El objetivo de este artículo* es llamar la
atención sobre el uso que hacen las parteras de la intuición como fuente
destacada de conocimiento autorizado. Nuestra intención no es discutir el
concepto de intuición sino simplemente utilizar la formulación que hace Jordan
(1993) de la noción del conocimiento con autoridad como herramienta teórica que
nos ayude a entender el papel que tiene la intuición para las parteras
contemporáneas. Empezaremos examinando algunas perspectivas teóricas recientes
sobre la naturaleza de la intuición.
Sobre la naturaleza de
la intuición: Perspectivas teóricas
Creo que como que
estamos en una cultura que no respeta la intuición y tiene una definición muy
limitada del conocimiento, podemos caer en la trampa de esta limitación. La
intuición es otro tipo de conocimiento, profundamente personificado. No está allí
arriba en las estrellas. Es conocimiento, igual que el conocimiento
intelectual. No es insustancial, que es lo que la cultura intenta hacer que
sea.
-Judy Luce, partera de
partos en casa
El
American Heritage Dictionary (1993) define
la intuición como << el acto o la facultad de saber o sentir sin
necesidad de usar procesos racionales; la cognición inmediata >>. A pesar
de ser algo muy frecuente, la psicología la entiende y estudia poco (Laughlin,
1997). Uno de los mejores estudios sobre el tema es el de Tony Bastick (1982),
en el que aísla muchas características de la intuición, incluyendo la confianza
en el proceso de intuición, el sentido de certeza de la verdad de la
revelación, lo repentino e inmediato de la conciencia del saber, la asociación
de afecto con percepción (no racional, no lógica) y el carácter gestalt de la
experiencia, el aspecto empático de la intuición, la naturaleza <<
preverbal >> y frecuentemente inefable del conocimiento, la relación
ineludible entre intuición y creatividad y la posibilidad que una nueva
percepción pueda resultar ser objetivamente incorrecta.
En
Women’s Intuition (1989), una de
nosotras (Elizabeth Davis) señala que, en cuanto a la adquisición de la
información, la sociedad occidental otorga un estatus con autoridad sólo a
modos muy lineales de razonamiento inductivo y deductivo. Sin embargo, es bien
sabido que << no hay creatividad en la ciencia, efectivamente, en ningún
ámbito de la actividad creativa, que no implique intuición >> (Laughlin,
1997: 6; ver también Bastick, 1982; Hayward, 1984: 29-33; Jung, 1971; Poincare,
1913; Slaatte, 1983; Vaughn, 1979; Weil, 1972; Westcott, 1968). ¿Por qué la
intuición es tan desvalorizada en Occidente?
Tal
como han señalado un buen número de científicos (Martin, 1987; Merchant, 1983;
Rothman, 1982) las metáforas mecanicistas de la Tierra, el universo y el cuerpo
han ido adquiriendo cada vez más prominencia cultural desde tiempos de
Descartes. El razonamiento deductivo conciente, que se puede explicar y
replicar lógicamente, es la forma más parecida a la máquina del pensamiento
humano. Así pues, lo procesos raciocinativos (<< raciocinar >>
significa << razonar metódica y lógicamente >>) se materializan en
occidente y a menudo se expresan en términos de reglas normativas (Rubinstein
et al., 1984: 34; Beth y Piaget, 1966). La intuición, por el contrario, se
refiere a la experiencia que tenemos de los resultados de los procesos
cognitivos profundos que ocurren sin ser concientes de ello y que no pueden
explicarse o reproducirse lógicamente. Laughlin (1992, 1997) postula que la
intuición es neurognóstica –inherente a la estructura básica del sistema
nervioso central humano-, lo que justificaría los atributos panhumanos de la
experiencia de la nueva percepción intuitiva. Propone que el lenguaje y sus
estructuras conceptuales raciocinativas concomitantes no evolucionaron para
expresar todo el sistema cognitivo humano sino sólo aquellos relacionados con
la adaptación, señalando que el tipo de conocimiento que se puede expresar
mediante estructuras conceptuales y lingüísticas del cerebro humano es
superficial comparado con los procesos neurocognitivos más profundos << de los que depende el conocimiento
en sus sentido creativo más amplio >> (Laughlin, 1997: 17).
La investigación neurofisiológica sobre las
funciones complementarias de los dos hemisferios del cerebro ha arrojado algo
de luz sobre el proceso de la intuición. El hemisferio izquierdo media
principalmente entre la producción del lenguaje, el pensamiento analítico y la
secuenciación lineal y causal de acontecimientos, mientras que el hemisferio
derecho principalmente media entre la producción de imágenes, el pensamiento
gestalt u holístico y el diseño espaciotemporal (Bryden, 1982; Ley, 1983;
Sperry, 1974, 1982). Simplificando un poco, se podría decir que el lóbulo
izquierdo distingue partes de conjuntos, haciendo posible el pensamiento
analítico y la comunicación lingüística,
mientras que el lóbulo derecho hace posible y difícil de comunicar o analizar
la percepción gestáltica en nuestro sistema lingüístico occidental.
Algunos investigadores han utilizado estos
descubrimientos para proponer que nosotros los humanos tenemos dos modos de
conciencia, una que responde a lo que llamamos << razón >>,
asociada al funcionamiento del lóbulo izquierdo, y otra llamada <<
intuición >>, asociada con el funcionamiento del lado derecho (Lee,
1976). Tal como Laughlin (1997:9) señala, algunos teóricos antropológicos han
ido hasta el extremo de sugerir dos tipos diferentes de cultura definidos por
estas dos maneras de conocer. Por ejemplo, Warren TenHouten (1978-79) ha
utilizado las etiquetas de << proposicional >> y <<
composicional >> y ha argüido que estas dos maneras de conocer residen en
un continuo con un tercer modo, el << dialéctico >>, en medio como
una integración de la cognición del lóbulo derecho e izquierdo. En 1941,
Sorokin sugirió que todas las sociedades oscilan a lo largo del tiempo como un
péndulo entre dos polos extremos, uno caracterizado por el conocimiento
racional y los valores materialistas, y el otro por el conocimiento intuitivo y
los valores espirituales. La propuesta de Sorokin tiene su paralelo en los
escritos populares contemporáneos en la distinción que hace Rianne Eisler
(1988) entre culturas << dominadoras
>> y << asociadas >>
y la de Daniel Quinn (1993) entre << las que toman >> y
<< las que dejan >>. Estas distinciones también tienen su paralelo
en las diferencias entre la partería estadounidense contemporánea y la sociedad
tecnocrática en medio de las cuales la partería existe y lucha por prosperar.
La tecnocracia es en gran parte jerárquica, dominada por los hombres, orientada
por las máquinas y basada en los principios del hemisferio derecho del cerebro
de separación y discriminación, mientras que la partería que se hace en las
casas es principalmente igualitaria, orientada a la naturaleza y a las mujeres,
y basada en los principios del hemisferio derecho del cerebro de holismo y
conexión.
Por supuesto que tales dicotomías aparentemente
tan bien definidas crean a menudo confusión. Es importante recordar que, a
pesar de las dominaciones hemisféricas, el conjunto del cerebro está implicado
en las funciones cerebrales. Una división funcional fuerte entre los
hemisferios se da sólo en sujetos cuyos cerebros fueron físicamente divididos o
dañados, ya sea a causa de heridas o de la cirugía (Sprenger y Deutsch, 1981).
En el cerebro normal y sano, la semejanza y la replicación de la función son
mucho más comunes. Laughlin sugiere que la intuición está << mediada por
redes neurales en ambos lóbulos, no simplemente en el lóbulo derecho >>
(1997: 11), llamando a los procesos cognitivos que se producen intuición
<< trascendental >> en parte para subrayar su funcionamiento
transhemisférico, que abarca todo el cerebro. El cuerpo calloso, que juega un gran papel en
la transmisión de información entre hemisferios, puede ser lo más importante en
la génesis de la intuición. En Women’s
Intuition, Davis (1989) postula que la coherencia interhemisférica
relacionada con estados trascendentes (Goldberg, 1983) y las conexiones
intuitivas pueden ocurrir más fácilmente en las mujeres que en los hombres, ya
que parece que el cuerpo calloso del cerebro femenino es mucho mayor. Se puede
argüir, sin embargo, que esta parte del cerebro puede desarrollarse
deliberadamente sea cual sea el sexo.
Tal como hemos apuntado antes, la ciencia, dada
su sobrevalorización del razonamiento deductivo del hemisferio derecho del
cerebro, nunca podría haber avanzado sin la creatividad de la intuición;
concomitantemente, ninguna cultura orientada hacia la intuición podría
sobrevivir sin una gran dependencia de la raciocinación. De igual modo, se
puede dar el caso que incluso los médicos más tecnocráticos sigan su intuición
en vez de su razón (Fox, 1975, 1980), e incluso es posible que las parteras más
holísticas, en esta época postmoderna, hayan alcanzado un alto nivel de
competencia en el uso de las herramientas tecnocráticas del parto y sean
capaces de explicar y defender sus acciones en términos científicos, lineales y
lógicos. A praxis de la partería postmoderna comporta, en muchas maneras, el
ejercicio cuidadoso del razonamiento inductivo incluso si continúa confiando
para su espíritu primordial en la representación de la conexión corporal y
psíquica.
(…)
Las parteras y la
intuición
La conexión como
prerrequisito
Lo
primero que nos saltó a la vista de los datos de nuestras entrevistas fue el
enorme valor que las parteras conceden a la << conexión >>. La
conexión, tal como la viven estas parteras en un parto en casa, implica no sólo
vínculos psíquicos sino también emocionales e intelectuales. No es simplemente
una conexión a dos, como sucede con la conectividad de la partera con la madre,
o de la madre con el bebé. Si tuviéramos que expresarlo mediante un diagrama,
podríamos dibujar algo parecido a una telaraña, con filamentos que conectan a
la mujer, al bebé, al padre y a las parteras entre sí. Si, más adelante,
miráramos dentro de cada individuo, podríamos ver otros filamentos de la
telaraña que conectan a cada individuo con la esencia más profunda de sí mismo.
Nuestras entrevistadas insistían en que el grado de conexión que son capaces de
mantener con la madre y el bebé depende del grado de conexión que mantienen con
el flujo de sus propios pensamientos y sentimiento. Tan básica es la
importancia de esta conectividad interna que muchas de ellas la buscan
activamente antes del parto. Tal como Elizabeth Davis explicó durante su
entrevista con Davis-Floyd:
A veces, especialmente
cuando he estado haciendo muchas cosas, realmente me cuesta aclararme y llegar
abierta al parto. Así pues antes de salir me echo un rato e intento relajarme y
exponer mis preocupaciones del día y abrirme a mí misma para estar también
abierta a la mujer y a su parto.
Este
esfuerzo por << estar abierta >> a sí misma y a la mujer y a su
parto es una cuestión que comparten las parteras que atienden partos en casa.
La conectividad que esto facilita no sólo se extiende a la psique y a las
emociones sino también a la sensación y a la experiencia física. Analicemos la
siguiente cita de una partera canadiense:
En nuestra práctica
colectiva, una de las cosas de que nos dimos realmente cuenta a lo largo del
tiempo fue que si una de las parteras que atendían un parto tenía diarrea era
un mensaje para que mirásemos las cosas con más detenimiento. Inevitablemente
en esos partos algo pasaba…
P. ¿Cómo lo
explicaría? ¿Por qué una partera tiene diarrea si algo va mal con el parto?
¿Cuál es la conexión?
Pienso que te estás
dando cuenta intuitivamente de que algo no va del todo bien. Está entrando en
tu cuerpo; aún no te ha llegado a la cabeza.
La
dimensión física de este acontecimiento, se ve reforzada en esta descripción de
una partera de California:
Mi yo científico cree
que todo pasa en mi cráneo, en mi cerebro. Intelectualmente poseo muchas
aptitudes, muchas técnicas. Pero mi experiencia física me enseña que en
situaciones peligrosas en las que mi mente no está segura de lo que debe hacer,
de qué técnica sería la mejor –por ejemplo, sal la cabeza del bebé pero no se girará
y tiene los hombros pegados- un cono de poder baja directamente a través de mi
cabeza, a través de todo mi cuerpo, y me sale por las manos. Y mis manos
empiezan a hacer una maniobra, y mi boca empieza a hablar y a decirle a la
mujer que se gire apoyándose en las manos y en las rodillas, o cojo el trasero
del bebé y estiro el bebé hacia abajo, o lo que sea –pero no sabía lo que haría
antes de ese momento- y eso es la intuición de las parteras. [Maggie Bennett]
¿De
dónde proviene ese << cono de poder >>? Si bien tanto Maggie como
la partera canadiense antes citadas describen la intuición como intensamente
física, el << cono de poder >> de Maggie también añade una
dimensión espiritual. Al preguntar a muchas de nuestras entrevistadas dónde reside
la intuición, nos dieron las siguientes respuestas: << En todo el cuerpo
>>; << Es celular >>;
<< En mi estómago >>; << Es un conocimiento interior; no
sabes de dónde sale >>; << En tu corazón, en tus sueños >>;
<< En tu conexión con el universo >>; << En mi yo interior
>>; << Soy muy auditiva; lo escucho como una voz que sale de mis
entrañas >>. Podemos concluir que, para nuestras entrevistadas, la
intuición parece implicar el cuerpo, la psique y el espíritu pero no la mente
racional.
Las
parteras dicen que experimentan el tipo de abertura que describen Maggie
Bennett y Elizabeth Davis, y la conectividad que ésta facilita, como algo
fundamental para recibir mensajes intuitivos. Si están cerradas -<<
recluidas >>, << desconectadas >> - no pueden escuchar esa
voz interior y tienen que confiar en su amplio conocimiento intelectual y su
pericia acumulados. Si bien no ven nada malo en ello, no parecen considerarlo
un tipo de cuidados cualitativamente diferentes, tal como quedará claro en el
siguiente apartado.
Aprender a confiar
En entrevistas formales y en conversaciones
casuales, oímos a las parteras expresar que conocen bien las tecnologías de
diagnóstico biomédico. Su jerga grupal está repleta de términos tecnomédicos,
su bagaje como parteras rebosa tecnologías y sus gráficas de partos en casa son
parecidas a los del hospital, con la temperatura y la presión arterial de la
madre y los latidos del corazón del feto debidamente registrados. Y, sin
embargo, estas mismas parteras que usan con tanta habilidad la jerga y las
herramientas de diagnóstico de la medicina tecnocrática a menudo ven esta
información así obtenida como una bendición muy adulterada, quizá una fuente de
tantos problemas como soluciones. Tal como explicaba Elizabeth Davis:
Lo que veo que pasa en muchos programas de
formación de parteras es la idea que aquí tenemos este corpus de conocimiento,
y necesitamos que nos enseñen –la idea que el estudiante está vacío y esperando
a que lo llenen, y el conocimiento está aquí y después que lo inculcan al
estudiante está capacitado-. Pero en la partería, nada de esto compensará nunca
la falta de confianza en ti misma o una habilidad para combinar el pensamiento
crítico con la responsabilidad personal. Lo que hace que una partera sea
realmente buena, creo yo, son esas calidades de análisis y de discernimiento
internas, las emociones con las que se mantiene en contacto porque no separa su
yo del proceso de aprendizaje para que los sentimientos de respeto hacia sí
misma y de autoestima y de confianza en sí misma se combinen para hacer que sea
humana y mantenerla conectada. Pienso en el parto, si no formas parte del
proceso, eres una amenaza al proceso.
Las otras parteras que
entrevistamos estaban totalmente de acuerdo con ella. Para todas ellas, formar
parte del proceso de dar a luz, estar conectadas, constituía el principal
ingrediente de su éxito –un ingrediente mucho más importante que sus ya de por
sí considerables aptitudes de diagnóstico técnico. Una de ellas incluso llegó a
decir que:
Atender a mujeres en el parto se basa sólo en
la intuición. Escucho el latir del corazón del bebé porque escucho el latir del
corazón pero no me preocupo porque interiormente sé que todo va bien.
P. ¿También sabe cuando no todo va bien?
Por supuesto que lo sabes, hay una energía
aquí.
P. ¿Ha ocurrido alguna vez que el estetoscopio
le haya dicho una cosa y su intuición otra?
No. Si detecto un problema con el latido del
bebé, ya ha habido signos que sospechaba que podía haber un problema. El latido
del corazón casi siempre me lo dice todo, excepto que parece bonito sobre un
trozo de papel para documentarlo. Hago esto para los abogados. [Jeannette
Breen]
Una hipótesis de trabajo muestra
que cuanto más intensamente se formen las parteras en modelos didácticos de
cuidados médicos basados en procesos raciocinativos, menos confiarán y
dependerán de su intuición. Dado que hasta la fecha nuestras entrevistas se han
centrado en parteras que demuestran su compromiso con el holismo asistiendo a
las conferencias de MANA, no hemos
podido investigar si esta hipótesis es cierta. Para hacerlo, deberíamos
entrevistar a un número igual de enfermeras-parteras tituladas orientadas más
médicamente. Todas nuestras entrevistadas declaran que aprender a confiar en su
intuición es un proceso continuado. Nuestros datos sí que indican sin embargo
algunas diferencias en la manera como las enfermeras-parteras tituladas
formadas médicamente y las parteras formadas empíricamente (que aprenden sus
conocimientos a través de la interacción individual del aprendizaje) viven este
proceso. Las enfermeras-parteras tituladas parecen empezar considerando la
intuición con desconfianza, a continuación pasan a la confianza a través de la
experiencia vivida. Las parteras formadas empíricamente parecen empezar
confiando en la intuición y pasan a la confirmación de esa confianza a través
de la experiencia vivida. (…)
(…)
La razón versus la intuición: exactitud y
fuente
La lista exhaustiva de las
cualidades de la intuición de Bastick (1982) incluye la posibilidad que una
intuición pueda ser incorrecta. En esto muchas de las parteras de nuestro
estudio no estarían de acuerdo, ya que acostumbran a definir la intuición per
se como inherentemente exacta (ver también Vaughn, 1979). Muchas de ellas nos
explicaron que la clave, cada vez que habla la voz, es cómo averiguar si es o
no una intuición << verdadera >>, y la lucha es aprender a
diferenciar entre la duda y el debate interiores que acompañan al pensamiento
raciocinativo y la verdadera voz de la intuición. Su alta de inclinación a
asumir que una intuición puede ser equivocada, descubrimos, surge de su
creencia consensual de que la intuición encuentra su fuente en el ámbito
espiritual o sus propios << yoes superiores >>, que por definición
no pueden ser erróneos, o de las partes más profundas de nuestros cuerpos que,
según el modelo holístico, son fundamentalmente campos de energía que funcionan
en conexión con otros campos de energía y que, por lo tanto, tampoco pueden ser
erróneos.
En oposición, la razón, que está
específicamente situada en el neocórtex, puede ser errónea, y a menudo
lo es. Así pues, si una partera tiene lo que ella piensa que puede ser una
intuición, pero resulta que es falsa, puede llegar a la conclusión de que no
debe haber sido una intuición, en primer lugar, sino un producto de su <<
mente racional >>. Con ello no queremos decir que las parteras subestimen
la razón y la raciocinación. Suelen sentirse cómodas con sus habilidades
raciocinativas y son muy concientes de que
están culturalmente sobrevaloradas. La
voz de la razón es fuerte y agresiva; lo más difícil, según las parteras, es
identificar y hacer caso de las verdades que dice la silenciosa, pequeña y
culturalmente subestimada voz interior. El valor de esta empresa se demuestra
por el notable grado de seguridad que las parteras que atienden partos en casa
están alcanzando; un grado que se compara muy favorablemente con la <<
gestión activa >> intervencionista, cara y a menudo iatrogénica de muchos
hospitales. (…)
(…)
Sancionar la intuición como conocimiento autorizado
(…)
Hasta hace
poco, el uso de la intuición por parte de las parteras que atienden partos en
casa como conocimiento autorizado en los procesos de dar a luz, ha sido
totalmente informal. Se ha vivido en la singularidad de la situación, se ha
hablado de ello como algo prodigioso y asombroso entre ellas y con las madres a
las que atienden pero no ha sido codificado formalmente como una fuente oficial
de conocimiento autorizado. Con la finalización y aprobación por consenso de la
<< Declaración de MANA DE Valores
y ética >> (antes citado) en la reunión de MANA del 13 de noviembre de 1992 celebrada en Nueva York y la
aprobación de 1994 de las << Competencias fundamentales de MANA >> arriba citadas, la
intuición fue formalmente reconocida por parte de las propias parteras como un
aspecto integral de la práctica competente de la partería.
(…)
(…) MANA se enorgullece de su carácter
inclusivo. Cuando se crean exámenes y estándares que todas las parteras tienen
que cumplir, algunas aprobarán y otras suspenderán y, muy posiblemente, las
parteras que son competentes en los partos continuarán sin estar tituladas
simplemente porque no han hecho bien el examen. En un esfuerzo por minimizar
este tipo de resultado exclusivista, que limitaría la partería en casa a las que
destacan en el pensamiento racional. El Grupo de Trabajo de Titulación está
haciendo un gran esfuerzo por crear sistemas de examen y de evaluación que sean
justos para todas. Al estar de acuerdo en que los exámenes por escrito
(racionales), a pesar de ser los más fáciles de gestionar, no pueden
proporcionar una idea general, las miembros del grupo de trabajo consideraron
la idea de los tests de múltiples opciones para demostrar los conocimientos,
incluyendo un examen de conocimientos simulado, en los que la aspirante a
obtener una titulación podría acudir a un centro y demostrar sus conocimientos
con modelos de plástico de una parturienta y su bebé. Cuando se presentó esta
idea a las miembros de MANA, una
respuesta común quedó ejemplificada por una partera que exclamó consternada:
<< Mis guías espirituales son las que me dicen lo que hacer en los
partos, ¡pero no estarán allí si estoy trabajando con muñecos de plástico!
>>. Otra partera subraya el papel fundamental de la intuición:
Decidamos cómo se tendría que examinar a una
partera, y examinémosla de ese modo. No complazcamos los estándares de la
profesión médica para demostrar que somos competentes. Demostrémonos a nosotras
mismas que somos competentes, y que conoceremos esta competencia si nuestros
corazones son verdaderos, y su somos honestas con nuestros conocimientos
intuitivos. La intuición es a menudo lo que nos hace inteligentes, lo que hace
que hagamos nuestro trabajo lo mejor que podemos, lo que nos hace entender los
problemas antes que nadie más y por lo tanto que podamos ocuparnos de ellos con
más eficacia. (Jill Breen, partera comunitaria, citada en Chester 1994:3)
En
respuesta a tales llamados, la junta del NARM ha desarrollado un proceso de
titulación para la Partera Profesional
Titulada en que lo raciocinativo y la práctica están equilibrados:
requiere (1) que la solicitante se la examine de una larga lista de
conocimientos exigidos por su mentora en la partería, que tendrá muchas
ocasiones para ver cómo demuestra estos conocimientos a lo largo de su
formación en un contexto conectivo en el que efectivamente puede escuchar a sus
guías y a sus voces interiores; (2) aprobar un examen por escrito de un día
para poner a prueba sus conocimientos y verificar su alcance y profundidad; (3)
aprobar un examen de evaluación de sus conocimientos prácticos administrados
por una partera experimentada. El equilibrio de la propuesta, al igual que la
<< Declaración de valores y ética de MANA
>> y las competencias fundamentales indica la cada vez mayor
determinación de estas parteras a aceptar tanto lo racional como lo intuitivo,
como fuentes generalmente autorizadas y respetadas de conocimiento
autoritativo.
Conclusión
En este artículo hemos intentado
examinar el fenómeno de la disposición ocasional de las parteras a confiar en
la intuición como fuente principal de conocimiento autorizado en una sociedad
que concede legitimidad conceptual y legal sólo a lo que pertenece a procesos
racionales. Hemos visto que la confianza que otorgan estas parteras a su
conocimiento interior es una parte integral del conjunto de su filosofía, tal
como se expresa en la << Declaración de valores y ética >> de MANA, y tal como se ejemplifica en las
historias que nos explican sus experiencias individuales con la intuición y el
parto. A diferencia del modelo tecnocrático, que incluye una plétora cada vez
mayor de tecnologías de diagnóstico y de remedio basadas en la separación, esta
filosofía holística de la partería concede un gran valor a la conexión inter e
intrapersonal, e incluye una variedad de conductas que expresan esa <<
danza >> conectiva.
La intuición, según estas
parteras, surge de su propia capacidad de conexión interna con los aspectos
corporales y espirituales más profundos de su ser así como de sus conexiones
físicas y psíquicas con la madre y el bebé. Esta fiabilidad de la intuición
está intrínsicamente relacionada con el hecho de surgir de esa matriz de la
conexión física, emocional y espiritual –una matriz que da más poder y
credibilidad a la intuición, en opinión de estas parteras, que la información
que surge de las tecnologías de la separación. Que a pesar de todo las parteras
llevan consigo y utilizan libremente tales tecnologías demuestra no sólo que
también valoran lo racional sino que se están volviendo expertas en equilibrar
los protocolos y las exigencias de la información obtenida tecnológicamente con
su aceptación intuitiva de la singularidad de las mujeres durante el trabajo de
parto y el parto. Proponemos que sus redes profundas, conectivas, de
mujer-a-mujer, tejidas con tanto amor en una sociedad que no otorga a esas
conexiones ninguna autoridad de conocimiento y poco valor a la realidad
conceptual, tienen un gran potencial para restablecer el equilibrio de la
intimidad a las múltiples alienaciones de la vida tecnocrática.
(…)
*Davis-Floyd,
Robbie.La
intuición como conocimiento autorizado en la partería y en los partos en casa, en Perspectivas antropológicas del parto y el nacimiento humano. Ed. Creavida.