada que para mi era más una meditación- sino por la necesidad de sentirme que podía hacer las cosas que los hombres hacen). Y entonces decidí no tener una relación estable porque era lo que los hombres independientes y libres hacían. Y me dediqué a la empresa porque eso era mejor... y tantas y tantas cosas...
Ahora miro con una mezcla de extrañeza y pesar dónde se fueron esos años de mi adolescencia y juventud. Miro en mi interior y no me creo casi que esa haya sido yo en algún momento. No puedo comprender como solo me llegó esta imagen poderosa y castrante de la Eva maliciosa y pérfida arrastrando al buen hombre; cuando a poco que miremos alrededor nos daremos cuenta de cuánta mentira y decadencia existe tras esta imagen.
Hemos sido las mujeres tradicionalmente las que hemos soportado en nuestros cuerpos los deslices, los deseos y los abusos de los demás. Nos han quemado en la hoguera por brujas. Era nuestro cuerpo el que ha sido repudiado por los beatos y teólogos, objeto de temor y desprecio.
"Como individuo, la mujer es un ser endeble y defectuoso. El padre ha de ser más amado que la madre, pues es el principio activo de la procreación, mientras que la madre es tan solo el principio pasivo." Santo Tomás de Aquino.
"Las mujeres escuchen en silencio las instrucciones con entera sumisión. Pues no permito a la mujer enseñar ni tomar autoridad sobre el marido; mas estése callada. Ya que Adán fue formado el primero, y después Eva. Y además Adán no fue engañado, mas la mujer, engañada, fue causa de la prevaricación de la caída en el pecado. Verdad es que se salvara por medio de los hijos, si persevera en la fe y el la caridad en santa y arreglada vida.
—1 Timoteo 2: 11-15, atribuido por los cristianos a San Pablo.
"Las niñas empiezan a caminar y a hablar antes que los niños porque la maleza crece siempre más rápido que las buenas semillas"
—Martín Lutero. Teólogo alemán
Más que los hombres, las mujeres hemos sido sometidas a violaciones y después a abortos; hemos sido repudiadas y lapidadas; somos las mujeres las que nos hemos visto perseguidas y difamadas y nuestro cuerpo ha sido el campo de batalla en el que se libraban las guerras a través de violaciones. No en vano, son las mujeres y los niños las principales víctimas de la guerra y cuentan con más bajas que entre los ejércitos combatientes. Como demuestran las estadísticas de Joan Chitister:
Al inicio del siglo XX, 5% de las bajas de guerras eran civiles.
En la Primera Guerra Mundial, 15% eran civiles.
En la Segunda Guerra Mundial la cifra saltó a un 65% de mortandad de civiles, al ser bombardeadas ciudades enteras.
Hacia mediados de los noventas, 75% de las bajas de guerra eran civiles.
Actualmente el 90% por ciento de las bajas humanas en tiempo de Guerra lo forman civiles, en su mayoría mujeres y niños.
Y sin intentar crear un sentimiento victimista, si que pretendo mirar con los ojos tan abiertos que me permitan discernir lo evidente y lo sutil. Que pueda ver las implicaciones que los viejos estereotipos y la historia nos han donado y hemos registrado en la memoria más profunda. En una mano, el cuento de Eva recibido, en la otra, la realidad.
Fuente:
http://estudiosobreelutero.blogspot.com.ar/2012/11/el-cuento-de-eva.html
Una atmósfera exclusivamente femenina
La práctica
de la soledad deliberada
(…) En
tiempos antiguos, tal como sabemos a través de los escritos de los
médicos-sanadores religiosos y místicos, la soledad deliberada era no sólo
paliativa sino también preventiva. Se utilizaba para curar la fatiga y prevenir
el cansancio. También se usaba como oráculo, como medio para escuchar el yo
interior y pedirle unos consejos y una guía imposibles de escuchar en medio del
estruendo de la vida cotidiana.
Las mujeres
de la antigüedad y las modernas aborígenes solían crear un lugar sagrado para
esta clase de comunión y búsqueda. Dicen que tradicionalmente se establecía
durante el período menstrual de las mujeres, pues en estos días una mujer vive
mucho más cerca de su propio conocimiento que de costumbre; el espesor de la
membrana que separa la mente inconsciente de la consciente se reduce
considerablemente. Los sentimientos, los recuerdos, las sensaciones que
normalmente están bloqueados penetran en la conciencia sin ninguna dificultad. Si
una mujer se adentra en la soledad en este período, tiene más material para
examinar.
No
obstante, en mis intercambios con las mujeres de las tribus de Norte, Centro y
Sudamérica así como con las de algunas tribus eslavas, descubro que los “lugares
femeninos” se utilizaban en cualquier momento y no sólo durante la
menstruación; más aún, cada mujer disponía de su propio “lugar de lo femenino”,
el cual consistía a menudo en un determinado árbol o punto de la orilla del río
o en algún espacio de un bosque o un desierto natural o una gruta marina.
Mi
experiencia en el análisis de las mujeres me lleva a pensar que buena parte de
los trastornos premenstruales de las mujeres modernas no es sólo un síndrome
físico sino también una consecuencia de su necesidad insatisfecha de dedicar el
tiempo suficiente a revitalizarse y renovarse[1].
Siempre me río cuando alguien menciona a los
primeros antropólogos, según los cuales en muchas tribus las mujeres que
menstruaban se consideraban “impuras” y eran obligadas a alejarse del poblado
hasta que “terminaban”. Todas las mujeres saben que, aunque hubiera un forzoso
exilio ritual de este tipo, cada una de ellas sin excepción, al llegar este
momento, abandonaba la aldea con la cabeza tristemente inclinada, por lo menos
hasta que se perdía de vista, y después rompía repentinamente a bailar y se
pasaba el resto del camino muerta de risa.
(…)
El calor:
La recuperación de la sexualidad sagrada
Siempre he
pensado que el Kaffeelatsch[2]
era un vestigio del antiguo ritual femenino del estar juntas, un ritual que,
como el antiguo, se centra en conversaciones del vientre y en el que las
mujeres hablan desde sus entrañas, dicen la verdad, se ríen como locas, se
sienten más reconfortadas y, cuando vuelven a casa, todo marcha mejor.
A veces
cuesta conseguir que los hombres se retiren para que las mujeres puedan
permanecer solas entre sí. Sé que en tiempos antiguos las mujeres animaban a
los hombres a que se fueran a “pescar”. Se trata de un estratagema utilizado
por las mujeres desde tiempos inmemoriales para que los hombres se alejen y la
mujer pueda quedarse sola o en compañía de otras mujeres. Las mujeres necesitan
vivir de vez en cuando en una atmósfera exclusivamente femenina, ellas solas o
con otras mujeres. Es un ciclo femenino natural.
(…)
[1] Las mujeres suelen tomarse el tiempo
necesario para responder a las crisis de la salud física, sobre todo de la
salud de los demás, pero olvidan dedicar un tiempo de mantenimiento a su
relación con la propia alma. Normalmente no comprenden que el alma es el
magneto, el generador central de su animación y su energía. Muchas mujeres
tratan su relación con el alma como si ésta no fuera un instrumento
extremadamente importante que, como todos los instrumentos valiosos, necesita
protección, limpieza, lubrificación y reparación. De lo contrario, lo mismo que
ocurre con un automóvil, la relación se deteriora, se produce una
desaceleración en la vida cotidiana de la mujer, ésta tiene que gastar grandes
cantidades de energía para llevar a cabo las tareas más sencillas y,
finalmente, sufre una grave avería lejos de la ciudad o de un teléfono. Y
entonces tiene que emprender a pie el largo y fatigoso camino de regreso a
casa.
[2] En alemán, tertulia de mujeres.
Nuestra fertilidad
Tomar el asunto en nuestras manos
Siempre he pensado que las mujeres de la antigüedad tenían que conocer la manera de controlar su fertilidad mediante métodos que se han perdido en la noche de los tiempos. En medicina china hay 24 puntos de acupuntura o digitopresión que se llaman Puntos Prohibidos. Cuando Jeanne Blum, terapeuta holística que trabaja con digitopresión, comenzó a investigar estos puntos, descubrió que se los llamaba “prohibidos” justamente por su capacidad para poner fin a un embarazo. Pero además descubrió que si las mujeres aprendían cuáles eran esos puntos y cómo estimularlos manualmente en el momento oportuno, podían controlar también sus ciclos a voluntad. Así pues, el sistema de los Puntos Prohibidos puede, con la práctica, emplearse como una forma de control de la natalidad o para acabar con un embarazo en su primera fase. Aunque no he logrado encontrar estudios que documenten el uso de estos puntos de esta manera, el continuo trabajo de Jeanne Blum con muchas clientas y las experiencias que le han relatado mujeres que han puesto en práctica lo que dice en su libro son testimonio de la efectividad de este sistema si se aplica correctamente. Los puntos y las instrucciones completas de este sistema para utilizarlo bien se encuentran en su libro Woman Heal Thyself: An Ancient Healing System for Contemporary Women (Charles Tuttle, 1996). Estos mismo puntos se pueden estimular para aliviar y sanar el síndrome premenstrual, la endometriosis, la dismenorrea y otros problemas menstruales.
Concepción y anticoncepción conscientes
Si las mujeres deseamos mejorar nuestra posición personal y profesional en el mundo, no tenemos otra opción que responsabilizarnos de nuestras creaciones y recuperar nuestro poder. Esto es particularmente cierto cuando se trata de tener hijos. Las mujeres hemos llegado a un momento de nuestra historia planetaria en que debemos aprender a procrear a partir de una decisión consciente, no simplemente para llenar un vacío interior ni para retener a un hombre. Estos motivos para concebir son restos de una programación tribal inconsciente que ya no nos beneficia.(…)
A las mujeres que están considerando la posibilidad de concebir les recomiendo que dediquen un tiempo a meditar y a orar junto con su pareja en busca de orientación respecto a la perspectiva de tener un hijo. Las mujeres tibetanas tradicionales siempre dedican un tiempo a la oración y la meditación antes de concebir. No todas son muy evolucionadas. Cuando la mujer eleva sus vibraciones mediante la oración y la meditación conscientes, hace más probable que conciba un alma de mentalidad similar. Esto se puede hacer incluso en el caso de considerar la posibilidad de ser madre soltera por inseminación de un donante. Lo importante es que la mujer vea su cuerpo como un canal para un nuevo espíritu y se rinda a la experiencia, que esté receptiva a todo lo que ésta tiene para enseñarle. (Si estás considerando la posibilidad de ser madre soltera, te recomiendo el libro Single Mothers by Choice [Times Books, 1994], de Jane Mates, asistenta social; para más información sobre la maternidad como solteras, visita www.singlemothers.org)
Todos los métodos anticonceptivos existentes en la actualidad tienen su lugar: píldoras, dispositivos intrauterinos, diafragmas, condones y el resto (…). Desgraciadamente, muchos médicos no presentan con objetividad los métodos de control de la natalidad. Cuando estaba estudiando y durante mis prácticas como residente, existía la tendencia de imponer los anticonceptivos orales como el método óptimo, y a restar importancia a la fiabilidad del diafragma y los condones. Esto no ha cambiado en más de treinta años, lo cual no es de extrañar, dada nuestra actitud cultural de controlar el cuerpo femenino. La píldora (y ahora el parche) es fácil de recetar, fácil de tomar (o usar), muy fiable y muy cómoda. Podemos usarla para manipular el ciclo menstrual, y evitar así las reglas totalmente o los fines de semana. En resumen, encaja en nuestro ideal cultural. La píldora anticonceptiva es el medicamento que más se ha estudiado en la historia. Por desgracia, dado que se fabrica con hormonas no bioidénticas, tiene más efectos secundarios de los que debería.
Muchos otros métodos anticonceptivos requieren más educación acerca del cuerpo y una participación más activa de la que exige la píldora. Esos métodos no encajan en la agenda normal de un médico muy ocupado. Muchos médicos piensan que las mujeres no querrán usar los métodos barrera como el diafragma, los preservativos y la espuma anticonceptiva porque han visto demasiados “fracasos”. Esto es cierto de algunas mujeres, pero no de todas. Los informes demuestran que en las mujeres que son usuarias ideales (que usan el método correctamente cada vez), los métodos barrera, e incluso el de “percepción de la fecundidad” (planificación familiar natural) pueden ser eficaces en un 95 a 98 por ciento.
Es importante distinguir entre el fracaso del método anticonceptivo y el fracaso de la mujer de usarlo correctamente. Muchas mujeres están socialmente condicionadas a estar disponibles para el acto sexual sin involucrar a su pareja en la responsabilidad de la anticoncepción. Muchas mujeres están relacionadas con hombres que no colaboran en la anticoncepción y que piensan que eso es responsabilidad de la mujer. Aunque me gustaría decir que no vale la pena tener relaciones sexuales con esos hombres, sé que eso no siempre es posible, sobre todo en las situaciones tan corrientes en que hay problemas de violencia doméstica; evidentemente, para las mujeres que están en esta situación es mejor usar un método anticonceptivo que no requiera la colaboración masculina. Entre estos métodos están las píldoras, el parche, NuvaRing, el DIU, Depo-Provera, la ligadura de trompas y el preservativo femenino Reality. Los métodos que requieren una participación consciente de la pareja, como los condones, sencillamente no son apropiados para estas mujeres. De hecho, cuando el Departamento de Salud Pública de Filadelfia ofreció un rustido de métodos anticonceptivos a un grupo de mujeres de ingresos bajos, en su mayoría eligieron el preservativo femenino porque este método les daba más control sobre el riesgo de embarazo e infección a que habrían estado expuestas de no usarlo.
Para elegir el método anticonceptivo apropiado, la mujer debe decidir sinceramente en qué lugar está en su propia vida, y cuánta responsabilidad está dispuesta a asumir en su fecundidad. Algunas mujeres ni siquiera quieren pensar en llegar a conocer sus fases de ovulación ni observar su mucosidad cervical, y mucho menos están dispuestas a insertarse un diafragma antes de cada acto sexual. Eso es válido, y con frecuencia les va bien con la píldora u otro método “automático”. Otras mujeres prefieren métodos barrera, como el diafragma, y yo animo a usar esos métodos también, pero sólo a aquellas mujeres que se comprometen a usarlos conscientemente. He trabajado repetidamente con mujeres que se han hecho tres o cuatro abortos por no usar los llamados anticonceptivos “no naturales”; la píldora habría sido una mejor opción para esas mujeres, dado su comportamiento sexual; pero ellas se negaban a poner algo “no natural” en su cuerpo. Yo digo que no hay nada natural en el aborto, cuando la mujer no usa conscientemente su método anticonceptivo “natural”. Estas mujeres, si bien son conscientes respecto de los alimentos y al medio ambiente, suelen sufrir la división entre la mente y el cuerpo que todos hemos heredado: piensan que estar disponible sexualmente sin pedir a su pareja que comparta la responsabilidad forma parte de ser una mujer deseable. Esto es una lástima, dado particularmente que hay tantas maneras de expresarse sexualmente sin el riesgo de embarazos no intencionados (…). Recomiendo a todas las mujeres que hagan el mayor esfuerzo posible por poner en primer lugar sus necesidades sexuales y de fertilidad en toda relación. Hacerlo requiere valor y apoyo.
Northrup, C. Cuerpo de mujer, sabiduría de mujer. Una guía para la salud física y emocional. Urano.
jueves, 15 de noviembre de 2012
ABRAZA A TU CHICA INTERNA de Eve Ensler
Haciendo click en el enlace que se muestra debajo podrán ver un lindísimo video de Eve Ensler - autora de los famosos Monólogos de la Vagina - donde nos llama a abrazar a nuestra chica interna. Un hermoso video para compartir entre todas las mujeres... y los hombres ¿por qué no?
EVE ENSLER - ABRAZA A TU CHICA INTERNA
EVE ENSLER - ABRAZA A TU CHICA INTERNA
martes, 13 de noviembre de 2012
lunes, 12 de noviembre de 2012
La naturaleza instintiva exiliada
(...)
Las niñas que poseen una acusada naturaleza instintiva suelen experimentar un considerable sufrimiento en las etapas iniciales de su vida. Desde su más tierna infancia se sienten cautivas y domesticadas y les dicen que son tercas y se portan mal. Su naturaleza salvaje se revela muy pronto. Son niñas muy curiosas y astutas y ponen de manifiesto unas excentricidades que, debidamente desarrolladas, constituyen la base de su creatividad durante todo el resto de sus vidas. Teniendo en cuenta que la vida creativa es el alimento y el agua del alma, este desarrollo básico es extremadamente importante.
Por regla general, el temprano exilio se inicia sin culpa del interesado y se intensifica por medio de la incomprensión, la crueldad de la ignorancia o la maldad deliberada de los demás. En tal caso, el yo básico de la psique sufre una temprana herida. Cuando ello ocurre, una niña empieza a creer que las imágenes negativas que su familia y su cultura le ofrecen de ella no sólo son totalmente ciertas sino, que, además, están totalmente libres de prejuicios, opiniones y preferencias personales. La niña empieza a creer que es débil, fea e inaceptable y así lo seguirá creyendo por mucho que se esfuerce en modificar la situación.
(...) En muchas culturas, cuando nace una niña se espera de ella que sea o se convierta en un determinado tipo de persona, se comporte de una cierta manera convencional, tenga una serie de valores que, aunque no sean idénticos a los de su familia, sí por lo menos se basen en ellos y, en cualquier caso, no provoque sobresaltos de ningún tipo. Estas expectativas quedan muy bien definidas cuando uno o ambos progenitores experimentan el deseo de una "hija angelical", es decir, de una hija sumisamente "perfecta".
En las fantasías de algunos padres la hija que tengan deberá ser perfecta y sólo deberá reflejar sus criterios y sus valores. Por desgracia, si la niña es salvaje, ésta deberá padecer los repetidos intentos de sus padres de someterla a una operación quirúrgica psíquica en su afán de re-crearla y de modificar lo que el alma le pide a una niña. Por mucho que su alma le pide que mire, la cultura circundante le pedirá que se vuelva ciega. Y, aunque su alma quiera decirle la verdad, ella se verá obligada a guardar silencio.
Pero ni el alma ni la psique de la niña se pueden adaptar a tales exigencias. La insistencia en que se porte de forma "apropiada", cualquiera que sea la definición que pueda dar de ello la autoridad, puede obligar a la niña a huir o a ocultarse bajo tierra o a vagar durante mucho tiempo en busca de un lugar en el que pueda encontrar alimento y paz.
Cuando la cultura define minuciosamente lo que constituye el éxito o la deseable perfección en algo - el aspecto, la estatura, la fuerza, la forma, el poder adquisitivo, la economía, la virilidad, la feminidad, los buenos hijos, la buena conducta, las creencias religiosas-, en la psique de todos los miembros de esa cultura se produce una introyección de los mandatos correspondientes con el fin de que las personas puedan acomodarse a dichos criterios. Por consiguiente, el tema de la mujer salvaje exiliada suele ser doble interior y personal y exterior y cultural.
Vamos a analizar aquí el tema del exilio interior, pues, cuando el sujeto adquiere la necesaria fuerza - o una fuerza perfecta sino una fuerza moderada e idónea - para ser él mismo y encontrar el lugar que le corresponde, puede influir magistralmente en la comunidad exterior y en la conciencia cultural. ¿Qué es una fuerza moderada? Es la que se posee cuando la madre interior que cuida a la persona no sabe al ciento por ciento lo que hay que hacer a continuación. Basta con que lo sepa al setenta y cinco por ciento. El setenta y cinco por ciento es un porcentaje aceptable. Recuerda que decimos que una planta está florida tanto si se encuentra a la mitad como si se encuentra a tres cuartos o en la plenitud de su ciclo de floración.
Pinkola Estés, Clarissa. Mujeres que corren con los lobos. Zeta.
Las niñas que poseen una acusada naturaleza instintiva suelen experimentar un considerable sufrimiento en las etapas iniciales de su vida. Desde su más tierna infancia se sienten cautivas y domesticadas y les dicen que son tercas y se portan mal. Su naturaleza salvaje se revela muy pronto. Son niñas muy curiosas y astutas y ponen de manifiesto unas excentricidades que, debidamente desarrolladas, constituyen la base de su creatividad durante todo el resto de sus vidas. Teniendo en cuenta que la vida creativa es el alimento y el agua del alma, este desarrollo básico es extremadamente importante.
Por regla general, el temprano exilio se inicia sin culpa del interesado y se intensifica por medio de la incomprensión, la crueldad de la ignorancia o la maldad deliberada de los demás. En tal caso, el yo básico de la psique sufre una temprana herida. Cuando ello ocurre, una niña empieza a creer que las imágenes negativas que su familia y su cultura le ofrecen de ella no sólo son totalmente ciertas sino, que, además, están totalmente libres de prejuicios, opiniones y preferencias personales. La niña empieza a creer que es débil, fea e inaceptable y así lo seguirá creyendo por mucho que se esfuerce en modificar la situación.
(...) En muchas culturas, cuando nace una niña se espera de ella que sea o se convierta en un determinado tipo de persona, se comporte de una cierta manera convencional, tenga una serie de valores que, aunque no sean idénticos a los de su familia, sí por lo menos se basen en ellos y, en cualquier caso, no provoque sobresaltos de ningún tipo. Estas expectativas quedan muy bien definidas cuando uno o ambos progenitores experimentan el deseo de una "hija angelical", es decir, de una hija sumisamente "perfecta".
En las fantasías de algunos padres la hija que tengan deberá ser perfecta y sólo deberá reflejar sus criterios y sus valores. Por desgracia, si la niña es salvaje, ésta deberá padecer los repetidos intentos de sus padres de someterla a una operación quirúrgica psíquica en su afán de re-crearla y de modificar lo que el alma le pide a una niña. Por mucho que su alma le pide que mire, la cultura circundante le pedirá que se vuelva ciega. Y, aunque su alma quiera decirle la verdad, ella se verá obligada a guardar silencio.
Pero ni el alma ni la psique de la niña se pueden adaptar a tales exigencias. La insistencia en que se porte de forma "apropiada", cualquiera que sea la definición que pueda dar de ello la autoridad, puede obligar a la niña a huir o a ocultarse bajo tierra o a vagar durante mucho tiempo en busca de un lugar en el que pueda encontrar alimento y paz.
Cuando la cultura define minuciosamente lo que constituye el éxito o la deseable perfección en algo - el aspecto, la estatura, la fuerza, la forma, el poder adquisitivo, la economía, la virilidad, la feminidad, los buenos hijos, la buena conducta, las creencias religiosas-, en la psique de todos los miembros de esa cultura se produce una introyección de los mandatos correspondientes con el fin de que las personas puedan acomodarse a dichos criterios. Por consiguiente, el tema de la mujer salvaje exiliada suele ser doble interior y personal y exterior y cultural.
Vamos a analizar aquí el tema del exilio interior, pues, cuando el sujeto adquiere la necesaria fuerza - o una fuerza perfecta sino una fuerza moderada e idónea - para ser él mismo y encontrar el lugar que le corresponde, puede influir magistralmente en la comunidad exterior y en la conciencia cultural. ¿Qué es una fuerza moderada? Es la que se posee cuando la madre interior que cuida a la persona no sabe al ciento por ciento lo que hay que hacer a continuación. Basta con que lo sepa al setenta y cinco por ciento. El setenta y cinco por ciento es un porcentaje aceptable. Recuerda que decimos que una planta está florida tanto si se encuentra a la mitad como si se encuentra a tres cuartos o en la plenitud de su ciclo de floración.
Pinkola Estés, Clarissa. Mujeres que corren con los lobos. Zeta.
El sistema energético femenino
Comprender que los pensamientos y emociones afectan al funcionamiento de la energía en el cuerpo femenino nos sirve para descifrar el lenguaje único de nuestro cuerpo individual. La localización de una enfermedad, es decir, dónde se produce, tiene un significado psíquico y emocional. Pautas mentales y emocionales concretas están relacionadas con lugares específicos del cuerpo. Los pensamientos, emociones y comportamientos se reflejan o quedan estampados simultáneamente en el cerebro, la médula espinal, los diversos órganos, la sangre, el tejido linfático (inmunitario) y el campo electromagnético que rodea todas estas zonas. Entender las diferentes formas dinámicas de energía que nuestro cuerpo origina y en las cuales actúa, va a servirnos para valorar cómo se manifiestan en el cuerpo individual las energías positivas o negativas.
El continuo materia-energía
El sistema vibratorio del cuerpo va cambiando siempre, y la posibilidad de sanar o de enfermar está presente en todo momento. Las células precancerosas, por ejemplo, se producen con regularidad; pero sólo forman cánceres invasores cuando se deterioran los controles internos. La energía mental y emocional entra y sale de forma física con regularidad, oscilando en el continuo formado por energía y materia, partículas y ondas. (…) Dicho muy sencillamente, la energía mental puede volverse física en el cuerpo.
Cuando tenemos un estrés emocional constante no resuelto en un determinado aspecto de la vida, este estrés se registra en nuestras vibraciones como una perturbación que puede manifestarse en forma de enfermedad física. He aquí como ocurre: cuando estamos obsesionadas por alguien o por algo, o seguimos aferradas a pensamientos o comportamientos autodestructivos, el cuerpo pierde energía vital. Cuando nos obsesionamos, obstruimos la energía (chi, ki, prana o qi) en un proceso negativo que la desvía de nuestras células, con lo cual se interrumpen los procesos celulares vitales. (…)
Percibir el cuerpo como un campo energético que pierde energía nos es útil para entender y comenzar el proceso de curación. (…)
Muchas veces no somos conscientes de esas pérdidas de energía. Pero si continúan sin ser sanadas, la consecuencia suele ser el malestar corporal. Los síntomas corporales pueden servirnos para llevar la atención a esa zona de modo que pueda comenzar la curación. (…)
La energía de la Tierra
Las filosofías orientales tradicionales describen la profunda interacción entre la energía de la Tierra y la del cuerpo físico humano, y la fuerte conexión entre la energía femenina y la atracción natural de la Tierra. Entender que la naturaleza de la mujer, con sus flujos y sus reflujos, es positiva y poderosa, nos da la oportunidad de sanar y vivir en forma equilibrada y sana.
Según algunas creencias orientales, el cuerpo de las mujeres difiere del de los hombres en que la energía de la Tierra sube por nuestro cuerpo y lo penetra. Esta energía femenina “atrae hacia adentro”, es una fuerza centrípeta, y es irresistible. Es tan poderosa, que si se vive en un ambiente familiar, la mayoría de los miembros de la familia giran alrededor de la persona que tiene la mayor energía centrípeta (generalmente la madre), y cuando ya no está la notan agudamente. Los hijos se guardan sus quejas para contárselas a su madre al final del día si ella no ha estado en casa. Mis hijas siempre necesitaban saber en qué parte de la casa estaba. Si salía de una habitación, antes de que pasara un minuto me llamaban: “Mamá, ¿dónde estás?”. Cuando eran más pequeñas siempre tenían que estar conmigo en la misma habitación. No pude darme un baño sola hasta que la mayor tenía alrededor de nueve años. En cambio, cuando las niñas eran pequeñas, mi ex marido tenique estar ausente mucho más tiempo que yo para que ellas lo notaran. Esa energía centrípeta de la mujer está en funcionamiento cuando se pone al bebé al pecho, y cuando acepta el pene en su vagina (si es heterosexual) y su óvulo envía señales químicas a los espermatozoides para que naden hacia él. Esta potente energía está presente no sólo en nuestra biología sino también en el corazón y la mente, en forma de nuestros sueños y deseos únicos. Cuando la mujer encuentra el valor para expresar esos deseos, a sí misma y a otras personas, no tarda en descubrir que su irresistible energía centrípeta la ayuda a hacerlos realidad.
Michio Kushi, el maestro de macrobiótica que fue el primero en ilustrar y escribir sobre esta forma de energía para lectores occidentales, señala que la fuerza centrípeta de la Tierra que sube por los pies está presenta también en los hombres, así como la fuerza del cielo, que baja y entra en el cuerpo por la cabeza (fuerza centrífuga), está también presente en las mujeres. Lo que difiere es el grado en que está presente cada energía. En general, en las mujeres hay más energía de la Tierra que sube. Me han dicho que las mujeres del pueblo navajo usan faldas porque eso aumenta el acceso del cuerpo a esa energía de la Tierra a través del círculo que forma la falda (véase figura 1). La tradición lakota sostiene que la energía de la mujeres durante la menstruación (llamada periodo lunar) baja en espiral en sentido inverso a las manecillas del reloj, y entra en la Tierra. (Debido a eso las mujeres que están menstruando no participan en las ceremonias de sauna, porque su energía está reñida con la energía en espiral hacia arriba de la ceremonia.)
La energía centrípeta es una fuerza conectora que influye en todas las personas que nos rodean, porque las mujeres tendemos a ser el centro de la vida familiar, las que asumimos la responsabilidad psicológica del bienestar de los demás miembros de la familia. Por lo tanto, cuando una mujer mejora su vida, generalmente toda la familia se beneficia (tenga hijos o no). Ella marca el tono. El bienestar de la familia y el de la sociedad dependen de que las mujeres sanemos y nos mantengamos sanas. Parte de la creación de salud es entender el poder de la energía femenina y sus implicaciones. La salud de los seres queridos de una mujer está directamente ligada a su salud personal. Por lo tanto, nos debemos a nosotras mismas primero tomarnos el tiempo que necesitamos para sanar, para estar sanas, felices y completas. No se puede apagar la sed de otra persona si se tiene el vaso vacío.
Northrup, C. Cuerpo de mujer, sabiduría de mujer. Urano.
lunes, 29 de octubre de 2012
Tenemos Facebook
Parece que hoy en día algunas cosas son útiles, así que presentamos nuestra página en Face y nuestro usuario:
http://www.facebook.com/pages/Luna-Roja/457139220998659
http://www.facebook.com/profile.php?id=100004594355016
¡Que lo disfruten!
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domingo, 28 de octubre de 2012
Otra vez las hechiceras: de círculos y otras cosas.
Ningún
tántrico rechazaría una sola palabra de lo que dice Star Hawk:
“Nuestra
relación con la Tierra y las especies que la habitan está también condicionada
por nuestros modelos religiosos. Concebir a Dios como ajeno a la naturaleza
autoriza a la utilización y el saqueo de los recursos del planeta… Resultado:
la contaminación y la destrucción ecológica masiva que amenazan incluso a la
humanidad… La witchcraft es una
religión ecológica, pues su objetivo es la armonía con la naturaleza a fin de
que la vida pueda no sólo sobrevivir sino prosperar…”
Salvo las witches modernas, son pocos los que
sospechan la importancia capital de esa corriente subterránea y delo que
prepara, es decir, una revolución pacífica de los valores sobre los cuales está
construida nuestra civilización en crisis. La salvación vendrá de los valores
femeninos, de ese movimiento invisible superficialmente que se extiende tanto
en los Estados Unidos como en la Gran Bretaña. Los adeptos de la Antigua
Religión forman “asambleas”, pequeñas unidades autónomas de veinte a treinta
personas solamente, en su mayoría mujeres, y que tienen entre sí una gran
cohesión. Ningún poder central fija su liturgia o sus ritos. A la inversa del
modelo masculino, esta corriente no se estructura como una pirámide
jerarquizada. Esta aparente “debilidad” tranquilizadora para el establishment convierte a este
movimiento en una fuerza invencible, pues no puede ser decapitado ni disuelto.
Algunas
asambleas afirman perpetuar prácticas transmitidas sin interrupción desde los
orígenes.
(…)
Todos los
ritos de la witchcraft son mágicos y,
como en el tantra, “todo ritual comienza con la formación de un espacio sagrado
circular que crea un templo en el corazón del bosque o en el centro de la
morada donde se realiza. Entonces la Diosa y los dioses son evocados y
despertados en cada participante. Los cantos y las danzas despiertan la fuerza
sutil que modela la realidad última. Se
comparten el alimento y la bebida.” (El cono
de potencia explica la forma cónica del sobrero de la bruja de caricatura.)
(…)
Y esto
también: “Cada mes, preferentemente en luna llena, reuníos en lugar secreto y
adoradme a mí que soy la reina de la sabiduría. Seréis entonces liberados de
toda esclavitud y, como símbolo de esa libertad, estaréis desnudos durante los
ritos. Cantad, festejad, danzad, haced música y haced el amor, todo en Mi
presencia, pues yo soy a la vez el éxtasis espiritual y el goce terrenal. Mi
ley es la del amor entre todos los seres”.
(…)
Y lo que
sigue coincide punto por punto con el culto shakta
del tantra: “En la witchcraft, no creemos en la Diosa, nos vinculamos con ella por medio de la
luna, las estrellas, el océano, la tierra, los árboles, los animales, los otros
seres humanos, a través de nosotros mismos. Ella está aquí, en el centro de
todos y de todos. Ella es el círculo completo: tierra, aire, fuego agua y
esencia; cuerpo, mente, espíritu, emoción, cambio. (Observemos: los mismos
cinco elementos del tantra…) La Diosa existía antes que toda la Tierra, es la
oscura, la madre nutricia que produce toda la vida. (¡Llamémosla Kali y
estaremos en pleno tantra!) Ella es el poder fecundador de la vida, el útero,
pero también la tumba que nos recibe y el poder de la muerte. Todo proviene de
ella, todo regresa a ella… Ella es el cuerpo y el cuerpo es sagrado. Útero,
seno, vientre, boca, vagina, pene, huesos, sangre, ninguna parte del cuerpo es
impura, ningún aspecto del proceso de la vida está manchado por el pecado. El
nacimiento, la muerte y la disolución son las tres palabras sagradas del ciclo.
Ya comamos, durmamos, hagamos el amor o eliminemos los desechos de nuestro
cuerpo, siempre estamos manifestando a la Diosa.”
Reemplace
el lector Diosa por Shakti y estas líneas podrían provenir de un texto
tántrico, como el siguiente: “Su culto puede tomar cualquier forma, en
cualquier lugar, no requiere liturgia, ni catedral, ni confesión. (…) El deseo
es el cemento del universo, une el electrón con el núcleo, el planeta con el
Sol, crea las formas, crea el mundo. Seguid el deseo hasta su término, uníos
con el objeto deseado hasta convertiros en ese objeto, hasta convertiros en la
Diosa.
“Para la
mujer, la Diosa simboliza su ser más profundo, el poder liberador, nutritivo y
benéfico. El cosmos está modelado como el cuerpo de la mujer, que es sagrado.
Todas las fases de la vida son sagradas. La edad es una bendición, no una
maldición. La Diosa no restringe a la mujer a ser un cuerpo, sino que despierta
en ella el espíritu, la mente, las emociones, a través de la Diosa, la mujer
puede conocer la potencia de su cólera y de su agresividad, tanto como la
fuerza de su amor”.
(…)
Un tántrico
occidental, mi amigo John Mumford, de Melbourne, ha captado muy bien la
importancia del fenómeno “Wicca”. Escribe en su Sexual Occultism:
(…)
“El tantra
está centrado en torno a Shakti, polo femenino positivo, responsable de la manifestación
dinámica. Es el equivalente directo de la Grn Diosa Madre que constitye el
punto cenal del culto Wicca.
“La chakra puja, el círculo de los
adoradores, donde alternan hombres y mujeres, es el equivalente a la “asamblea”
y, en los dos casos, el acento cae sobre la desnudez ritual. El objetivo del
círculo (él mismo símbolo femenino y uterino) es encerrar y captar las energías
psíquicas (prana) emitidas por la carne viviente de los participantes. A medida
que la excitación sexual y emocional aumenta, se desprende más irradiación, más
“vapor”, disponible para los usos ocultos. Esta energía forma un cono de potencia
por encima del grupo, similar al remolino vertiginoso de la fuerza psíquica
liberada en la cópula.
(…)
¿Qué puedo
hacer, sino repetir que esta visión corresponde, punto por punto, a la esencia
del tantra? Y repetir también que sería tan fácil como lamentable subestimar la
importancia de la Wicca moderna porque es subterránea, pues aporta la esperanza
de evitar, por el resurgimiento de los
valores de la Feminidad, el derrumbamiento catastrófico de nuestra
civilización. No importa la etiqueta bajo la cual estas ideas fundamentales se
difunden –witchcraft, tantra o
cualquier otra-; lo esencial es que eso suceda.
Esta corriente
es irresistible e irreversible porque es universal y eterna. Abuso de las
citas, pero es difícil resistirse a ésta, provenientes de un horizonte tan
diferente:
“En la
mujer se revela la naturaleza del Eterno Femenino que trasciende todas sus
encarnaciones terrestres –cada mujer y cada símbolo individual-. La emergencia
del arquetipo de la Femineidad en todas las culturas, en todas las épocas y
entre todos los hombre desde la prehistoria, constituye también la realidad
viviente de la mujer moderna, sus sueños y sus visiones, sus fantasmas y sus
impulsos, sus proyecciones y sus relaciones, sus fijaciones y sus mutaciones.
“La Gran
Diosa encarna el Sí-mismo Femenino, que se despliega en la historia del género
humano así como en cada mujer individual; su realidad determina la vida
individual y colectiva. Este universo psíquico arquetípico está inmerso en el
poder subyacente que, incluso hoy –en parte con los mismos símbolos y en el
mismo orden de desarrollo, en parte con modalidades y variaciones dinámicas-,
determina la historia psíquica del hombre y la mujer modernos.”
Estas
líneas, llenas de sentido y de esperanza, merecen ser releídas y retenidas.
Erich Neumann, psicoanalista junguiano, las escribió en Tel Aviv –que es
considerado el bastión del patriarcado-, donde murió en 1960.
Van Lysebeth, André. Tantra, el culto de lo femenino. Urano.
Una aproximación a la Kali hindú
Kali y Kunda
El
antagonismo entre la erotizante María Magdalena y la asexuada parturiente de
Dios recibió en el siglo XVII un poderoso apoyo en la imaginación del Occidente
cristiano por parte de la diosa hindú Kali.
(…)
Cuando los
ingleses bautizaron el pueblo como Calcuta estaban conmocionados por la diosa
negra, que era adorada no sólo en el templo sino en todas partes. Los bangalíes
adornaban sus casas con imágenes de Kali en las que ésta no llevaba nada sobre
su cuerpo oscuro a excepción de una ristra de cráneos y una falda de brazos cortados
de hombres y la llamaban afectuosamente “Kali
Ma”, es decir, “Madre Kali”. Los británicos se desesperaban casi al
intentar comprender de dónde provenían el amor y la confianza en esta deidad
innegablemente femenina que carecía de los atributos de la feminidad
reconocibles por ellos y se diferenciaba profundamente de su virginal Madre de
Dios. Más que las armas en las numerosas manos de Kali y la sangre que goteaba
de la boca de la diosa, lo que extrañaba a los británicos era su desnudez
explícita, su sexo expuesto y la relación con su esposo, Shiva. Tradicionalmente,
Kali es representada de pie sobre Shiva o sentada sobre él durante el acto
sexual: el dios yace de espaldas, relajado y pasivo, sonríe a la activa diosa.
Kali no sólo era la diosa de la anarquía y de la sexualidad agresiva sino por
encima de todo una mujer que dominaba a su marido,[1]y,
en correspondencia con esto, los informes que se transmitieron sobre ella en la
Inglaterra metropolitana giraban como hipnotizados alrededor de su sexualidad “sin
límites”, de la que se derivaba una tendencia a más transgresiones. A Kali se
le atribuyeron orgías sangrientas con sacrificios humanos, violencia mezclada
con voluptuosidad y, como punto culminante del horror, una alegría no
disimulada por disponer de sus propias fuerzas. Los thugs, miembros de las
famosas y temidas bandas de ladrones de la India, fueron estilizados en
discípulos de Kali, y sus incursiones, en misas negras para la diosa de las
que, supuestamente, los participantes obtenían una especie de gratificación
erótica perversa. “Esta deidad es la santa patrona declarada de las más
horribles transgresiones contra la paz social”[2],
apuntó el misionero Caleb Wright en 1853.
Aunque el
miedo fue el hilo conductor de las discusiones de la época sobre la diosa,
espantosamente erótica, este temor estaba claramente imbuido de fascinación, ya
que Kali encarnaba el Extremo Oriente, el Otro más extranjero, el “corazón más
oscuro de la India”:[3]
con el pretexto de la indignación moral, una sociedad satisfacía así sus deseos
reprimidos. Al fin y al cabo, no es casualidad que en la fase álgida del
colonialismo de ultramar devorara tratados médcos como Psychopathia sexuales, de Richard von Krafft-Ebing, con una
excitación apenas e insuficientemente disimulada y que el interés científico en
las perversiones sexuales haya alcanzado su pico. El colonialismo era en sí
mismo un proyecto de género: Occidente
se concebía a sí mismo como masculino, lógico y activo al tiempo que imaginaba
el Oriente como pasivo, irracional o peligroso y engañoso; en cualquier caso,
como una mujer que debía ser conquistada y poseída.
En
consecuencia, las metáforas escogidas para referirse a la incursión militar en
países extranjeros giraban principalmente alrededor de la penetración y la
violación, como es práctica de los conquistadores con demasiada frecuencia. En
esas metáforas, a Calcuta le correspondía – en cuanto puerta de entrada de los
ingleses en India – el papel del genital femenino.(…)
(…)
Más
habitualmente, sin embargo, a manera de justificación de la actuación propia se
utilizaba la referencia al papel que jugaba la sexualidad en el hinduismo o,
más concretamente, en el shaktismo, es decir, en los cultos que giraban en
torno a la diosa y celebraban la sexualidad femenina activa como fuerza
creativa. El teniente George Fletcher MacMunn, ignorando el verdadero
significado ritual de la sexualidad en India, apuntó que “todo lo que tiene que
ver con el sexo, la procreación, la unión y la pasión humanas, es adorado y
glorificado”.[4]
En la
imaginación de los británicos, el hindú era conducido por la mujer indígena al
agotamiento en una especie de vampirismo sexual, una concepción similar a la
noción medieval de que, al mantener relaciones sexuales, la mujer robaba al
hombre el calor interno. “Cuando el anglosajón llega por primera vez a la
plenitud de la virilidad”[5],
el hindú ya está completamente agotado,”pobre y enfermo, y sus manos están
demasiado débiles para sostener las tiendas del gobierno”.[6]
La intervención de los británicos era, por tanto, una obligación moral y estaba
concebida sólo para bien de los hindúes, que debían ser protegidos de sí mismos
pero especialmente de sus mujeres que los ingleses imaginaban como una horda de
pequeñas Kalis.
(…)
La que
probablemente sea la primera mención a Kali se encuentra en el Devi Mahatmya[7],
uno de los textos más importantes del hinduismo. Allí se narra cómo los
dioses, al no poder imponerse ante una fuerza superior de asuras o demonios de la mitología india, llaman en su auxilio a
Kali en su personificación como Durga. Cuando ve que los dioses están perdidos
sin ella, Kali acepta, pero lo hace con la condición de que se le permita
luchar conservando su avatar original y con la ayuda de las demás diosas.
A
continuación, Sumbha, el líder de los demonios, lo intenta todo para quebrar la
solidaridad de las mujeres y derrotar a Kali/Durga: le ofrece matrimonio, la
amenaza con violarla, trata de dominarla brutalmente. Sin éxito.
Finalmente
le grita: “¡Lucha como un hombre!”
Pero
Kali/Durga no es un hombre, y no quiere serlo, de modo que, como en un
nacimiento invertido, se introduce a las otras diosas en el cuerpo a través del
órgano genital y esta alianza de poderes femeninos derrota a Sumbha. Aliviados,
los dioses se lanzan a sus pies y quieren hacer de ella su soberana, pero la
diosa no tiene ningún interés en gobiernos y sometimientos y sigue su propio
camino.
[1] Véase Hugh B. Urban, “India’s
Darkest Heart”. Kali in the Colonial Imagination, en Rachel Fell McDermott y Jeffrey
J. Kripal (eds.), Encoutering Kali. In
the Margins, at the Center, in the West, Berkeley, Los ángeles y Londres,
2003, pp. 173-174.
[2] Caleb Wright, India and Its Inhabitants, citado en
Urban “India’s Darkest Heart”, p. 178
[3] Véase Urban, “India’s Darkest
Heart”, p. 170. Véase también Ronald B. Inden, Imagining India, Oxford, 1990.
[4] Sir George Fletcher MacMunn,
The Underworld of India, Londres, 1933, p. 96. La sexualidad
desempeña un papel central solo en un tipo de hinduismo, el shaktismo.
[5] Mayo, Mother India, p. 38.
[6] Íbidem. Véase también Kenneth
Ballhatchet, Race, Sex and Class under
the Raj. Imperial Attitudes an Policies and Their Critics 1793-1905, nueva
York, 1980.
[7] Véase Thomas B. Coburn, Encountering the Goddess: A Translation of
the Devi-Mahatmya and a Study of Its Interpretation, Nueva York, 1991.
Sanyal, Mithu M. Vulva. La revelación del sexo invisible. Anagrama. Colección Argumentos.
sábado, 27 de octubre de 2012
La mujer desde el Tantra
La mujer, su culto y su misterio
(…) nuestra
civilización no se salvará sino otorgando un lugar eminente a los valores de la
femineidad. Sin embargo, es deseable que la mujer como tal intervenga más directamente
en la gestión concreta de la sociedad.
Pero para
poder reestructurar la vida y la sociedad en torno a valores femeninos, el
hombre, el macho, deberá descubrir –o redescubrir- las dimensiones femeninas,
ocultas, de su ser. Tarea difícil en
nuestra sociedad, en la que la educación cultiva sistemáticamente los valores
masculinos no sólo en el hombre sino también en la mujer. Tomar conciencia de
los valores femeninos, aceptarlos, desarrollarlos, y luego centrar su vida en torno
a ellos, eso es el culto de la femineidad.
De ahí la
pregunta: ¿cuál es, biológicamente, el sexo dominante, dando por supuesto que “dominante”
no es sinónimo de “superior”? Otra pregunta, ésta descabellada: ¿qué es
exactamente el sexo?
Ingenuamente
se lo identifica con los órganos genitales, se lo limita a ellos; la palabra “cache-sexe” (taparrabo) es sintomática.
Pero lejos de limitarse al contenido del calzoncillo, el sexo marca cada célula
y cada {órgano e incluso nuestra sangre: en los juegos olímpicos el test
hematológico prueba sin discusión el sexo de los atletas. Desde antes del
nacimiento, el cerebro está programado para que nos comportemos de acuerdo con
nuestro sexo y, salvo error de orientación, se tiene un cerebro masculino o
femenino y una mente correspondiente. De modo que “mi” sexo incluye todos los
aspectos distintivos masculinos (o femeninos) tanto físicos como psíquicos.
El lenguaje
familiar distingue entre el sexo bello y
el sexo fuerte, “por tanto”
dominante. En el sistema patriarcal, gracias a sus bíceps, el varón se impone
hasta el punto que designa a toda la especie: “el hombre”, “homo sapiens”, los “Derechos del hombre”,
etc. ¡Pero biológicamente, científicamente, el sexo dominante no es el varón sino la mujer!
Investigaciones
recientes llevadas a cabo en los Estados Unidos desde 1950, especialmente en la
Kansas University por Charles Phoenix, Robert Goy y William Young, demuestran
que la estructura fundamental orgánica y cerebral de los mamíferos era en
primer lugar femenina, y solamente después masculina. Tom Alexander concluye a
partir de ahí que habría que invertir el mito adámico: científicamente Adán es
una Eva modificada. Desde los primeros estadios de desarrollo del feto, el
cerebro dispone del “plano” y de los circuitos neurológicos latentes que harán
que el comportamiento sea masculino o femenino. Sin embargo, abandonado a sí
mismo, es decir, sin ningún impulso hormonal especial, ¡el feto evolucionará siempre hacia la forma femenina! En el
inicio del desarrollo embrionario, las gónadas masculinas y femeninas son muy
semejantes. Es la inyección de una cantidad mínima de hormona andrógena –todavía se ignora qué la produce- lo que
desencadena una reacción en cadena que lleva a la formación de un varón. Esto
incluye la activación, en el cerebro del embrión, de los circuitos neurológicos
que rigen el comportamiento masculino. Sólo más tarde, cuando estén bien
diferenciadas, las gónadas producirán las hormonas específicamente masculinas.
Sin embargo
–punto capital para el tantra- los circuitos femeninos no están totalmente
desconectados. Durante toda la vida del varón normal, influirán sobre su
comportamiento, lo que “pega” bien con la tesis del tantra según la cual la
mujer es el ser humano primordial, y el hombre debe ser consciente de sus
propios aspectos femeninos.
El tamaño y
la fuerza bruta no demuestran una superioridad sino que permiten, en las
civilizaciones patriarcales, imponer, con frecuencia duramente, la ley del
varón. En la naturaleza, la hembra es sobre todo madre, y el hombre debe
defenderla físicamente, así como a los pequeños, contra los animales salvajes y
los eventuales enemigos humanos. Si la mujer fuera muscularmente más fuerte,
tendría, además de cuidar a su progenie, que cuidar… ¡a los varones!
Incluso la
potencia genética del hombre indica que puede ser sacrificado. Teóricamente, a
menos que alumbre repetidamente gemelos, una mujer puede engendrar como máximo
unos veinte hijos, lo cual no está tan mal, mientras que el hombre podría
teóricamente fecundar doscientas o trescientas mujeres al año. Si se
exterminaran todos los varones, salvo algunos supervivientes, en pocos años la
tribu podría reconstituirse…
Desarrollar los aspectos femeninos en el hombre
no implica desvirilizarlo, sino que, muy al contrario, desemboca en una visión nueva –a menos que
sea el retorno a una visión arcaica fundamental- tanto en la mujer como en el
hombre.
En la
sociedad patriarcal la mujer debe estar sometida al hombre y su sexualidad
reprimida, pues si ella pudiera afirmarse, cuestionaría el orden masculino. El
tantrismo de la Vía de la Izquierda, otorgando la prioridad a los aspectos
femeninos del ser humano, se opone al orden patriarcal ario en la India, y eso
explica por qué siempre fue perseguido.
El sistema
patriarcal fue traído por los nómadas que, en su trashumancia, se convierten en
invasores, enemigos para los ocupantes de los territorios atravesados. El
guerrero y los valores masculinos que representa son entonces un elemento
esencial para la supervivencia de la tribu, pero esos valores masculinos son
también del intelecto. En nuestro mundo moderno se expresan mediante la
exploración y la conquista del mundo, mediante la ciencia, la tecnología, la
organización, la industria, etc., en resumen actividades del tipo diurno,
solar. Eichmann opone los valores femeninos a los masculinos diciendo que “la
mujer está guiada por la emoción, no por el intelecto”, pero como no es
filósofo, hay que interpretar su noción de emoción, así como también la de
intelecto.
El
intelecto es el entendimiento, el razonamiento discursivo, la lógica fría. No
se debe confundir con la inteligencia, más intuitiva que discursiva, que
comporta elementos irracionales, afectivos, del tipo femenino. Todo intelectual
no es de facto inteligente, y
viceversa. “Emoción” debe entenderse entonces en el sentido amplio de
afectividad más que de emoción no razonada, incontrolada.
Van Lysebeth, André. Tantra el culto de lo femenino. Urano.
viernes, 26 de octubre de 2012
Introducción a Vulva: la revelación del sexo invisible.
Ésta es una
pequeña historia cultural de Occidente a través de la representación del
genital femenino en la vida cotidiana, el folclore, la medicina, la mitología,
la literatura y el arte. Sin embargo, esto puede parecer desconcertante a
simple vista. ¿No basta ya con que existan historias culturales del beso o de
la tetera? ¿Qué conocimiento puede obtenerse de la vulva? A objeciones de este
tipo puede responderse que todo el mundo es libre de tener su propio concepto
del beso o de la tetera, pero casi nadie negaría que estos fenómenos existen, a
diferencia de lo que sucede con el genital femenino. Así, la estrella del
psicoanálisis francés Jacques Lacan escribe:
En sentido
estricto diremos pues que no existe ninguna simbolización del sexo de la mujer
como tal. En cualquier caso, la simbolización no es la misma, no tiene el mismo
origen ni la misma forma de acceso que la simbolización del sexo del hombre. Y
esto es porque el imaginario sólo provee una ausencia allí donde en otros casos
hay un símbolo muy destacado.[1]
O dicho en
una sola frase: si no tienes pene no tienes órgano sexual ”verdadero”. Una
afirmación que de tan evidentemente falsa tendría cierta gracia absurda si con
ella Lacan no se situara en la línea de los pensadores más importantes de
Occidente. Según Aristóteles, sólo el hombre disponía de suficiente energía
para desarrollar partes sexuales completas. Galeno veía el genital femenino
como un genital masculino invertido. Y la postura de Sigmund Freud puede ser
expresada con la siguiente fórmula: se coge un ser humano –es decir, un
hombre-, se le quita el pene y así se obtiene una mujer. También teóricos más
recientes como Jean Baudrillard y Roland Barthes explican que cuando las
mujeres se desnudan en público, por ejemplo durante un striptease, éstas no podrían descubrir su sexo sino sola y
únicamente su carencia de él, es decir, dar voz a la ausencia de falo. La vulva
es descrita como agujero, espacio en blanco o nada. En el mejor de los casos,
como un pene insuficiente.
Dependiendo
de su carácter, cada mujer puede encontrar esto gracioso o desagradable, pero
¿cuál es el significado de la negación de un hecho biológico como la vulva para
la percepción de cuerpos bien concretos? A través de una serie de ensayos que
llevé a acabo en diferentes grupos de científicas constaté que todas podían
dibujar penes pero ninguna podía representar gráficamente una vulva reconocible.
Me sentí fascinada. ¿Por qué mujeres muy formadas podían reproducir genitales
masculinos sin problemas al tiempo que sus propios genitales les resultaban tan
extraños y misteriosos que ni siquiera podían dibujarlos rudimentariamente? Al
pensar en ello, advertí que, con la salvedad de las ilustraciones médicas,
tanto ellas como yo sólo podíamos ver imágenes de la vulva como productos de
las industrias del porno y de la higiene. Así que decidí ponerme a la búsqueda
del lugar simbólico que ocupa la vulva en nuestra cultura.
En primer
lugar llamó mi atención la espectacular contradicción de que, por una parte, el
sexo femenino no existe o por lo menos es insignificante e invisible, mientras
que, al mismo tiempo, aparece como “agujero negro” y “abismo abierto”, como “puerta
al infierno, fuente de todas las discordias y problemas en el mundo y posible
ruina del hombre”[2].
Su ilustración más persistente es la de la vagina armada con dientes afilados y
cubiertos de sangre que aparece con tanta frecuencia en mitos y leyendas y que
incluso tiene un nombre propio: vagina
dentata. Allí donde la vagina dentata
aparece, amenaza al pene con convertirlo, arrancándolo de un mordisco, en
aquello a lo que la mirada fálica ha degradado a la vulva, esto es, una
ausencia, un agujero, un espacio en blanco. ¿Cómo puede representar un peligro
así algo que supuestamente no existe? Nos encontramos aquí con lo que yo llamo
un “parpadeo cultural”: cuando dos conceptos están en una situación contradictoria
–como colores que se encuentran en los extremos opuestos del espectro- producen
una irritación permanente tan pronto como entren en contacto. Se trata siempre
de fenómenos profundamente interesantes que indican que detrás se ocultan otros
estratos.
Así, en la
mayor parte de las mitologías pueden encontrarse historias en las que la
humanidad ha sido salvada al menos una vez por la exhibición de la vulva.
Existía la creencia arraigada de que las mujeres podían resucitar a los
muertos, e incluso vencer al diablo, subiéndose las faldas. El genital femenino
era un lugar sagrado y curativo. La vulva no fue ignorada, sino difamada
primero con enorme esfuerzo y a continuación negada hasta provocar la opinión
errada y absurda de que no valía la pena hablar de ella.
Afortunadamente
nada puede ser reprimido por completo; de hecho, a lo largo de mis
investigaciones descubrí repentinamente referencias al órgano sexual femenino
primario por todas partes en la literatura y el arte de Occidente, es decir, en
aquellos medios con los que nuestra cultura se representa estaban desfiguradas
y eran apenas legibles puesto que lo que no puede ser comprendido tampoco puede
ser representado ni, sobre todo, transformado.
Y
precisamente de eso se trata este libro. Es el intento de reconstruir la
significación cultural del genital femenino y de hacer visibles los esfuerzos
que hubo que realizar para reprimir la vulva, ya que su re/presentación se
ponía de manifiesto la lucha por el poder del que emanaba la autoridad para
nombrar el cuerpo femenino, siendo en este caso el cuerpo una metonimia de
aquello que definimos como “femenino”. Es importante hacer esta distinción
puesto que, finalmente, éste es el estudio de un ámbito cultural conflictivo y
no una nueva equiparación de los conceptos “mujer” y “cuerpo”. Por encima de
todo pretendo reconocer las reacciones que a lo largo de los siglos han hecho
visible en palabra e imagen al “sexo invisible”, ya que, como escribió el
escritor nativo americano ganador del Premio Pulitzer Natachee Scott Momaday: “Somos
nuestras representaciones. […] Lo peor que puede sucedernos es que no haya
representaciones de nosotros.”[3]
[1] Lacan, J. El seminario de Jacques Lacan, Barcelona, Paidós, 1981.
[2] Blackledge, Catherine. Historia de la vagina: un territorio virgen
al descubierto, Barcelona, Península, 2005.
[3] Natachee Scott Momaday,
citado en Gerald Vicenor,"Socioacupuncture.
Mythic Reversals and the Striptease in Four Scenes", en Out
There: Marginalisation and Contemporary Cultures, ed. De Russell Ferguson y
otros, Nueva York, Cambridge (Massachusetts), Londres, 1990, p. 420.
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