por Flora Mitocondria
En el afán de intentar delimitar universos, tal vez sea mejor buscar entre los grises, las respuestas a nuestras propias preguntas.
En un primer intento, quise arrojar algo de
luz hacia la cuestión del feminismo en cuanto movimiento. Mientras escribo,
siguen surgiendo más y más preguntas que temo, continuarán resonando al
finalizar este artículo y tal vez, también en quién lo lea.
Buscando una direccionalidad de la
cuestión, un punto por el que partir y tal vez encontrar una mínima respuesta;
visité al diccionario. El Diccionario Ilustrado de la Lengua indica a la voz feminismo como “Doctrina social que
concede a la mujer igual capacidad y los mismos derechos que a los hombres.”
Por lo menos reducida me sonó aquella definición e inmediatamente me nació otro
interrogante: ¿Quién escribe éste y todos los diccionarios, que todos tomamos
por verdad absoluta y clarificadora porque “mata burros”? Sea quien fuere, está
de acuerdo en “conceder” (como quien le tira un hueso de sobra a un perro) que
las mujeres podemos y debemos ser tan buenas como los hombres. Esta concepción
suena tan retrógrada como aquellos sospechosos estudios de la Segunda Guerra , que
aseguraban que las mujeres ahora sí eran emocionalmente estables como para ser
obreras fabriles. Así, es como aquello que tan abstractamente llamamos
patriarcado se manifestó y manifiesta en las sociedades: Las mujeres, como
mucho, aspirarán a ser hombres.
Sacudiéndome la sensación asqueante que me
produjo aquel libraco clasificatorio, continúo. A pesar de tener muy en
consideración que el término feminismo fue probablemente acuñado primero por
las mujeres, tendré que decir que no estoy de acuerdo en la etiqueta. Ni en
ésta ni en ninguna. Por supuesto, valoro profundamente toda la teoría feminista
y/o de género que ha surgido y surge a lo largo de la historia. También me
propongo a conocer más al respecto, a leer, ver y adentrarme más en las
diferentes ópticas de mujeres y hombres feministas. Esto me parece muy
importante, porque creo que es parte fundamental de la toma de conciencia real,
de la situación de las mujeres y hombres que hasta el día de hoy vivimos bajo
las normas patriarcales. Yo misma
intento valerme de la intuición a la hora de buscar e investigar qué leer, qué
audiovisuales ver, qué informaciones conocer y cómo procesar todo eso para
nutrir mi entendimiento personal. Sin embargo, las etiquetas no me placen. La
etiqueta feminismo o feminista parece que ayudara más a la división que a una conciencia
comunitaria. Y por más de que haya sido
concebido por mujeres, tengo una fuerte sospecha sobre ésta y todas las
etiquetas que hayan surgido dentro de un sistema que tiene por talento
discriminar los aspectos para poder relegarlos más fácilmente. No me interesa
llevar tal o cual insignia pegada en la frente, mucho menos si es fruto de una
clasificación sistemática hacia todas las cosas y que contribuye a que ciertos
individuos asocien el feminismo con el hembrismo, como contra del machismo; o que
directamente tilden de feminazis a las malvadas mujeres que quitan trabajo a
los hombres y los rechazan sexualmente al mismo tiempo.
Es claro que no puedo ayudar a definir algo
que no me interesa que tenga definición. Más allá del respeto inmenso que tengo
hacia todo aquel que se enorgullezca de decirse feminista, creo que el camino
puede ir por otro lado. No necesitamos de una definición para saber lo que
sentimos después de ver unas cuantas publicidades de desodorante de hombre, o
cuando nos dicen que ya podemos casarnos al constatar que podemos cocinar.
Repito, mi más sincera admiración hacia quien decidió concienzudamente
definirse como feminista, porque si tengo que decir qué creo que es el
feminismo, en parte creo que es libertad. Libertad de elegir pararse tras una
concepción en la que sea crea firmemente, tanto como tener conciencia plena de
cómo actúa la sociedad en la que debemos vivir y poder dar cuenta de todas
aquellas cosas que por alguna razón nos son naturales, pero sólo porque no han
sido cuestionadas desde su raíz.
Esto último me parece importante y sobre
todo lo dirijo a aquellas que por alguna causa, creen que el feminismo tiene
una escala jerárquica en la que unas tienen más derecho que otras de decirse
feministas. Esto no es una carrera ni una competencia. Y considero que primar
ese aspecto meritorio, juega totalmente en contra de esa conciencia femenina
que se busca alcanzar todo el tiempo; y que en realidad, contribuye más a aquel
saber arraigado fuertemente de que las mujeres no pueden unirse, porque
simplemente son competencia feroz. Para mí, eso también es feminismo. Es muy
necesario reencontrarnos con nuestra naturaleza femenina individual, para
luego, en conjunto conseguir fortalecernos. Y ese es justamente uno de los
estigmas que se han perpetuado en la sociedad, ya que para el sistema es mucho
más fácil doblegar a un grupo intentando separarlo o que jamás se conforme.
Casi sin darme cuenta entre en
definiciones. No busco la verdad absoluta, porque creo que ya hemos concluido
en que no existe tal. Sólo busco cuestionarme y que usted que lee esto, también
se cuestione o busque aquello que haga ruido en su realidad. ¿Es feminismo
sospechar de por qué toda la información histórica en forma de libros, textos,
películas, etc; que desde la infancia nos instalan, son en su inmensa mayoría
escritas, pensadas y creadas por hombres?
¿Es feminismo objetar contra la amplísima
diferencia de los salarios entre hombres y mujeres ante idénticas condiciones
de trabajo?
¿Es feminismo cuestionar por qué hace falta
que haya un hombre para armar un mueble o arreglar un aparato?
¿Es feminismo dar cuenta de la
estigmatización que sufrió una persona por sentirse una mujer encerrada en un
cuerpo de hombre, y todas las burlas y discriminaciones que tuvo que soportar
en el ámbito de un pequeño pueblo (como en el que crecí)?
¿Es feminismo tomar conciencia sobre el
propio cuerpo, sobre las técnicas de mercado que quieren “facilitarnos las
cosas” haciendo que arrojemos miles de desechos en toda nuestra vida fértil; y
actuar en consecuencia hacia una dirección más amable con la naturaleza entera?
¿Es feminismo cortar con los hilos de los
que pendemos y con los que la sociedad quiere sujetarnos para que obremos a su
placer y beneficio? ¿Es feminismo tomar posesión cada una de su cuerpo?
Las preguntas pueden continuar por miles y
ojalá asi sea. Porque más allá de las definiciones, es necesario buscar la
conciencia, abrir los ojos, los oídos, la cabeza y el corazón; y analizar cómo
y en función de qué se dispone todo en nuestra realidad. De este modo, no habrá
camino correcto ni incorrecto, mucho menos tabla de méritos. Pero estaremos
alerta a todas aquellas cosas de las que podemos prescindir y veremos más
claramente, aquellas otras que pueden acercarnos a una vida más plena,
armoniosa y despejada de lo innecesario y nocivo; como mujeres, como hombres,
como niñas y niños, como sociedad. Y así osaremos buscar lo radiante de la
vida, brillar y ver la felicidad y el goce del baile, de la lucha con alegría.
Como Emma Goldman tal dijo o tal vez no, no importa realmente, lo que importa
es su efecto: “Una revolución sin baile no es una revolución en absoluto.”
Felicidades! namaluc ¡te ha nominado!
ResponderEliminarhttp://namaluc.wordpress.com/2013/11/09/liebster-award-concedido-a-namaluc/