jueves, 7 de noviembre de 2013

¿De qué hablamos cuando hablamos de feminismo?

por Flora Mitocondria


En el afán de intentar delimitar universos, tal vez sea mejor buscar entre los grises, las respuestas a nuestras propias preguntas.


En un primer intento, quise arrojar algo de luz hacia la cuestión del feminismo en cuanto movimiento. Mientras escribo, siguen surgiendo más y más preguntas que temo, continuarán resonando al finalizar este artículo y tal vez, también en quién lo lea.
Buscando una direccionalidad de la cuestión, un punto por el que partir y tal vez encontrar una mínima respuesta; visité al diccionario. El Diccionario Ilustrado de la Lengua indica a  la voz feminismo como “Doctrina social que concede a la mujer igual capacidad y los mismos derechos que a los hombres.” Por lo menos reducida me sonó aquella definición e inmediatamente me nació otro interrogante: ¿Quién escribe éste y todos los diccionarios, que todos tomamos por verdad absoluta y clarificadora porque “mata burros”? Sea quien fuere, está de acuerdo en “conceder” (como quien le tira un hueso de sobra a un perro) que las mujeres podemos y debemos ser tan buenas como los hombres. Esta concepción suena tan retrógrada como aquellos sospechosos estudios de la Segunda Guerra, que aseguraban que las mujeres ahora sí eran emocionalmente estables como para ser obreras fabriles. Así, es como aquello que tan abstractamente llamamos patriarcado se manifestó y manifiesta en las sociedades: Las mujeres, como mucho, aspirarán a ser hombres.
Sacudiéndome la sensación asqueante que me produjo aquel libraco clasificatorio, continúo. A pesar de tener muy en consideración que el término feminismo fue probablemente acuñado primero por las mujeres, tendré que decir que no estoy de acuerdo en la etiqueta. Ni en ésta ni en ninguna. Por supuesto, valoro profundamente toda la teoría feminista y/o de género que ha surgido y surge a lo largo de la historia. También me propongo a conocer más al respecto, a leer, ver y adentrarme más en las diferentes ópticas de mujeres y hombres feministas. Esto me parece muy importante, porque creo que es parte fundamental de la toma de conciencia real, de la situación de las mujeres y hombres que hasta el día de hoy vivimos bajo las normas patriarcales.  Yo misma intento valerme de la intuición a la hora de buscar e investigar qué leer, qué audiovisuales ver, qué informaciones conocer y cómo procesar todo eso para nutrir mi entendimiento personal. Sin embargo, las etiquetas no me placen. La etiqueta feminismo o feminista parece que ayudara más a la división que a una conciencia comunitaria. Y por más de que haya sido  concebido por mujeres, tengo una fuerte sospecha sobre ésta y todas las etiquetas que hayan surgido dentro de un sistema que tiene por talento discriminar los aspectos para poder relegarlos más fácilmente. No me interesa llevar tal o cual insignia pegada en la frente, mucho menos si es fruto de una clasificación sistemática hacia todas las cosas y que contribuye a que ciertos individuos asocien el feminismo con el hembrismo, como contra del machismo; o que directamente tilden de feminazis a las malvadas mujeres que quitan trabajo a los hombres y los rechazan sexualmente al mismo tiempo.
Es claro que no puedo ayudar a definir algo que no me interesa que tenga definición. Más allá del respeto inmenso que tengo hacia todo aquel que se enorgullezca de decirse feminista, creo que el camino puede ir por otro lado. No necesitamos de una definición para saber lo que sentimos después de ver unas cuantas publicidades de desodorante de hombre, o cuando nos dicen que ya podemos casarnos al constatar que podemos cocinar. Repito, mi más sincera admiración hacia quien decidió concienzudamente definirse como feminista, porque si tengo que decir qué creo que es el feminismo, en parte creo que es libertad. Libertad de elegir pararse tras una concepción en la que sea crea firmemente, tanto como tener conciencia plena de cómo actúa la sociedad en la que debemos vivir y poder dar cuenta de todas aquellas cosas que por alguna razón nos son naturales, pero sólo porque no han sido cuestionadas desde su raíz.
Esto último me parece importante y sobre todo lo dirijo a aquellas que por alguna causa, creen que el feminismo tiene una escala jerárquica en la que unas tienen más derecho que otras de decirse feministas. Esto no es una carrera ni una competencia. Y considero que primar ese aspecto meritorio, juega totalmente en contra de esa conciencia femenina que se busca alcanzar todo el tiempo; y que en realidad, contribuye más a aquel saber arraigado fuertemente de que las mujeres no pueden unirse, porque simplemente son competencia feroz. Para mí, eso también es feminismo. Es muy necesario reencontrarnos con nuestra naturaleza femenina individual, para luego, en conjunto conseguir fortalecernos. Y ese es justamente uno de los estigmas que se han perpetuado en la sociedad, ya que para el sistema es mucho más fácil doblegar a un grupo intentando separarlo o que jamás se conforme.
Casi sin darme cuenta entre en definiciones. No busco la verdad absoluta, porque creo que ya hemos concluido en que no existe tal. Sólo busco cuestionarme y que usted que lee esto, también se cuestione o busque aquello que haga ruido en su realidad. ¿Es feminismo sospechar de por qué toda la información histórica en forma de libros, textos, películas, etc; que desde la infancia nos instalan, son en su inmensa mayoría escritas, pensadas y creadas por hombres?
¿Es feminismo objetar contra la amplísima diferencia de los salarios entre hombres y mujeres ante idénticas condiciones de trabajo?
¿Es feminismo cuestionar por qué hace falta que haya un hombre para armar un mueble o arreglar un aparato?
¿Es feminismo dar cuenta de la estigmatización que sufrió una persona por sentirse una mujer encerrada en un cuerpo de hombre, y todas las burlas y discriminaciones que tuvo que soportar en el ámbito de un pequeño pueblo (como en el que crecí)?
¿Es feminismo tomar conciencia sobre el propio cuerpo, sobre las técnicas de mercado que quieren “facilitarnos las cosas” haciendo que arrojemos miles de desechos en toda nuestra vida fértil; y actuar en consecuencia hacia una dirección más amable con la naturaleza entera?
¿Es feminismo cortar con los hilos de los que pendemos y con los que la sociedad quiere sujetarnos para que obremos a su placer y beneficio? ¿Es feminismo tomar posesión cada una de su cuerpo?

Las preguntas pueden continuar por miles y ojalá asi sea. Porque más allá de las definiciones, es necesario buscar la conciencia, abrir los ojos, los oídos, la cabeza y el corazón; y analizar cómo y en función de qué se dispone todo en nuestra realidad. De este modo, no habrá camino correcto ni incorrecto, mucho menos tabla de méritos. Pero estaremos alerta a todas aquellas cosas de las que podemos prescindir y veremos más claramente, aquellas otras que pueden acercarnos a una vida más plena, armoniosa y despejada de lo innecesario y nocivo; como mujeres, como hombres, como niñas y niños, como sociedad. Y así osaremos buscar lo radiante de la vida, brillar y ver la felicidad y el goce del baile, de la lucha con alegría. Como Emma Goldman tal dijo o tal vez no, no importa realmente, lo que importa es su efecto: “Una revolución sin baile no es una revolución en absoluto.”

1 comentario:

  1. Felicidades! namaluc ¡te ha nominado!

    http://namaluc.wordpress.com/2013/11/09/liebster-award-concedido-a-namaluc/

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